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El bisturí

Todos a la calle contra la máquina del fango

Siete años después de llegar al poder, en España casi todo funciona mal y no hay ni Presupuestos

Este domingo, día 8, España entera debe salir a la calle a manifestarse. Pero no simplemente porque Alberto Núñez Feijóo o sus barones territoriales apelen a protagonizar una protesta masiva contra el peor Gobierno de toda la historia de la democracia. Participar en la movilización pacífica convocada es una cuestión de civismo, higiene democrática y hasta de patriotismo. El país no puede permanecer impasible ni un día más ante tal sucesión frenética de escándalos y corruptelas, de ignominias y de desvergüenzas, de infamias y de impudicias, algo sin precedentes en nuestra historia reciente.

España debe recobrar la conciencia colectiva y despertar, y ha de hacerlo ya, porque después será peor recuperarse de la pesadilla. Cada hora que pasa, un episodio de inmoralidad política mayor que el anterior es sucedido por otro aún peor, creándose una suerte de bucle perverso de imposible interrupción. Cuando no es la mujer, es el hermano, y cuando no, un secretario de organización, un ministro, un barón, un diputado o un asesor. Cuando no es un desfalco, es una prevaricación, y cuando no, un acto de nepotismo, una mentira cínica, un bulo o una pésima gestión. Siete años después de llegar al poder, en España casi todo funciona mal y no hay ni Presupuestos. Los trenes se paran, la electricidad se corta, la luz se apaga, las terminales de los aeropuertos se pueblan de mendigos y no hay fondos extra para servicios básicos como la Sanidad y la Educación. Tan grave es la situación, que las cesiones a los nacionalistas y la tomadura de pelo de las fiestas con dinero público y las compras irregulares de materiales durante la pandemia de covid parecen lo de menos. También que el Gobierno se sostenga en el alambre gracias a partidos que odian a España y a otros que hicieron de la mentira y la demagogia la base de su existencia.

Pero no solo es que no haga, es que el Gobierno de Sánchez además corroe. Corroe los poderes del Estado, corroe a la Justicia y a la Prensa, corroe las instituciones y los organismos públicos, plasmando en todo el país lo que la izquierda ya ensayó en Andalucía durante una etapa negra. En estos siete años, Sánchez y sus satélites han hecho lo contrario de lo que prometieron y han emprendido una huida hacia adelante que aplasta a todo lo que se interponga en su camino, como bien saben los jueces animados a investigar la verdad de lo que se denuncia o la Unidad Central Operativa (UCO). Ver a la propia portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y a más ministros difundir el bulo de que un capitán de esta unidad fantaseó con poner una bomba lapa a Pedro Sánchez ilustra en lo que se ha convertido Moncloa: una máquina del fango enfangada.

A estas alturas, ya nadie se cree las estadísticas del paro, ni los informes del Banco de España, ni los estudios oficiales que investigan los apagones, ni las actuaciones de la Fiscalía, ni los fallos del Tribunal Constitucional. En «Vindiciae contra Tyrannos», Stephanus Junius Brutus –el pseudónimo bajo el que tuvo que amparar su anonimato el autor por miedo a represalias políticas– apela al derecho a la resistencia contra el sátrapa que está destruyendo el Estado o la sociedad política. Aunque este libro publicado en Ginebra data de 1581, su vigencia es máxima. Hay que actuar pacíficamente para gritarle al Gobierno: ¡Basta!, y el domingo es una gran ocasión de hacerlo.