Al portador

Serviles, sumisos y untuosos, en el deporte y en la política

Decenas de diputados y senadores tienen un trabajo que es propiedad de otro, los jefes de sus partidos y los que confeccionan las listas electorales

James Madison (1751-1836), el cuarto presidente de los Estados Unidos y uno de los «padres» de la Constitución americana y de sus 10 primeras enmiendas, ya describió algo de lo que ha ocurrido estos días en la Federación Española de Fútbol (FED): «Al convertir el trabajo de uno en propiedad de otro –escribió–, alimentan el orgullo, el lujo y la vanidad de un lado; por otro, el vicio, el servilismo, o el odio y la rebelión». Jorge Vilda, seleccionador femenino, y Luis de la Fuente, seleccionador masculino, con sus aplausos, más o menos entusiastas a Rubiales –contemplados por todos– y sus posteriores notas de condena a la actitud del todavía presidente de le FED, están retratados en las palabras de Madison. Sus trabajos eran propiedad, así de simple, del zafio que se agarraba los genitales y que protagonizaba el «pico» improcedente, con todos los matices que se quieran de un lado y de otro, que ha dado la vuelta al mundo y que llegó hasta las portadas digitales de The New York Times y Financial Times.

Vilda y de la Fuente, con un futuro laboral inmediato incierto, no son, sin embargo, ninguna excepción, aunque tienen el hándicap de que lo suyo ha sido más llamativo y retransmitido en directo. Decenas de diputados y senadores, «de todos los partidos», como precisaría Hayek (1899-1992), el de «Camino de servidumbre», hacen cosas muy similares a las de los dos seleccionadores, con el agravante de que esos políticos son reincidentes profesionales y están decididos a serlo todo el tiempo que sea necesario para ganarse las lentejas. No en vano, tienen un trabajo que es propiedad de otro, los jefes de sus partidos y los que confeccionan las listas electorales.

Los diputados y senadores serviles, sumisos y untuosos –hay muchos más calificativos, entre los que destaca «ñangotados»– tienen la ventaja sobre Vilda y de la Fuente que casi nadie se fija en ellos, aunque su comportamiento sí es decisivo para el país y para los ciudadanos. Ahora, por ejemplo, en las filas del PSOE se han prestado –para algunos es un fraude de ley– a integrarse, de forma temporal, en las filas de ERC y Junts, sobre todo, parea que esos paridos puedan tener Grupo Parlamentario, acceder a más subvenciones y tener más protagonismo en las intervenciones. Además, votarán –como hizo Sánchez cuando era diputado raso– lo que les digan en sus partidos y uno o dos en cada legislatura –de cualquier partido– quizá se atreva a votar en contra de las directrices partidarias, aunque no está sujeto a mandato imperativo. Y es que «su trabajo es propiedad de otro», como decía Madison.