
Y volvieron cantando
¿Y qué hay de la «mili»?
Son muchos los debates abiertos en canal de la noche a la mañana ante la potencial amenaza de vernos inmersos en conflictos bélicos que parecían cosa del siglo pasado
Pues sí, la «mili», suprimida hace veinticuatro años, dicho sea de paso, por un gobierno de la derecha presidido por José María Aznar y a instancias de una exigencia previa de Jordi Pujol en el pacto del Majestic, vuelve a llamar a la puerta, colándose entre ese elenco de debates reabiertos en torno a la defensa nacional y europea. Una vez que la adocenada UE ha caído en la cuenta de que el paraguas defensivo norteamericano dejará de cubrirnos y, por lo tanto, habremos de comprarnos uno propio con el consiguiente aumento del gasto militar –porque es militar y no por la ciberseguridad global y el cambio climático, eufemismos abrazados ahora por el presidente del Gobierno–. Son muchos los debates abiertos en canal de la noche a la mañana ante la potencial amenaza de vernos inmersos en conflictos bélicos que parecían cosa del siglo pasado.
El servicio militar obligatorio ya está sobre la mesa entre nuestros socios, planteándose la obligatoriedad en Francia, en los países bálticos y en los nórdicos, ya en estudio en Alemania y objeto de propuesta electoral en Gran Bretaña, por no hablar de casos como el danés, que contempla –como es natural– la incorporación de mujeres. Aquí en nuestro país, tanto la izquierda como la derecha se resisten a abrir un melón al que casi están arrumbando a la categoría de tabú, condicionados por dos grandes razones, ambas poco sostenibles; tanto la lejanía de zonas de conflicto, tal vez ignorando episodios de nuestra historia como la marcha verde o la más reciente invasión de Perejil, como un movimiento objetor e insumiso que ya se hizo notar en la última etapa de nuestra «mili» obligatoria y que entronca con la certeza demoscópica de nuestros partidos sobre un rechazo general de los jóvenes españoles a agarrar un arma, salvo que sea en los juegos de la videoconsola. Cuando tiempo atrás el CIS preguntaba a menores de 30 años sobre el servicio militar obligatorio en caso de amenaza exterior, una inmensa mayoría optaba por primar la negociación incluso en condiciones precarias y es que la «mili» en España siempre sufrió un estigma de impopularidad claramente injusto, sobre todo porque, además de unir a catalanes con andaluces, ricos con pobres o gitanos con payos, contribuyó a apuntalar algo hoy tan denostado como es la unidad nacional. El debate, no lo duden, llegará.
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