Tribuna

Universal Jueves Santo

Conservan un sistema de tenencia comunal de tierras, que fue el que chocó contra las medidas centralizadoras sandinistas que se empeñaron en traslados forzosos

Universal Jueves Santo
Universal Jueves SantoBarrio

Lo vivimos los católicos a lo largo y ancho de toda España. Formamos parte de un rito cristiano universal, que extiende el mensaje de amor y sacrificio de Cristo por todo el orbe. Muchos uniformados, formando parte de diferentes misiones, hemos sido testigos de esta universalidad.

Me ciño hoy a un Jueves Santo de 1990 entre cristianos moravos, en una lejana Moskitia, allá en el sur del Caribe.

Los Tratados de Esquipulas (1987), auspiciados por un buen secretario general de Naciones Unidas, el peruano Pérez de Cuellar, diseñaron los procesos de paz de una Centroamérica en guerra. Especialmente prohibían apoyos a las guerrillas desde un país vecino. También los presidentes de aquellas repúblicas se comprometían a «resolver sus problemas entre ellos, sin necesidad de apelar a las embajadas USA». Fue el primer paso. Dos años después, en noviembre de 1989, el Consejo de Seguridad de NN.UU. (Resolución 644) aprobaba la creación de ONUCA (1), poniendo al frente de la misión a un general español, Agustin Quesada, que realizó un brillante trabajo. El 27 de diciembre de aquel año, llegaban los primeros contingentes militares formados por colombianos, venezolanos, irlandeses y españoles, testigos de las elecciones en Nicaragua del 25 de febrero de 1990 que dieron la victoria a la coalición presidida por Violeta Chamorro. Cambió completamente el panorama en que debía desmovilizarse la Resistencia Nacional, más conocida como «contra», que ya un 25 de marzo (acuerdo de Toncontín) aceptaba su desmovilización, dando tiempo a la toma de posesión de la nueva presidenta el 25 de abril, entregando sus últimas armas un 29 de junio.

No es extraño, por tanto, que ya un 16 de abril, en plena Semana Santa, se desmovilizaran 260 combatientes de uno de los cinco frentes de la Resistencia Nacional, el Atlántico o Yamata (2). Se habían levantado en armas contra el sandinismo en aquella Moskitia nicaragüense, con una importante base de apoyo, La Kiatara, ubicada en territorio hondureño. Cinco Observadores de Naciones Unidas –tres españoles y dos canadienses– recibimos la misión de materializar la desmovilización. Nos apoyaba un equipo médico alemán bajo bandera de la Orden de Malta. No era sencillo llegar con urgencia a la zona, falta de comunicaciones por carretera, imposible llegar por mar, dada la urgencia de lo acordado. Un Hércules C-130 alquilado a la Fuerza Aérea Hondureña –4.000 dólares, cash– (3), nos permitió llegar en tiempo útil, cargando dos «Toyotas» y la impedimenta que consideramos imprescindible. Ya en el hondureño pueblo de Mocorón, contactamos con aquellos combatientes, que hablaban una extraña jerga, mezcla de inglés, castellano y lenguas autóctonas, que nos obligaron a trabajar con traductor. Pero aquellos miskitos resultaron ser gente honesta, religiosa, cumplidora de la palabra dada, que comprendió desde un principio que ejecutábamos unos acuerdos internacionales y que veníamos solo a ayudarles a acabar una guerra. En formación militar, armas en tierra, descubiertos, pidieron perdón a Dios «por si sus balas habían matado o herido a sus semejantes». Luego uno a uno, tras entregar su arma, cumplieron los trámites necesarios para obtener el aval de Naciones Unidas que les permitía reintegrarse con seguridad a sus regiones de origen.

La Moskitia abarca una amplia zona de 100.000 kilómetros cuadrados situada en el extremo nororiental de Honduras (Departamento de Gracias a Dios con 34.000 habitantes) y Nicaragua (Departamento de Zelaya con 200.000). A pesar de un largo proceso de culturización y asimilación de elementos exógenos (4), han mantenido su identidad que procede de su pertenencia a una etnia y no a una clase social, dotada de un factor importante como es el idioma unificado. Otro factor lo constituye su religión «morava», una de las iglesias evangélicas pre-luteranas (año 1415) nacida en la actual República Checa, actualmente con cerca de un millón de seguidores, cuyo «vaticano» radica en Herrnhut (Alemania). Su cristianismo toma como fuente la Biblia y su fe nace del corazón. Los primeros misioneros moravos llegaron a aquellos puertos (Bluefields y Bilwaskarma) en 1849, creando escuelas, centros de salud y carpinterías (5). Conservan un sistema de tenencia comunal de tierras, que fue el que chocó contra las medidas centralizadoras sandinistas que se empeñaron en traslados forzosos de 42 pueblos a orillas del río Coco, reinsertando por la fuerza a 8.500 habitantes. A finales de 1982, instaurada la violencia por el gobierno de Managua, 10.000 miskitos con sus pastores moravos al frente cruzaron la frontera y se instalaron en Honduras. De allí saldrían con claro apoyo norteamericano los combatientes del Frente.

Entrañable Semana Santa entre ellos.

Tras la vuelta del sandinismo, no sé qué habrá sido de aquella buena gente a la que aprendí a querer, unidos por la misma cultura del mensaje cristiano.

(1) Misión de NN.UU. para Centroamérica. (2) Tierra de los aborígenes unidos. (3) Duro enfrentamiento entre necesidades reales y la farragosa burocracia de NN.UU. (4) La Moskitia no se anexionaría a Nicaragua hasta 1894. (5) La riqueza de sus maderas es importante.

Luis Alejandre Sintes. General (r). Academia de las Artes y Ciencias Militares.