Bonus Track
Siglo
Casi un siglo después, seguimos exactamente en el mismo sitio, como si no hubiésemos aprendido nada del pasado
"Catalanización de la universidad. Ultrajes reiterados a la sagrada bandera española. Manifestaciones francamente antifascistas, pero en realidad francamente separatistas con los consabidos mueras a España, por nadie reprimidos… No olvidemos que el alzamiento antimonárquico se produjo en Cataluña a los gritos de ‘¡Viva la República catalana!’ Responden los catalanes con la frase estereotipada de ‘incomprensión’. Y nos prometen atenerse estrictamente a la letra y al espíritu de la Constitución y del Estatuto concedido por las Cortes. No me explico este desafecto a España de Cataluña... ¡Cuánta ingratitud tendenciosa…! En aras de la concordia, Madrid ha consentido reformas humillantes… Este movimiento centrífugo es peligroso más que en sí mismo en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar –así lo proclama toda nuestra historia– que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de patria grande… Me asombra que la mayoría de los catalanes deseen emanciparse y cortar las amarras… ¿Tan mal les ha ido a las oligarquías barcelonesas explotando el atraso y dejadez industrial castellanos? ¿Qué debemos hacer si, desengañado nuestro optimismo, dos o más regiones estatutarias se declaran plenamente independientes?... Propondría la máxima de Gracián (‘contra malicia, milicia’)… Pero una guerra suscita automáticamente nuevos conflictos bélicos… Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculta que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante treinta y cuatro años por la pasión, o fascinados por prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas"… Don Santiago Ramón y Cajal es el autor de estas palabras textuales, que dejó escritas en el delicioso (a la par que aterrador) ensayo breve "El mundo visto a los ochenta años. Impresiones de un arterioesclerótico", reflexiones que él mismo fecha en la Introducción a la obra en mayo de 1934, y cuya primera edición vio la luz en 1941. Casi un siglo después, seguimos exactamente en el mismo sitio, como si no hubiésemos aprendido nada del pasado. Dando vueltas sobre la misma burra, hacia el mismo trigo. Hacia el mismo abismo.
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