Pandemia

La gestión de la pandemia castiga a Sánchez y premia a Ayuso

Los ciudadanos están hartos de las falsedades vertidas sobre la privatización sanitaria y de los ataques al Isabel Zendal

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ejerció su derecho al voto en el colegio La Inmacualada-Marillac en Madrid el pasado martes
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ejerció su derecho al voto en el colegio La Inmacualada-Marillac en Madrid el pasado martesAlberto R. RoldánLa Razón

El PSOE debe realizar un análisis profundo de su hundimiento en Madrid el 4-M. Los resultados electorales no sólo han supuesto un espaldarazo rotundo a Isabel Díaz Ayuso y a las políticas desplegadas por el PP en esta comunidad, sino también un suspenso en toda regla a la gestión de la pandemia realizada por el Gobierno de Pedro Sánchez, verdaderamente nefasta en lo sanitario y también en lo económico, como muestran todos los indicadores comparados y bien han percibido los ciudadanos que han acudido a las urnas. A los socialistas les ha pesado, sin duda, la falta de «punch» de su candidato Ángel Gabilondo, pero sobre todo el uso torticero que Moncloa ha hecho de las instituciones y, particularmente, del Ministerio de Sanidad, para tratar de asfixiar a la presidenta de la Comunidad, arrastrando con ello a unos ciudadanos que se han sentido hostigados.

Ocurrió, por ejemplo, durante la desescalada de la primera ola, cuando el departamento capitaneado entonces por Salvador Illa improvisó por orden de Moncloa un informe que retrasó la vuelta a las calles de los madrileños, y también con la declaración de un estado de alarma «ad hoc» para Madrid con indicadores epidemiológicos mucho mejores que los presentados después por autonomías socialistas como Navarra. La segunda lección es que no todo vale con tal de vencer en las urnas. Como han demostrado el 4-M, los ciudadanos están hartos de las falsedades vertidas sobre la privatización sanitaria y de los ataques al Isabel Zendal, un centro de pandemias que está salvando vidas sin volarse por los aires, como los hospitales de campaña de Ximo Puig en Valencia. La propaganda ya no cuela y se vuelve en contra.