País Vasco

Ni todos los vascos la conocen: la peculiar manera con la que llaman en euskera al mes de septiembre

Septiembre suele estar relacionado con el final del verano y la vuelta al cole. Sin embargo, los vascos interpretan este mes de una manera particular a través del lenguaje

Ni todos los vascos la conocen: la peculiar manera con la que llaman en euskera al mes de septiembre
Ni todos los vascos la conocen: la peculiar manera con la que llaman en euskera al mes de septiembreFreepik

En euskera, los meses del año no siempre responden a nombres heredados del calendario romano. Muy a menudo, la lengua vasca los bautiza a partir de elementos de la naturaleza, de los cultivos o de fenómenos que marcaban la vida diaria en las comunidades rurales. Esa mirada, tan ligada al entorno, ha dejado un calendario lleno de significados que van más allá de una simple etiqueta cronológica.

Septiembre es un buen ejemplo. Aunque la palabra oficial y más extendida es Irail, que se traduce como “mes del helecho”, existe también otra denominación tradicional, mucho menos conocida incluso entre los propios hablantes.

¿Cómo se dice septiembre en euskera?

El término Irail proviene de “ira”, helecho en euskera, una planta abundante en los montes vascos y muy característica de finales de verano. El sufijo “-il” o “-hil” es habitual en la formación de los nombres de los meses, de modo que Irail se entiende literalmente como el “mes del helecho”.

Su origen no es casual. Este periodo del año coincide con la máxima presencia de la planta en el paisaje, justo antes de que las primeras bajadas de temperatura empiecen a secarla. Así, el calendario euskera refleja una observación directa de la naturaleza, un recurso común en euskera también en otros meses: Uztaila (julio) alude a la cosecha, Otsaila (febrero) hace referencia al lobo (otso), y Martxoa (marzo) al dios romano Marte, en este caso tomado del latín.

El “primer mes de escasez”

Sin embargo, junto al Irail más conocido, algunas fuentes recogen otra denominación: Urri leneko. Esta expresión significa literalmente “primer mes de escasez” y tiene un trasfondo agrícola y vital muy claro. Tras la abundancia estival, septiembre marcaba el inicio de una etapa en la que los recursos comenzaban a reducirse. Los graneros se iban vaciando, el ritmo de las cosechas decaía y las familias debían racionar lo acumulado durante el verano.

Esta visión encaja en la lógica de otros meses en euskera. Octubre, por ejemplo, se llama Urria, que procede de urri (“escaso”), precisamente por esa progresiva falta de recursos tras el verano. Urri leneko sería, en ese sentido, el primer aviso de lo que estaba por venir.

La coexistencia de nombres como Irail y Urri leneko no es un caso aislado. Antes de que el euskera se estandarizara en su versión moderna, los nombres de los meses podían variar en función de la zona, el valle o incluso la tradición familiar. Algunas denominaciones se consolidaron hasta aparecer en el uso oficial, mientras que otras se mantuvieron en registros más locales y hoy forman parte del patrimonio cultural.

En el caso de septiembre, Irail es la forma reconocida y presente en calendarios escolares, medios de comunicación y vida cotidiana, mientras que Urri leneko sobrevive en la literatura popular, en diccionarios históricos y en los recuerdos de generaciones mayores, sobre todo en zonas rurales.

En comparación con otras lenguas romances, que han conservado casi intacto el legado latino en los meses del año, el euskera ofrece un modelo híbrido: combina préstamos, como Abuztua (de Augustus), con creaciones propias cargadas de significado natural y agrícola. Esto convierte al calendario vasco en algo más que un sistema de cómputo: es un reflejo de cómo la vida estaba marcada por el clima, la tierra y los ciclos de trabajo. En septiembre, mientras en otros lugares se piensa en la vuelta al colegio o al trabajo, el euskera recuerda tanto al helecho que cubre los montes como al inicio de un periodo de mayor sobriedad en los hogares.