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Mirando la calle

¿Qué libros me llevo?

«En cualquier género literario cabe la emoción, que es lo que diferencia un buen trabajo de una obra de arte»

Ahora que comienzan las vacaciones, muchos amigos que saben que antes que periodista y escritora soy una lectora empedernida, me piden recomendaciones, deseosos de poder dedicarle tiempo, por fin, al gran placer de la lectura. Algunos, siempre cumplidores, deciden cargar en sus equipajes los libros de amigos, que meses atrás prometieron leer; otros se deciden por novedades de la temporada… Y los hay que los eligen pensando en cuánto incorporarán esas lecturas a su propia formación. Diré, para empezar, que creo que cualquier buen libro (y cuidado: hay textos encerrados en tapas que no merecen tal consideración) supone un aprendizaje y encierra tesoros ocultos. No solo ocurre con las biografías y los ensayos, como a veces creen los lectores masculinos, que los escogen con esa vocación suya de sacarle rendimiento a cuanto hacen. Las buenas novelas también ofrecen reflexiones e incorporan en sus desarrollos toda suerte de elementos culturales. Además, la propia ficción –que cuenta con más lectoras que lectores–, es infinitamente más efectiva para describir la realidad que la no ficción y más capaz de remover los corazones endurecidos de tantas personas a las que la información les ha obligado a construirse una coraza. En cualquier género literario cabe la emoción, que es lo que diferencia un buen trabajo de una obra de arte.

Entonces, ¿qué libros hay que llevar en la maleta? Mi respuesta siempre es la misma. Si puedes, opta, al menos, por una novela actual y otra clásica (policiacas, históricas, satíricas, realistas, románticas, fantásticas, de aventuras, terror o ciencia ficción), incluye también poesía y no olvides algún libro de ensayo o de relatos, que te permitan descansar de esas grandes y extensas historias, que a veces apetece devorar de una vez, pero otras, requieren alguna pausa en el camino. Y no te empeñes. Un ensayo matemático o uno filosófico suelen exigir más atención que una novela, a menos que seas un experto, pero si están bien escritos serán gratos de leer. Si se te atasca una lectura o te aburre, abandónala sin pudor. Es mejor elegir otra y disfrutar de esa sensación inigualable de sentirte atrapado en ella. Solo se vive una vez y hay mucho por leer. Yo suscribo aquello que decía Menéndez Pelayo: ¡Qué pena morirme! ¡Cuánto me queda por leer!