A pesar del...

Warren y la vieja izquierda

Evoquemos, pues, esa otra izquierda que, por cierto, y al revés que Warren, ganaba elecciones holgadamente y gobernaba sin ceder armas y bagajes a ultras y separatistas

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, ha perpetrado tantas fechorías que resulta inevitable que se generalice el contraste entre la izquierda actual y la de la transición. Incluso la más antiliberal y populista –la de Alfonso Guerra– hoy suscita una cierta nostalgia. Y Felipe González parece Disraeli.

Por eso, entre tanto desierto antiliberal dizque progresista, me gustó leer en El País una entrevista con la empresaria Elena Benarroch, que fue célebre en tiempos del felipismo. Brindó una joya tras otra, empezando por: «Es una gilipollez pensar que si eres rico no puedes ser de izquierdas. Para mí ser de izquierdas es ser tolerante».

Tolerancia es algo de lo que no disfrutó doña Elena en sus peleterías: «Mis últimos años en el negocio fueron una lucha insoportable. La prensa no aporta nada a la ignorancia general. Hay unas leyes y normas que rigen este negocio. No se matan animales de manera indiscriminada. Es más fácil decir que las pieles son una cosa de ricos y que hay que acabar con los ricos». Finalmente tuvo que cerrar su tienda de Madrid, «muy harta del rollo ecológico».

Y hay más. Es judía sefardí y denuncia el repunte del «aterrador» antisemitismo: «A la gente se le ha olvidado el Holocausto y lo que pasó el 7 de octubre de 2023. La gente se ha olvidado de que hay 137 rehenes en manos de Hamás. Siento horror, como en toda guerra. Ambas partes están jodidas. Pero una cosa no quita la otra. No se puede obviar la evidencia: como no eliminen a Hamás, corre peligro el mundo entero, no solo Israel».

Compare usted esto con la nueva izquierda de Warren y compañía, su propaganda sobre «la derecha y la ultraderecha», su pueril demonización de una oposición que supuestamente amenaza las «conquistas sociales» que la izquierda hoy presume de haber inventado, etc. En vez de reconocer que si la gente vota a la derecha es porque la izquierda no ha reconocido los costes de sus propias políticas –como el del gasto «social» en términos de impuestos– pretende asustarla con fantasmas, como el «feroz neoliberalismo» sobre el que desbarró Almodóvar el domingo.

Evoquemos, pues, esa otra izquierda que, por cierto, y al revés que Warren, ganaba elecciones holgadamente y gobernaba sin ceder armas y bagajes a ultras y separatistas.