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Al portador

Sánchez se cobija bajo la sombra de Pedro Arriola

El presidente, sin embargo, cobijado bajo la sombra de las tesis de Arriola, cree que en la segunda mitad de la legislatura tiene opciones de dar la vuelta a las encuestas

Bill Clinton, vilipendiado presidente de los Estados Unidos en su día y añorado ahora, repetía a su equipo que «cualquier encuesta es una carrera de caballos inconclusa». Pedro Arriola (1948-2022), el histórico gurú y protoasesor sucesivo de José María Aznar y Mariano Rajoy, estudioso hasta la obsesión de los procesos electorales y, por cierto amigo, de José Félix Tezanos, solía decir que «las encuestas de mitad de mandato no sirven, en la práctica para nada». «Indican una tendencia –añadía–, pero nada más, porque además todo puede cambiar». Por eso, esgrimía una de sus recomendaciones preferidas, aplicable a casi todo: «Tonterías, solo las imprescindibles». La legislatura actual está cercana a su ecuador y los sondeos de opinión se repiten con monotonía periódica. Una y otra vez, los profetas de la demoscopia electoral –con la excepción de Tezanos– coinciden también con reiteración en pronosticar una victoria contundente de Núñez Feijóo, eso sí, sin mayoría absoluta, pero en un escenario que a Pedro Sánchez le resultaría imposible aunar en el Congreso de los Diputados los votos suficientes para continuar en La Moncloa. En todas las hipótesis, el PP necesitaría tener a su lado los escaños de Vox, en mayor o menor medida –y no deja de tener su importancia– para lograr una investidura, que es el primer y principal objetivo de los populares.

Pedro Sánchez, en La Moncloa, es muy consciente de los vaticinios demoscópicos y de que los escándalos y asuntos oscuros que le rodean, horadan la confianza de sus antiguos electores, aunque mantiene un suelo de incondicionales que ya querrían algunos, Yolanda Díaz, por ejemplo. Iván Redondo, heredero en buena medida de la tradición «arriolística», imbuyó más confianza en el presidente cuando estuvo a su lado. Estudioso también de los procesos electorales americanos, sin duda conoció que Clinton defendía que «nadie puede cambiar el ayer, pero todos podemos cambiar el mañana». Sánchez, siempre hábil, diseña una estrategia por si es desalojado de La Moncloa, consistente en un acoso al PP desde el minuto uno y por eso, sobre todo, quiere tener la Justicia a su lado y también controlar empresas estratégicas. El presidente, sin embargo, cobijado bajo la sombra de las tesis de Arriola, cree que en la segunda mitad de la legislatura tiene opciones de dar la vuelta a las encuestas que prevén su debacle porque, ¡ojo Feijóo y quienes dan todo por hecho!, la carrera de caballos solo está a la mitad, puede ocurrir cualquier cosa, y por supuesto está inconclusa, como decía Bill Clinton.