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El trípode

«Los Tres Mosquiteros» sanchistas 

Sus anteriores «militantes socialistas ejemplares», de absoluta confianza, por los que sus seguidores «ponían la mano en el fuego» para defender su honor, hoy buscan cómo evitar descansar juntos los tres en Soto del Real

En un mes de julio de los más caldeados de los últimos años y comenzada la primera gran ola de las vacaciones estivales, la política nacional no está ni menos caldeada, ni descansa por vacaciones. La causa ya es sabida: la corrupción del PSOE, que tiene como icono al «cuarteto del Peugeot», integrado por los Tres Mosquiteros sanchistas, Cerdán, Ábalos y Koldo, en el papel respectivo de Athos, Porthos y Aramis, que unidos por el lema de «todos para uno, uno para todos» ayudaron a su jefe Sánchez en el papel de D’Artagnan a conseguir la victoria en el duelo contra el PSOE que le había desposeído del poder en Ferraz. Aunque bien es cierto que los Mosqueteros de Alejandro Dumas luchaban por una causa noble -y no como la de sus émulos-: preservar el honor de su reina Ana de Austria. Ahora que su D’Artagnan no ha hecho honor a su compromiso de erradicar la corrupción de la política, -sino todo lo contrario- sus Mosquiteros le han abandonado con su lema y cada uno hace la guerra por su cuenta, olvidando la anterior férrea unidad en torno a su jefe. Hoy su anterior líder, antes indiscutido e indiscutible, se prepara para afrontar un combate que tendrá una primera batalla el miércoles 9 en el Congreso de los Diputados con nuevos mosqueteros que toman el relevo de los del Peugeot, hoy dispersos y distantes. Perdida aquella moral que le otorgaba ante los suyos una aureola de D’Artagnan, a Sánchez ahora le arropan no presuntos Mosqueteros sino otros reconocidos ya como «mosquiteros». También hoy su principal adversario se prepara para el combate contra él, eligiendo de entre los suyos a leales escuderos. El honor de la Reina ya no está en juego, sino que es una mera agónica supervivencia por lo que se combate desde las filas mosquiteras, lo que aleja de ese combate un ideal por el que luchar. Y ello sin contar con que los antiguos aspirantes, Koldo, Ábalos y Cerdán, haciendo hoy la guerra por su cuenta, están diezmando las filas de su anterior presunto D‘Artagnan hoy convertido en un errante personaje en busca de autor. Si de Alejandro Dumas y su gran novela histórica pasamos a la realidad actual, vemos a un Sánchez -que se auto promovía como claro aspirante a líder mundial de la progresía feminista occidental-, sumido en la corrupción que iba a erradicar de nuestra democracia. Sus anteriores «militantes socialistas ejemplares», de absoluta confianza, por los que sus seguidores «ponían la mano en el fuego» para defender su honor, hoy buscan cómo evitar descansar juntos los tres en Soto del Real.