Cuartel emocional

La voz y la mano

Kamala Harris gana cuando habla porque tiene voz potente, armoniosa, melodiosa y gutural. Quiero decir que su sonido es agradable al oído humano

Estos políticos de hoy en día deberían cuidar más minuciosamente los detalles, que para eso cobran. Por ejemplo Kamala Harris gana cuando habla porque tiene voz potente, armoniosa, melodiosa y gutural. Quiero decir que su sonido es agradable al oído humano. La voz es muy importante porque se percibe con uno de los sentidos más sensibles, que penetra directamente al cerebro y es inconfundible, personal y persuasiva. En cambio saluda de una forma ridícula, parece Miriam Nogueras, la diputada de Junts que va siempre remangada, como si fuera a fregar los platos, y que da la mano encogiendo el codo, como iniciando una extraña reverencia, no sé, un plongeon o así. Es lo que me recordó Kamala el otro día al saludar a Trump antes de comenzar el cara a cara. El brazo debe estar estirado y firme, dentro de un orden, nunca fláccido pero sin pasarse como Letizia, que se siente algo así como general de división y te destroza la mano con sus apretones, sobre todo si llevas algún anillo. Digamos que en la naturalidad está el secreto, que no se trata de demostrar nada.

Harris es cierto que está seduciendo al personal femenino y Taylor Swift ha dicho ya que piensa votarla, pero que esto no ciegue a la candidata porque pierde hombres a chorros por Carolina del Norte, Nevada y Pensylvania. Es muy difícil contentar a todos, y eso que su contrincante no se lo pone precisamente difícil. Los argumentos de Trump son tan ridículos y pueriles como ineficaces –lo de que se comen perros y gatos y matan niños pequeños no sé quién se lo habrá escrito, pero se ha cubierto de gloria porque es el hazmerreir mundial-. En todo caso, su campaña ha tratado de centrarse en la economía, la inflación, la inmigración ilegal y el crimen, diseñada para atraer a los votantes masculinos más jóvenes, y en ese sentido está siendo eficaz si bien las encuestas van muy igualadas y él no quiere más debates. No sé si esto le va a debilitar o le va a mantener en el lugar desde el que partió la campaña, que no es malo. Ya veremos. Lo que sí es cierto es que este asunto me entretiene mucho más que lo de Venezuela, que no hay por dónde agarrarlo y que tiene mal arreglo. Maduro se morirá ejerciendo el poder, como Chavez, y si no, al tiempo. Madrid –y el resto-, estará cada vez más venezolanizado –no hay más que salir a la calle, entrar en Zara o en el Corte Inglés para darnos cuenta de que es una realidad-, y al pobrecito ganador de las elecciones le seguirán dando buenas palabras, disfrutará de un buen exilio en casa de algún rico compatriota, que los hay a manta, y aquí paz y después gloria.

Por lo demás, también en nuestro país se seguirán ejecutando tropelías, continuarán practicando políticas bolivarianas, como viene sucediendo desde que nos hemos visto sumidos en el sanchismo, y los presupuestos se aprobarán por decreto como hace Gustavo Petro, el actual dictador colombiano y nadie moverá un músculo de la cara para mostrar descontento. Esta es la realidad y no ninguna otra.

CODA. Un rico se ha permitido una caminata espacial privada, iniciando así la carrera del turismo interplanetario. Elon Musk frotándose las manos, a puntito está de adquirir el status de billonario y este nuevo negocio va a hacer que rompa récords en su cuenta corriente. Como son cifras que mi mente no es capaz de alcanzar, me quedo con otra noticia más mona: Hisahito, príncipe heredero japonés, acaba de cumplir dieciocho años y recibe preparación para ser el próximo emperador. Pero lo que a él le gusta de verdad es estudiar a las libélulas. Belleza y ternura absoluta.