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Estos son los tres “haters” de Francisco dentro de la Iglesia: Viganò, Burke y Müller

Los obispos y cardenales que lideran la oposición de Francisco se sirven para atacarle lo mismo del reciente informe sobre abusos que de las elecciones norteamericanas

Muller, Burke y Vigan
Muller, Burke y ViganLa Razón

La impronta reformista del Papa Francisco y su empeño por acabar con algunos de los lastres que la Iglesia viene arrastrando desde hace décadas, como la corrupción económica o la lacra de los abusos sexuales, ha hecho que por el camino se haya labrado un grupo de ilustres enemigos en las sacristías. En términos tuiteros, se trataría de un club de ‘haters’ que, en un principio, exponían de forma soslayada sus discrepancias, pero que, hoy en día no dudan en unir sus fuerzas en un equipo conocido como “la dubia”.

El nuncio acusador Carlo Maria Viganò

El que fuera embajador vaticano en Estados Unidos provocó uno de los mayores quebraderos de cabeza a Francisco en su pontificado, cuando se encontraba de viaje en Irlanda. El nuncio apostólico publicaba una carta de once páginas en la que exigía la dimisión del Papa por haber encubierto los abusos sexuales del cardenal estadounidense Theodore McCarrick.

En la misiva exponía que había abordado personalmente con el Papa la conducta de McCarrick y le llegó a advertir en 2013 de que era “un depredador en serie”. “No fue hasta que se vio obligado por la noticia de abuso de un menor que tomó medidas para salvar su imagen ante los medios, de nuevo (una decisión) basada en la atención mediática”, le recriminaba a Jorge Mario Bergoglio.

El Vaticano no dudó en desmentir al diplomático, recordando que Francisco lo destituyó de su dignidad de cardenal cuando se pudieron demostrar las acusaciones de pederastia. El nuevo informe que publicó ayer la Santa Sede incide en esta tesis.

Esta reacción de la Santa Sede, lejos de calmar al diplomático italiano, ha incrementado su ira, hasta tal punto que su oposición a Francisco es prácticamente ‘por decreto’. Para hacerse una idea de su posicionamiento, basta que mencionar que hace tan solo unos días respaldó públicamente la tesis ‘trumpista’ del pucherazo en las elecciones norteamericanas: “Es el más colosal fraude electoral de la historia, con el fin de asegurar la derrota del hombre que se ha opuesto enérgicamente al establecimiento del Nuevo Orden Mundial que desean los hijos de las tinieblas”.

Ayer mismo, tras publicarse precisamente el informe de la Secretaría de Estado sobre el caso McCarrick, Viganò no dudó en calificar la investigación interna de “ficción vaticana” por mostrar una visión “adulterada de la realidad” con un carácter “descarado y fraudulento”,

El cardenal firmante Raymond Burke

Fue el prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica con Benedicto XVI. Pero, con Francisco, este purpurado norteamericano jubilado se ha convertido en un acicate permanente, sobre todo, desde que en los sínodos de la Familia y en la exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’ el Papa dejara la puerta entreabierta a la comunión de los divorciados vueltos a casar.

En ese momento, se unió a los cardenales Walter Brandmüller, Joachim Meisner, y Carlo Caffarra -estos dos últimos ya fallecidos-, para constituir la llamada ‘Dubia’. Juntos elaboraron una carta con cinco preguntas en la que apreciaban que las enseñanzas del Papa dañaban “la integridad de la fe católica”. Al no recibir respuesta del Santo Padre a sus dudas, decidieron hacer pública la misiva, lo que implicaba una declaración de guerra abierta contra Bergoglio que Burke mantiene.

Y no solo con la afectividad y la sexualidad de fondo. Sin miramientos ha llegado a acusar al Papa de convertir a la Iglesia en un “barco sin timón” y ha pedido a los católicos que le desobedezcan en numerosas ocasiones. ¿La última? Como respuesta a las declaraciones de Francisco sobre las uniones civiles homosexuales. El purpurado ha asegurado que “el contexto y la ocasión de tales declaraciones las hacen carentes de todo peso magisterial”.

Cuando se le ha preguntado si se considera un enemigo del Pontifíce, lo niega rotundamente. Eso sí, no duda en dejar caer que Francisco está provocando un “cisma” en la Iglesia.

El ‘ministro’ Müller

Cuando el Papa decidió no renovar en su cargo al alemán Gerhard Ludwig Müller, quizá podía imaginarse que las discrepancias públicas mostradas hasta ese momento por el prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe -otrora Inquisición-, se dispararían. Así fue. Nombrado por Benedicto XVI en 2012, Francisco dejó de prescindir de sus servicios cinco años después, tras cumplir la preceptiva legislatura.

Francisco no dudó en crearle cardenal en su primer consistorio. Pero su distancia se convirtió en abismo, al igual que con Burke, a raíz de la publicación de Amoris laetitia. Y aunque no forma parte de la Dubia, sí ha justificado a los otros cuatro príncipes de la Iglesia.

De la misma manera, tampoco ha dudado en calificar de “sorprendente ignorancia teológica” la forma de proceder tanto del Papa como del Consejo de cardenales que le asesora por el borrador de la constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’ que regirá la vida de la Iglesia en los próximos años.