Y volvieron cantando

Urgencias regenerativas

El miércoles que viene en el Congreso difícilmente subirá nuestra calidad democrática. Como mucho nos subirá el pan

Se presentará este miércoles 17 en las Cortes y después se negociará con los grupos políticos –los socios de referencia– a la vuelta del verano. Después de más de cuatro décadas de democracia consolidada en nuestro país y fortalecida tras la superación de esas difíciles pruebas que la hacen más firme, este próximo miércoles el presidente del Gobierno va a presentar su anunciado «plan de regeneración democrática», un plan que mantiene en vilo a no pocos sectores del país, pilares básicos del sistema como son la justicia y la prensa y que más allá de atisbarse como un dechado de garantías suscita todas las dudas y prevenciones, no solo por las circunstancias y el momento político en que se pone sobre la mesa, sino porque levanta todas las suspicacias propias de una propuesta supuestamente de altura que no llega avalada en origen por un gran consenso entre las principales fuerzas políticas.

Los socios del bloque «Frankenstein» que apoyan al gobierno, especialmente Sumar y ERC, conseguían espolear a Sánchez para avanzar en lo que estos grupos consideran debe se un «nuevo concepto» en la regulación de los medios de comunicación y justo cuando comenzaba a supurar por la herida de lo publicado acerca de la instrucción judicial sobre las actividades de su esposa exigiéndole la puesta en marcha de tan inquietante agenda, ya saben, mejorar nuestros estándares de libertades justo amordazando a todo nacido de madre que se posicione desde un medio escrito o audiovisual de manera critica frente al actual gobierno. En términos reales, lo que se pretende es modificar la ley de publicidad institucional para cortar el grifo a según qué medios y según un criterio de audiencias o lectores e incluso cambiar las leyes del derecho de rectificación y del derecho al honor que, dicho sea de paso, han funcionado hasta la fecha de manera impecable y sin lagunas conocidas, todo ello amparándose una vez más en la «milonga» exterior de turno que en este caso pasa por la torticera interpretación de una norma europea, la EMFA, relativa a la libertad de medios de comunicación, que bien leída en nada se corresponde con lo que pretendería el gobierno. Mas bien se atiende a llamamientos como el del «progresista» Rufián de ERC proponiendo ahogar financieramente a medios «difamadores» posteriormente bautizados como «fango». El miércoles que viene en el Congreso difícilmente subirá nuestra calidad democrática. Como mucho nos subirá el pan.