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Abusos a menores

El Vaticano expulsa al excardenal McCarrick tras las acusaciones de abusos

La decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe llega después de la investigación que ordenó el papa Francisco sobre el caso.

El Papa, durante un encuentro con el excardenal y arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick.
El Papa, durante un encuentro con el excardenal y arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick.larazon

La decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe llega después de la investigación que ordenó el papa Francisco sobre el caso.

stados Unidos se había convertido en uno de los grandes epicentros de los abusos sexuales en la Iglesia, por su repercusión y porque allí se investigaron algunos de los casos más importantes de los últimos años, como los de Boston o los más recientes de Pensilvania. Y en este contexto, siempre ávido de un protagonista, Theodore McCarrick representaba en la actualidad esa figura. Se trata del mayor cargo al que el Vaticano reduce al estado laical, el mayor castigo que puede impartir la Iglesia, como consecuencia de denuncias por abusos sexuales. Hace solo unos meses era cardenal y arzobispo emérito de Washington, mientras que ahora no puede siquiera administrar los sacramentos como un simple cura. La ejemplarizante sanción se produce apenas unos días antes de que comience en el Vaticano una trascendental cumbre sobre la pederastia, en la que no solo está prevista la presencia de los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, sino también un importante despliegue de las mayores medios de comunicación estadounidenses.

En el comunicado hecho público ayer por la Congregación de la Doctrina de la Fe, el órgano vaticano que se encarga de estudiar estos casos, se le declara culpable de abusos a menores y adultos, con el agravante de abuso de poder. En 2017, el Papa ya había ordenado una investigación contra él, después de las denuncias procedentes de la Iglesia estadounidense, que concluyó con su expulsión del Colegio Cardenalicio en julio del año pasado. A continuación, McCarrick había impugnado cada una de las acusaciones que se virtieron sobre él, pero el Vaticano señaló ayer que Francisco ha ordenado que esta decisión sea definitiva sin que esté sujeta a posteriores recursos. La Justicia civil del país no lo ha investigado hasta ahora y no se prevé que lo haga por las limitaciones federales de los Estados en los que presumiblemente cometió todos aquellos delitos de los que está acusado.

Theodore McCarrick tiene ahora 88 años, pero las primeras denuncias por acoso se remontan hasta cuatro décadas atrás, cuando aún era un sacerdote raso en Nueva York, su ciudad natal. Después, el diario «The New York Times» recogió el testimonio de tres menores que decían haber sido violentados por él, aunque se estima que estas conductas se extendieron durante décadas entre sacerdotes y seminaristas con los que coincidió. Según fuentes conocedoras del caso, la conducta de McCarrick era un secreto a voces en el Vaticano. Sin embargo, eso no le impidió hacer carrera hasta que en 2001 fue ordenado cardenal por Juan Pablo II. En los últimos años, estas continuas sospechas fueron relegándolo hasta reducir al mínimo sus apariciones en público.

De esta forma, el Papa parece cumplir con lo escrito en su carta al Pueblo de Dios, con la que respondió precisamente al informe de abusos en Pensilvania, en la que dijo que «el único modo de responder a este mal» era «reconocer los pecados y errores». La expulsión del estado clerical de McCarrick no es solo una medida ejemplarizante en el campo de la pederastia, sino un mensaje a esa cultura del encubrimiento que desde el Vaticano reconocen que ha existido durante todo este tiempo. El ex portavoz del Vaticano y moderador en la próxima cumbre sobre la pederastia, Federico Lombardi, reconoció esta semana en un encuentro con corresponsales extranjeros que durante años existió «una resistencia a denunciar este tipo de casos por el embarazo que suponía para la propia comunidad cristiana».

Solo existe un precedente de cardenal expulsado de la Iglesia, datado de hace casi un siglo, y no tenía nada que ver con los abusos sexuales. En los últimos años, Francisco sí que ha ordenado la reducción al estado laical de un alto número de sacerdotes, pero los expertos recalcan que el mensaje que se transmite ahora es que ni obispos ni cardenales tendrán un trato preferencial dentro de la Iglesia y que cualquier miembro del clero podrá ser juzgado por un mismo rasero. McCarrick recibió la noticia en un convento en Kansas, en el que el Papa le había aconsejado retirarase y permanecer desde que decidió quitarle el birrete cardenalicio.

El trato de Francisco al ex cardenal estadounidense había sido puesto en tela de juicio por el ex nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, que utilizó precisamente este caso para acusar a Bergoglio de haber hecho la vista gorda ante los delitos cometidos por McCarrick a lo largo de su mandato. Fue el desencadenante de la famosa carta en la que Viganò pidió la dimisión del Francisco, a la que se sumaron varios representantes de un sector ultraconservador de la Iglesia. Sin embargo, los hechos se produjeron durante los últimos tres pontificados, pero solo Francisco inició la investigación el pasado 2017, le retiró el título de cardenal y ahora el del estado clerical. Importantes figuras en el campo de los abusos, como el padre Hans Zollner, uno de los miembros del comité organizador de la cumbre que comenzará el próximo jueves en el Vaticano, han manifestado que «la Iglesia se juega la credibilidad en este encuentro». El Papa es consciente de ello y ha querido mandar un mensaje claro en un momento oportuno.