Parresía

Una sociedad enferma

La violencia estalla en las aulas; la violencia se palpa -incluso- en las intervenciones de ciertos políticos

No sé por dónde empezar hoy, la verdad. Vivimos tiempos críticos a todos los niveles: económico, social, político. ¿Qué te voy a contar de la inflación que no sepas? Lo peor es que los precios seguirán subiendo y muchas familias españolas, ya expertas en la búsqueda del chollo y la rebaja, tendrán que hacer magia para comer.

Puestos a hablar de crisis familiares, no dejo de pensar en el chico jerezano que se ha llevado dos cuchillos a su instituto para vengarse de sus acosadores, y casi deja sin un ojo a una docente. O en esa niña de Alicante con discapacidad, agredida sexualmente por otros ocho chavales. O en esa otra estudiante de un instituto madrileño, maltratada en plena calle por varias compañeras, mientras otras las jaleaban y grababan ese horror para guardárselo y, vete a saber, quizá para subirlo después a las redes sociales.

¿Qué nos está pasando? Semejante grado de violencia entre menores, en aumento, debería llevarnos a poner el foco en sus entornos vitales –progenitores, amigos, educadores–, porque no sólo el niño agresor tiene la culpa de haber llegado a ese punto de trastorno mental que deriva en delito, o en suicidio.

Somos una sociedad mayoritariamente enferma, adicta a las tecnologías, carentes en general de educación emocional, también de autoestima. En casa, cada vez más permisivos con nuestros hijos mientras, en los centros sanitarios, salta a la vista que no existen suficientes profesionales que nos orienten y ayuden, ni protocolos adecuados en los colegios, para detectar fenómenos como el acoso escolar.

La violencia estalla en las aulas; la violencia se palpa -incluso- en las intervenciones de ciertos políticos. Y no me tengo que remontar al pasado remoto. Ayer mismo, un diputado «palmeó» la cara a un alcalde, y tuvo que ser expulsado de su partido (días atrás, el susodicho había amenazado con arrancarle la cabeza a otra persona de esa cámara). ¿Qué podemos pensar de un país en el que, quien más insulta, sabe que tiene ganado su minuto de gloria en los informativos?

Os hablaba antes de la crisis sistémica que sufrimos, y que se ve reflejada estos días en el Congreso de los Diputados. Hay políticos educados y hay políticos que dan vergüenza ajena por sus maneras de confrontar al adversario. Pero lo peor es que existe también una minoría independentista que, consciente de su poder para mantener en el poder a un Gobierno, le chantajea abiertamente –amnistía y referéndum, dinero a espuertas, a cambio de que sigas en la Moncloa– y ese Gobierno no solo parece que lo acepta, sino que está ya preparando una batería mediática de justificaciones, a partir de la semana que viene.