Reforma

Las parroquias en Barcelona no se cierran, se reagrupan

El cardenal Omella concentrará la gestión de 208 iglesias en 48 comunidades parroquiales

El arzobispo cardenal, Juan José OMella, en una ceremonia en Barcelona
El arzobispo cardenal, Juan José OMella, en una ceremonia en BarcelonaEFE

¿El cardenal Juan José Omella va a cerrar 160 parroquias de las 208 que tiene Barcelona? No. A pesar de los que se ha comentado estos días, según ha podido confirmar LA RAZÓN, los datos ofrecidos no corresponden con la realidad. Y es que, si bien es cierto que el arzobispo de la archidiócesis catalana está ultimando una reforma estructural, bajo ningún concepto se prevé un cierre masivo de espacios de culto.

A la espera de una decisión final, el Arzobispado tiene previsto reagrupar las 208 parroquias actuales en 48 comunidades parroquiales, que vendrían a asemejarse a las unidades pastorales que ya están en marcha en muchas diócesis rurales ante la falta de vocaciones. Ante esta ausencia en el relevo de sacerdotes, el purpurado tendría previsto crear equipos para esas nuevas comunidades coordinados por un presbítero que trabajará mano a mano con laicos y religiosos para sacar adelante la labor celebrativa y caritativa de las iglesias de la ciudad. De esta manera, según el barrio o la comarca, se unificarían entre tres y seis templos de media para compartir recursos pastorales, administrativos y económicos, pero no desaparecerían. «Hoy en día se hace más difícil que todas las parroquias puedan ofrecer todos los servicios, con perjuicio de la evangelización y las prestaciones actuales», detallan desde el Arzobispado sobre esta reagrupación.

Eso sí, dentro de esta reestructuración, en caso de cierre de algunos lugares de culto, el equipo de Omella estima que, en el peor de los casos, estaría sobre la mesa la clausura, como mucho, de ocho o diez. Aun así, habrá que esperar a que el cardenal tome la última palabra, después de recibir el informe elaborado tras un año y medio de trabajo por una comisión mixta creada para radiografiar la estructura de la Iglesia en la capital catalana. «Se pretende también reforzar el trabajo en común y la sinodalidad de sacerdotes, laicos, religiosos y diáconos», apuntan desde la diócesis catalana sobre la reforma en ciernes. En cualquier caso, fuentes eclesiales defienden que bajo ningún concepto «la politización independentista de la Iglesia catalana ha acelerado el abandono de creyentes o feligreses» y, menos aún, justificaría el supuesto cierre de templos, ya que esta tendencia a la secularización, común al resto de España, viene acentuándose en la región desde hace décadas. En esta misma línea, también explicitan que, hoy por hoy, las cuentas del Arzobispado de Barcelona están saneadas, en lo que califican de «claro equilibrio económico, tal como consta en las auditorias anuales, en las cuentas diocesanas». De la misma manera, recuerdan que los contribuyentes de la capital catalana son los que más aportan de España a la Iglesia a través de la casilla de la declaración de la renta, solo por detrás de Madrid. Gracias a esta gestión, confirman que se ha podido hacer frente al envite causado por la pandemia en las estructuras eclesiales.