Santoral
¿Qué santo se celebra hoy, 28 de agosto? Esto es lo que debes saber del santoral de la Iglesia Católica
En el día de hoy se conmemora la figura de San Agustín de Hipona
El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.
¿Qué santos se celebran hoy, jueves 28 de agosto?
- San Hermes de Grecia: mártir, llegó a Roma en el siglo III y se convirtió en ciudadano romano. Fue elegido prefecto e hizo cristianos a su esposa, sus hijos, su hermana y mil esclavos. Fue arrestado por orden de Trajano.
- San Alejandro de Constantinopla: obispo, cuyas apostólicas súplicas, según escribe san Gregorio Nazianceno, lograron vencer al jefe de la herejía arriana (c. 336).
- San Julián de Brivet: mártir. La tradición refiere que habiendo ido, por consejo de san Ferreolo, a Brivet (Aquitania) en tiempo de persecución, alcanzó allí la palma del martirio (c. s. III)
- San Edmundo Arrowsmith: mártir, tras pasar muchos años entregado al cuidado pastoral en su patria, murió en la horca durante el reinado de Carlos I (s. XVII).
- Santa Florentina de Sevilla: virgen, a la que, por su gran conocimiento de las disciplinas eclesiásticas, sus hermanos San Isidoro de Sevilla y Leandro le dedicaron tratados de alta doctrina (s. VII).
San Agustín de Hipona: vida y legado
San Agustín de Hipona (354–430) ocupa un lugar central en la historia del cristianismo y de la cultura occidental. Nació en Tagaste, en el norte de África, el 13 de noviembre del 354. Su madre, Santa Mónica, lo educó en la fe, pero durante su juventud Agustín se alejó de las enseñanzas cristianas. Vivaz, apasionado y brillante estudiante de retórica, se entregó a los placeres, a la vida social y a la búsqueda de prestigio. A los 19 años se convirtió en padre de Adeodato, fruto de su relación con una joven que no podía ser su esposa por la diferencia de condición social.
Su inquietud intelectual lo llevó a interesarse por el maniqueísmo y a viajar en busca de nuevas oportunidades. En Roma y luego en Milán, alcanzó reconocimiento como profesor de retórica. Sin embargo, su corazón seguía insatisfecho. En Milán conoció al obispo Ambrosio, cuya elocuencia y profundidad espiritual lo impresionaron. La perseverancia en la oración de su madre y la lectura de los filósofos avivaron su búsqueda de sentido.
El momento decisivo llegó en el año 386, cuando, en plena crisis, escuchó una voz que le decía: “Toma y lee”. Abrió la Carta a los Romanos y halló un llamado radical a dejar atrás la vida mundana y revestirse de Cristo. Aquel episodio marcó su conversión definitiva. En la Pascua del 387, San Ambrosio lo bautizó en Milán junto a su hijo Adeodato. Pocos meses después, en Ostia, acompañó a su madre Mónica en sus últimos instantes, testigo de la fe que había sostenido su camino.
De vuelta en África, fundó una comunidad en Tagaste y pronto fue ordenado sacerdote. En el año 395, el pueblo lo aclamó obispo de Hipona, ministerio que ejerció con dedicación durante 35 años. Su legado escrito es vasto: tratados filosóficos y teológicos como La Trinidad y La Ciudad de Dios, además de su obra más íntima, Las Confesiones, donde narra su itinerario espiritual con una sinceridad que aún conmueve. En todos ellos buscó conciliar fe y razón, proponiendo una visión del hombre y de Dios que marcaría a la Iglesia y al pensamiento universal.
San Agustín murió el 28 de agosto del 430, en Hipona, sitiada entonces por los vándalos. Su fiesta litúrgica se celebra ese mismo día. Su vida, de buscador incansable y pastor apasionado, recuerda que la verdad solo se alcanza en el encuentro personal con Dios.