Salud

Segunda ola pandémica, segundo estado de alarma

New York Coronavirus March for the Dead
Estados Unidos es el país donde más fallecimientos se han producido en el planeta EFE/EPA/JUSTIN LANEJUSTIN LANEEFE

En España y Europa se vive una segunda ola pandémica. En EE UU no se puede hablar de segunda ola, porque ésta no remitió nunca, lo que hay ahora es un aumento mayor de contagios y muertes. La estrategia de la Casa Blanca ha sido ningunear la gravedad de la crisis sanitaria. Es el país donde más fallecimientos se han producido en el planeta y el 23 de octubre batió un triste nuevo récord diario de contagios. Unos días después, de alguna manera, tiraba la toalla y reconocía que “no van a controlar la pandemia”. Lo hacía a través del jefe de gabinete del presidente que fía la contención a los tratamientos y la anhelada vacuna. Además, El almirante Brett Giroir, miembro del equipo para enfrentar la pandemia, admitía que EE UU se encuentra en un “nuevo punto crítico”.

Como último apunte sobre la situación, la desigualdad es el catalizador de la pandemia, tanto en los contagios como en los fallecimientos. El mayor incremento de decesos está entre los hispanoestadonunidenses. Con todo ello, no se han adoptado nuevas medidas para intentar contener la curva de contagios y detener los fallecimientos.

Volviendo a Europa, en España, también en Italia, Francia y Alemania se ha optado por aumentar la contundencia de las medidas frente a la Covid-19, con cierres perimetrales y toques de queda, restricción de movilidad, de reuniones, o cierre de ocio y espacios de afluencia de público, con el objetivo de frenar los contagios y disminuir las muertes.

Hago esta comparación porque de lo que estamos hablando es de lamentar el menor número de muertes posibles. No entiendo la pelea desencadenada, ni los regateos, contra el nuevo decreto de Estado de Alarma. ¿Como alternativa, de verdad, estaríamos dispuestos a aceptar, como casi irremediables, los contagios y muertes sin al menos intentarlo? Y si alguien cree que es el peaje a pagar para que la economía no se detenga o porque su “libertad” vale más que la vida del otro, ¿tan seguro está de que la guadaña se mantendrá lejos de su familia o su persona?

Lamentablemente, parece que se olvida la gravedad de la crisis sanitaria y que para que el plan funcione, el de lamentar el menor número de muertes posibles, de momento no hay otras opciones, y la ciudadanía debemos cumplir con las restricciones y medidas marcadas por las autoridades sanitarias. Por incómodas que sean.