El bisturí
Teruel sí existía para Ábalos
¿Se imagina alguien lo que habría ocurrido en España si hubiera sido un ministro del PP?
A diferencia de la derecha en España, que suele andar siempre en la inopia, el PSOE goza de una habilidad innata para propagar con éxito sus mensajes y dispone además de un abultado número de fieles que se los compran, con independencia de que resulten ciertos o no. El suelo electoral de este partido, la gente que le vota diga lo que diga y perpetre lo que perpetre, estaría en torno a 5,5 millones de personas, que son los sufragios que obtuvo en 2016 en su peor cita electoral, lo que equivale a alrededor de 85 de los 350 escaños que componen el Congreso de los Diputados. A esta cifra habría que añadir los votos que suele rascar entre el electorado defraudado con la izquierda radical, y que varía en función de los desatinos que cometa esta última y de las circunstancias concretas, sobre todo económicas, que atraviese el país. Este fenómeno de masa ciega que acepta indulgente los fracasos en la gestión, que asiste impertérrita a cuando acaece y que acata sumisa hasta los casos más graves de corrupción cuando es la izquierda la que los comete explica a la perfección mucho de lo que ocurre hoy en día, dejando perplejos a los observadores más objetivos e imparciales. Las manifestaciones por una vivienda digna y contra la supuesta privatización de la sanidad son claros ejemplos de esta capacidad innata del socialismo para dar la vuelta a sus propios errores y atacar con ellos a su adversario con el auxilio de la masa enfervorizada y acrítica que le secunda. Después de seis años de gobierno socialista, pocos de sus electores estables dudan de que la culpa de los precios disparatados en la compra y el alquiler de un piso no sea de las autonomías del PP por negarse a aplicar la normativa emanada del Estado, a pesar de que allá donde se han aplicado políticas similares, como en Cataluña, la oferta se haya desplomado y esos precios no hayan hecho más que crecer y crecer. Después de seis años de gobierno socialista, pocos de sus electores dudan de que la culpa del peor funcionamiento de la sanidad pública no sea de las autonomías del PP a pesar de que no haya habido en este tiempo desde el Estado ningún incremento presupuestario acorde con las necesidades reales de la sanidad más allá de para abonar los gastos extra sobrevenidos por la covid ni medida política alguna para corregir las crecientes listas de espera, el retraso en la llegada de nuevos medicamentos o la falta de profesionales sanitarios. Uno de los casos más singulares de este seguidismo a ciegas, de este acatar sumisos las consignas del partido, de este indultar los errores cuando los cometen los míos está en la corrupción, el motivo alegado para desalojar a Mariano Rajoy del poder en una moción de censura que fue defendida, curiosamente, por José Luis Ábalos, el rey de los paradores y para quien, al parecer, Teruel sí existía. ¿Se imagina alguien lo que habría ocurrido en España si hubiera sido un ministro del PP el que enchufara a sus novias en empresas públicas, montara fiestas en habitaciones de hoteles también públicos y fuera investigado por llenar sus bolsillos con mordidas? ¿Qué habrían hecho los sindicatos y otras organizaciones afines al socialismo si en tiempos del PP fuera la familia de Rajoy la investigada, o hubieran sido los populares los responsables del desfalco de los ERES en Andalucía?