Historia

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Místicos medievales: El franciscanismo

Francisco había tenido una juventud dedicada a la ostentación. Durante unas fiebres, mientras meditaba seguir a Gautier de Brienne, tuvo una visión de Jesús que le llevó a la conversión

La Razón
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Dante Alighieri, en el canto VI del «Purgatorio» y en los cantos IX, XI, XVIII, XXI y XXVII del «Paraíso», truena contra la riqueza de la Iglesia y de su fuerte poder temporal, incrementado con el aumento del campesinado. La respuesta mística la dio Francisco de Asís, hijo del comerciante Pedro de Bernardone, en 1182. Francisco había tenido una juventud dedicada a la ostentación. Durante unas fiebres, mientras meditaba seguir a Gautier de Brienne, tuvo una visión de Jesús que le llevó a la conversión; unos años después, en 1205, tras un banquete que le mostró lo miserable de sus placeres, le llevó y le convirtió a la ascesis, lo cual provocó la ira violenta de su padre, que le exigió la devolución de cuanto le había dado. Le devolvió todo, hasta el último vestido, y desnudo como nació se retiró a la ermita de San Damián, cerca de Asís, donde siguió los preceptos de Jesucristo para ser colmado del espíritu de sus preceptos.

Pronto tuvo un grupo de discípulos que aceptaron amoldarse a las más inflexible pobreza, viviendo con él en la Porciúncula, a los pies de Asís. La pobreza de espíritu parecía una reacción contra la filosofía escolástica que degeneraba del horizonte místico que había sido originalmente una especie de inflexible estatuto jurídico. Francisco solicitó en 1210 la aprobación de las reglas de su Orden, en la que restablecía el estricto valor del uso de los bienes, que consideraba fundamento de la vida individual y social, eliminaba toda superfluidad, como única manera de poner freno al mercantilismo. El pontífice Inocencio III trató de serenar un rápido proceder, para hacerlo con toda garantía sacramental. Todavía vivía Francisco cuando el fervor inició su atenuación, por el número creciente de adeptos «fraticelli» y la consiguiente tibieza. Pareció excesivo el rigor de las reglas primitivas. La Primera Orden de Frailes Menores, a la que siguió la primera Orden femenina encabezada por Clara de Asís; la Tercera Orden fue la de los laicos, en la medida en que fue posible hacerlo estando en el mundo.

Francisco murió el 3 de octubre de 1226 en Asís. Había vivido el final de sus días en el Alvernia, donde recibió los estigmas y entró en la edad de oro. El franciscano, al dejar en suspenso las reglas mundanas, se encontraba repentinamente fuera de él. Francisco hablaba con los animales al modo de los Santos taoístas, como hacían los hombres antes del establecimiento de los sistemas educativos. Estaba en estado de alegría perfecta, propio de los primitivos, sin avaricia; todo acontecimiento se convertía, de repente, en signo: el vuelo de los pájaros, el fuego como fuente de luz. En todo lo que era naturaleza existía un simbolismo que era emblemática de Cristo.

San Francisco, aliado con Dama Pobreza, recuerda su estancia en el Paraíso. Es conocido a través de las «Florecillas»; y el primer misticismo franciscano ofrece verdaderas joyas místicas de máxima pureza como la «Vida» de Tomás Celano; la «Leyenda Trium Sociorum», atribuida a fray Leone, fray Angelo da Rieti y fray Rufino de Asís; el «Speculum Perfectionis», atribuido al hermano León; la «Legenda Maior» de San Buenaventura, o la «Historia septem tribulationum Ordinis Minorum», de Angelo Clareno. Son obras espirituales con las que pronto se enseñaron las persecuciones. El generalato de San Buenaventura (1257) termina la época de radical audacia revolucionaria. Jacopone da Todi fue la última figura de rebeldía por humildad. El beato Egidio acudió a San Francisco en 1209, fue predicando a Palestina y en 1215 regresó a Asís; con posterioridad vivió en el eremitorio de Favarone y vivió como ermitaño, excepto por un viaje a Túnez en misión infructuosa. Murió en 1262. La redacción latina de los «Dichos», que le son atribuidos, se remonta al final del siglo XIII.

Jacopone da Todi, tras quedar viudo de su mujer, se dedicó a la penitencia y la meditación, ingresa en la Orden de los Menores y participa en la lucha contra Bonifacio VIII, que lo encarceló en Palestina. Fue liberado con el advenimiento al Solio Pontificio; y murió en 1306.