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¿San José fue carpintero? Más bien un manitas

Francisco declara 2021 como el año del padre legal de Jesús, una de las figuras más enigmáticas de la Biblia por falta de datos verificables

Técnicos de un gabinete de arquitectura realizan las mediciones del San José del nacimiento que se está plantando en la plaza del ayuntamiento para comprobar su altura y confirmar que es el más alto del mundo para entrar en el Libro Guiness de los records.
Técnicos de un gabinete de arquitectura realizan las mediciones del San José del nacimiento que se está plantando en la plaza del ayuntamiento para comprobar su altura y confirmar que es el más alto del mundo para entrar en el Libro Guiness de los records.la razonla razon

Cuando se topa con un problema de difícil solución lo escribe en un papelito, lo pone debajo de una pequeña talla de madera de san José durmiente que tiene en su escritorio y se lo encomienda. «Para que rece por este problema», deja caer el Papa, sabedor de que es el hombre que recibe en sueños los mensajes de Dios a través de un ángel: aceptar la paternidad de Jesús, el peligro de Herodes… «¡Durmiendo cuida a la iglesia! ¡Sí! Lo puede hacer», ha llegado a confesar Francisco.

Imprescindible en el belén. Indispensable en la historia del cristianismo. Y fundamental para un pontífice que mañana le pondrá bajo el foco en la Jornada de la Sagrada Familia, en tanto que ha proclamado 2021 como el Año de san José. En realidad, el jubileo arrancó el pasado 8 de diciembre, cuando se cumplió el 150 aniversario de su declaración como patrono de la Iglesia universal por Pío IX. El pontífice argentino reivindica ahora su figura a través de la carta apostólica «Patris corde» –«Con corazón de Padre»–, en la que le presenta como «el hombre de la presencia, diaria, discreta y oculta». Hasta tal punto que se trata de una de las figuras más desconocidas de la Biblia. Entre otras cosas, porque apenas hay datos contrastados de él. Se le menciona en los Evangelios de Mateo, Lucas y una vez en Juan, cuando alguien llama a Jesús «el hijo de José». En Marcos ni aparece. Así lo constatan los analistas de la Sagrada Escritura, para quien continúa siendo un enigma en torno al que se han construido no pocos mitos. «Teológicamente tiene una importancia clave, incluso tiene su propia rama de estudio, la josefología, pero no sabemos absolutamente nada de su vida como tal, no hay mucha chicha donde rascar más allá de algún texto apócrifo, que puede dar pie para que cada uno escriba una historia según la interprete», señala el biblista Pedro Barrado. Así sucede, por ejemplo, con su oficio. Tanto Mateo como Marcos utilizan el término en griego «tekton» que desde un primer momento se tradujo como carpintero. Sin embargo, no sería del todo correcto, pues esta palabra que está en la raíz de «arquitecto», incluiría a un tipo de artesano en sentido más amplio, que no solo trabajaría con la madera, sino también con la piedra. «Es lo que correspondería hoy más bien al profesional que ofrece servicios integrales, lo que coloquialmente conocemos como un ‘ñapa’ o un ‘chapuza’ de barrio sin carga peyorativa, aquel que te resuelve cualquier incidencia en casa, lo mismo vinculado a la carpintería que a la albañilería como arreglar una ventana, levantar una pared de adobe…», apostilla Barrado sobre la cuestión.

Más licencias habría en el «Protoevangelio de Santiago», un apócrifo escrito en torno al año 150 que se detiene en la niñez de Cristo. A partir de él, se habrían construido un manojo de «fake news» o verdades a medias que se han transmitido como veraces de generación en generación. «Se presenta a José como un hombre viejo, de unos 90 años, y viudo. Con este perfil se matarían varios pájaros de un tiro», relata el experto en la Biblia: «Por un lado, se justificarían las alusiones que se hacen en el Evangelio a los hermanos de Jesús, que los aportaría José de un matrimonio anterior. Por otro lado, su edad avanzada borraría toda tentación en la convivencia con María». A la par, el Protoevangelio también regala la iconografía clásica del padre de Jesús con una vara florida. Y todo, porque todos los candidatos a desposarse con María dejaron su cayado en el templo. «Y José tomó la última, y he aquí que una paloma salió de ella, y voló sobre la cabeza del viudo», se describe en el texto apócrifo como signo de la elección inequívoca que haría sumo sacerdote.

El rastro de José desaparece en los Evangelios cuando Jesús se pierde en el templo con 12 años. María le acompaña hasta la cruz, pero de él no se sabe nada. «Esto refuerza la idea de su vejez, pero también pudo haber fallecido prematuramente por otra causa», comenta Barrado, que rescata «La historia de José, el carpintero», una compilación de finales del VI en el que Jesús describe en primera persona su fallecimiento a los 111 años, y en el que se sostiene que tuvo otros seis hijos de un matrimonio anterior. Entre los pocos «Sálvame» sobre san José se encuentra el descubrimiento de un osario de tiempos de Cristo con una inscripción en arameo: «Santiago, hijo de José, hermano de Jesús». «Se generó revuelo e incluso alguien se lanzó a la piscina al asegurar que demostraba que Jesús tuvo hermanos. Más tarde se demostró que era falso a medias. Al parecer, la primera parte del escrito era real, pero se falsificó lo de ‘hermano de Jesús’», expone Barrado.

Tan poco se conoce de san José que Benedicto XVI no hizo referencia alguna a estas cuestiones en su minucioso libro sobre la infancia de Jesús. En esta obra de investigación en la que el Papa emérito sí se «mojaba» al asegurar que el buey y la mula no estuvieron en el momento del nacimiento del Salvador, no entra en detalles sobre José. Tan solo se detiene en ensalzar su papel de «hombre justo» en tanto que no repudió en público a María a pesar de ser su prometida y quedarse embarazada. De lo que no cabe duda para Joseph Ratzinger es que «José es el padre legal de Jesús», si bien «sólo Dios es su ‘Padre’ en sentido propio’. Francisco incluso ahonda aún más en su escrito para este jubileo en su paternidad «en la sombra» para recordar que «siempre supo que el Niño no era suyo, sino que simplemente había sido confiado en su cuidado». Desde ahí, alaba cómo superó el desconcierto inicial, no desde una «lógica del auto-sacrificio», sino desde la confianza. Por este motivo, el Papa argentino le presenta como un referente de los trabajadores y «amado por el pueblo cristiano». Incluso llega a sugerir que se le declare protector de los migrantes, «santo patrono especial para todos aquellos que tienen que dejar su tierra a causa de la guerra, el odio, la persecución y la miseria».