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Nunzio Galantino, la mano que maneja la cuenta corriente del Papa

A partir del 1 de enero, este obispo italiano se consolidará como uno de los hombres clave de Francisco

Nunzio Galantino
Nunzio GalantinoLa RazónLa Razón

Es italiano. De Cerignola, de la provincia de Foggia, la que corresponde a la espuela de la bota italiana. Una tierra conocida por sus aceitunas y por la batalla entre las tropas españolas y francesas durante la segunda Guerra de Nápoles en 1503. Pero la guerra en la que el Papa Francisco ha metido a Nunzio Galantino es otra. Este obispo italiano es desde hace dos años y medio el presidente la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, un organismo más conocido por sus siglas -APSA-, y que hace las veces de tesorería y banco central del Vaticano.

Además, a partir del 1 de enero, concentrará en sus manos absolutamente todas las cuentas de la Curia, valores e inversiones mobiliarias, y será quien provea de fondos a cada uno de los departamentos eclesiales. Así se desprende del ‘motu proprio’ del Papa hecho público hoy que pone como fecha límite el 4 de febrero para vaciar también las huchas bancarias de la Secretaría de Estado y traspasar sus fondos a la APSA. No solo eso, también quedarán supeditados a él los gastos ordinarios y extraordinarios de la oficina del ‘primer ministro’ vaticano Pietro Parolin. Un decisión que, lejos de ser visto como una injerencia o una retirada de confianza del Papa, se ha interpretado como un respiro. ¿El motivo? El Vaticano no se puede permitir más escándalos en sus bolsillos, después de que el Papa retirara todos sus derechos cardenalicios a Angelo Becciu, ex sustituto de Secretaría de Estado, después de trascender una sospechosa compraventa millonaria de un inmueble en Londres.

“Sería hipócrita decir que lo sucedido no ha importado a la hora de tomar esta decisión. Ciertamente, el Papa ya había trazado un camino, pero la historia del edificio de Londres ayudó a que la gente entendiera qué mecanismos de control debían fortalecerse”, se justificaba hoy el presidente de la APSA sobre esta concentración de poder en su persona: “Nos hizo comprender muchas cosas: no solo cuánto hemos perdido, un aspecto que todavía estamos evaluando, sino también cómo y por qué lo hemos perdido”.

Galantino está llamado, por tanto, a no fallar al Papa en su cruzada para acabar con las corruptelas, el blanqueo y los contratos a dedos que han minado la credibilidad de la Iglesia. De ahí que todas las miradas estén puestas en cómo administrará el Óbolo de San Pedro, la entidad que aglutina todas las donaciones de los católicos de todo el planeta y que el Pontífice está llamado a utilizar únicamente con fines caritativos. Unas cuentas que también han estado en entredicho en estos últimos años y que el que fuera secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana está obligado a transparentar más pronto que tarde.

Eso sí, todo movimiento de Galantino estará supervisado por un español, el jesuita Juan Antonio Guerrero. Este religioso extremeño es el prefecto de la Secretaría de Economía, o lo que es lo mismo, el ministro de finanzas responsable de auditar cada movimiento del APSA. Pero, sobre todo, en manos del sacerdote extremeño está culminar la reforma vaticana emprendida por Francisco y que no pudo llevar a término el cardenal australiano George Pell tras verse envuelto en un caso de abusos sexuales del que fue finalmente absuelto tras pasar 400 días en la cárcel.

Mano a mano, el español y el italiano tienen que poner en orden cada euro, máxime cuando el Vaticano se encuentra en números rojos -que no en bancarrota, insisten desde Roma-, con un gasto medio anual de unos 330 millones de euros y que emplea a unas 5.000 personas.