
El buen salvaje
Trump y Harris
Me interesan mucho Trump y Ábalos, aunque no me gusten, y me aburre lo que muestra el otro lado del espejo, ese repollo minimalista que es lo que viene siendo una candidata demócrata
Me pregunto si a estas horas, cuando ya se habrán lanzado cientos de análisis sobre el duelo entre Donald Trump y Kamala Harris, si la candidata demócrata sigue siendo negra y si el republicano ha superado la marca de ser un Ábalos deluxe, llámame Jesica, Stormy Daniels u otro nombre de mujer que nos ofrezca un punto de intriga, un Ábalos de los Hampton’s en lugar de chalé con piscina de La Línea de la Concepción. Lo peor de Trump es ese punto gorilón pasado de tinte que no puede llevar bien una corbata de Miliki. Lo mejor de Ábalos es que habla de mujeres con naturalidad desnuda, parecía en calzoncillos cuando se sentó junto a Alsina, aunque luego contó la historia del ordenador abierto, que bien parecía el arranque de una novela de Carmen Mola. Ahí ya lo sentimos vestido.
Lo bueno de Donald Trump es que sabemos lo que es y lo que haría, lo malo de Kamala es que, más allá de ser «guay» y de contar con los «likes» de los guapos de Hollywood, no se atisba lo que recetaría al mundo. Traje de Chloé con la chaqueta siempre larga que resguarda esa parte de la anatomía por la que alguna vez se distingue la raza, como la barriga de Trump y la de Ábalos, pata negra. No necesitan carita de Ozempic.
Hasta el debate de esta madrugada, a Kamala se le regalaba simpatía global por no ser Donald Trump. Nada habrá cambiado después, por eso resulta fácil dirimir sobre lo que no ha sucedido pero ya está escrito. Kamala es la buena y Donald, el malo. Eso es desde que el mundo es mundo. He de reconocer que tengo cierta simpatía por los que caen gordos a la mayoría de los feligreses. Me interesan mucho Trump y Ábalos, aunque no me gusten, y me aburre lo que muestra el otro lado del espejo, ese repollo minimalista que es lo que viene siendo una candidata demócrata. Afortunadamente no hay que plantearse desde aquí el sentido del voto. Gane quien gane estaremos perdidos en nuestra propia guerra civil. Al menos nos quedará Ábalos.
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