Y volvieron cantando

Votar a los 16

La izquierda ha vuelto a agarrar este debate con fines estratégicos, pero sin escapar a los clichés de siempre

Las apreturas post electorales a la hora de que la matemática parlamentaria permita conformar mayorías por muy débiles que sean están obligando a algunas formaciones políticas sobre todo de la izquierda a rizar el rizo en el intento de incorporar nuevos votantes y, en consecuencia, a explorar caladeros tan nada despreciables como el de ese posible nuevo millón de electores que se incorporarían al censo si el debate que pretende abrirse sobre la posibilidad de votar a partir de los 16 años de edad llega al buen puerto de un cambio legislativo. El gobierno y sus socios especialmente Sumar, bajo el mantra de que se trata de una cuestión de «democracia y justicia», están empeñados en añadir este asunto al ruedo político tratando de convencer al personal de que no hay motivos para que los actualmente mayores de 16 años no puedan acudir a las urnas a elegir sus representantes como cualquier adulto de 18 u 88 años y lo hacen en el convencimiento de que estos jóvenes post adolescentes todavía son un segmento de electorado claramente volcado hacia el voto de la izquierda a pesar de no haber madurado todavía, ni por vivencias ni por experiencias, una clara identidad ideológica.

El planteamiento trampa que se formula desde las terminales socialistas y podemitas es el que constata que ya un adolescente puede tomar decisiones propias sobre cuestiones médicas, incluido el derecho aborto, a lo que se suma que también se podrá elegir sin supervisión alguna de padres o tutores la identidad de género, ergo, si esto es así, ¿por qué el joven de 16 no puede tomar decisiones sobre cuestiones que atañen a asuntos colectivos como elegir un diputado o un concejal? Una pregunta también trampa sencillamente porque de entrada da por válidas las prerrogativas ya concedidas a menores de edad como abortar o cambiar de sexo y obvia por ejemplo la contradicción de estar en condiciones de elegir parlamentos, pero sin ser plenamente responsables de asuntos criminales Código Penal en mano. La izquierda ha vuelto a agarrar este debate con fines estratégicos, pero sin escapar a los clichés de siempre, ricos votan derecha, negros demócratas, rubios republicanos y obreros izquierda, solo que, en este caso, bien harían algunos estrategas en verificar hechos como la alta tasa de edad en el votante del PSOE contrastando con el voto joven a VOX. Aquí no sirven bonos culturales.