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Letras líquidas

Trump, Musk y una pregunta

Ni tres meses se han cumplido de Trump 2.0 y «Politico» ya pregona la salida del dueño de Tesla de la zona de influencia de Washington

Unadelas características que tiene esto del periodismo es que nunca descansa. 24/7. La actualidad no se para y, si alguna vez lo hace, o finge que lo hace, ya la traemos los periodistas a la mente para no perderla de vista. Y así, si una está, por ejemplo, zapeando y se encuentra con una comedia romántica en la que los protagonistas aseguran que para que una relación funcione no puede haber dos personalidades alfa en la pareja (mejor un alfa y un beta, concluían), la reflexión que provoca no es sobre los protagonistas y la evolución de su romance, sino que directamente se va a muchos kilómetros y aterriza en plena Casa Blanca. En concreto, en esa relación que tanta perplejidad, sorpresa, admiración y temor ha despertado desde que empezó a forjarse en la carrera electoral hacia la presidencia: Trump y Musk, Musk y Trump, como epítome de una nueva era, la estrenada conjunción, aún por explorar, entre el poder político y la élite tecnológica. A cara descubierta desde el 20 de enero y poniendo a prueba la resistencia de la democracia. Con imágenes que ya son historia visual, Despacho Oval, gorra y un niño, y las dudas sobre la estabilidad de semejante asociación: la sombra de la ruptura siempre cerniéndose y buscando el momento en que manifestarse. Y parece llegar el detonante, el asunto de las diferencias irreconciliables, que apunta a la palabra favorita de Potus, «tariff», esos aranceles que andan alborotando mercados, economías y órdenes geopolíticos. Ni tres meses se han cumplido de Trump 2.0 y «Politico» ya pregona la salida del dueño de Tesla de la zona de influencia de Washington, sin que hasta ahora supiéramos muy bien en calidad de qué se pasea Musk por los pasillos oficiales, desmantela áreas de la administración, recorta ayudas y fondos y todo eso ocurre, volviendo a la comedia romántica, en los albores de una separación que se presagia sin que los protagonistas hayan aclarado aún una de las preguntas fundamentales de toda relación: ¿qué somos?