Cuidados

Los mejores consejos para dormir a tu bebé

Los recién nacidos no suelen dormir más de una o dos horas seguidas. Te damos unos consejos para ayudar a tu bebé y a tu familia a conciliar el sueño

La farmacia del bebé
La farmacia del bebéLa Razón

Ya has acostado a tu bebé. Después de un largo día, estás para el arrastre. Te acuestas y, cuando estás a punto de conciliar el sueño, empieza a berrear a todo pulmón. Todos los padres primerizos saben que esto puede llegar a suceder, pero pocos están tan preparados como les gustaría para lidiar con ello.

Y es que en los recién nacidos el sueño es muy irregular porque su horario no obedece a un ciclo circadiano desarrollado. Es decir, que no diferencian entre el día y la noche. Además, si bien los recién nacidos duermen alrededor de ocho a nueve horas durante el día y alrededor de ocho horas durante la noche, no duermen más de una o dos horas seguidas. Lo normal es que coman cada tres horas, pero no desde que acaban sino desde que empiezan. Así que si les cuesta comer o lo hacen despacio y después hay que ayudarles a que expulsen los gases y cambiarlos, las tres horas se quedan reducidas a una pequeña siesta para los padres. Y así las 24 horas del día.

Todo esto es normal, y la paciencia y el tiempo lo arreglará todo. Mientras tanto, y para lidiar con esta dura etapa, te dejaremos algunos consejos que pueden ayudar a tu bebé y a tu familia a conciliar el sueño y descansar como es debido.

Tú eres quién mejor conoce a tu bebé

La biología te ha equipado con todas las herramientas necesarias para cuidar a tu bebé. Si bien es cierto que cada padre y cada madre tendrán que experimentar diferentes cosas para averiguar qué funcionar mejor con su bebé, el instinto suele solucionar la gran mayoría de las preguntas.

Además, el bebé hace notar qué es lo que necesita. Observarás cómo se vuelve irritable o como se frota los ojos cuando tiene sueño, o cómo busca el pecho cuando tiene hambre. Aprender a identificar esas señales puede llevar algún tiempo. Pero es solo cuestión de tiempo que tu bebé y tú os sincronicéis y puedas saber lo que necesita.

Rutina

Está científicamente comprobado que el momento ideal para dormir al bebé es ente las 7 y las 8 de la tarde. Es en ese momento en el que el cuerpo del bebé segrega más melatonina para preparar a tu bebé para dormir (la melatonina es una hormona que induce e incrementa el sueño).

Aunque siempre es aconsejable tratar de introducir un horario de sueño constante en la rutina diaria de un bebé, es a partir de los tres o cuatro meses cuando el bebé empieza a ordenar sus fases de sueño y a “normalizar” sus horarios.

Pero esto no siempre es posible en el caso de un recién nacido. Lo que sí que podemos es acompañarlos hasta que consiguen conciliar el sueño. Y pequeños hábitos pueden ayudarlo a relajarse y a prepararse para ir a dormir.

Los mimos

Lo más natural del mundo es que los padres sientan la necesidad de acurrucar y dar mimos a su bebé, y esto es por algo. Cualquier cosa que haga que un recién nacido se sienta querido y arropado va a ayudar a un desarrollo sano. Ya habrá tiempo para que aprenda a valerse por sí mismo, pero este es el momento de acompañar y sostener. Disfrútalo.

Aprovechar la hora de dormir para dar un pequeño masaje a tu bebé también es una buena idea. Esto conseguirá que esté más tranquilo y fortalecerá su vínculo contigo.

Un baño antes de dormir

Si bien es cierto que uno o dos baños por semana son más que suficientes, porque un bebé no sólo no se ensucia mucho, sino que además bañarle en exceso puede acabar dañando su piel; notarás cómo la temperatura del agua y las caricias con el jabón ayudaran al bebé a relajarse y a prepararse para dormir.

Por eso es importante que cuando toque baño, sea siempre a la misma hora y que empiece a notar un cambio en el ambiente. Que utilices una voz más calmada y que le muevas con gestos lentos y pausados.

La leche materna es un somnífero natural

La leche materna es un somnífero natural, tiene melatonina y ayudará a que el bebé concilie mejor el sueño. Lo mejor es dar el pecho cuando el bebé lo reclame que, como hemos dicho, lo hará saber. Intenta que llegue saciado al momento de dormir, porque un bebé con hambre no es capaz de relajarse y descansar.

El ambiente adecuado

Cuanto más oscura esté la habitación donde duerma el bebé, mejor. Esto ayuda a la producción de melatonina. Siempre que sea posible, es aconsejable que los colores de la habitación sean tenues, con tonalidades pastel y que induzcan tranquilidad.

Los bebés no regulan bien la temperatura de su cuerpo. Por lo que deberemos ayudarle. Debemos protegerle del frío y del calor. 22 grados es una temperatura ideal para que tu bebé concilie el sueño.

Algo que puede ser muy recomendable es utilizar una música suave y tenue, un ruido blanco y natural, como el del aire meciendo las hojas, (...). Pero si hay algo que ha probado su efectividad a lo largo de los siglos, es cantar una nana. No hay nada más placentero para un bebé que la voz de su madre.

Prueba con un saco de dormir

Algunos recién nacidos, sobre todo los más inquietos, encuentran en el saco de dormir una sensación envolvente que les recuerda al vientre materno y les ayuda a dormir. Además, si el bebé tiene tendencia a moverse mucho por la noche, envolverlos en una manta o en un saco de dormir puede evitar que se destapen y pasen frío.

También es aconsejable para bebés prematuros o para aquellos de bajo peso para su edad gestacional porque mejora su desarrollo neuromuscular.

Se ha comprobado que aquellos bebés que duermen envueltos duermen más tiempo y se despiertan menos.

Pero esta solución no es útil para todos los recién nacidos, porque no todos son iguales. Algunos no toleran el saco de dormir porque, en lugar de sentirse protegidos y abrigados, tienen una sensación de agobio que puede resultarles incómoda.

Otra cosa a la que tenemos que prestar atención cuando envolvemos a nuestro bebé es a colocarlo siempre boca arriba. Es una precaución que hay que tomar con todos los recién nacidos para prevenir la muerte súbita, pero se hace especialmente importante en el caso de bebés envueltos, porque esto -al fin y al cabo- limita su libertad de movimiento.

¿Dormir juntos?

La Asociación Española de Pediatría opina que corresponde a los padres tomar la decisión de practicar o no el colecho. Es decir, la práctica de dormir junto al bebé. Puede dormir o bien en la misma cama, o bien en camas contiguas y específicamente preparadas para el colecho.

Como todo lo relacionado con los neonatos, esta práctica tiene sus ventajas y sus riesgos. Y cómo no, también tiene sus defensores y sus detractores.

Entre las ventajas de esta práctica esta -evidentemente- que tu bebé siempre estará vigilado, serás más ágil y estarás preparado para cualquier circunstancia que pueda surgir. Además, siempre podrá contar con el afecto y la cercanía de sus padres que, sobre todo en el caso de un recién nacido, nunca es demasiado.

El mayor miedo alrededor del colecho es el del aplastamiento accidental. Y es un miedo razonable. Aunque esto no llegue a suceder, la simple sospecha de que pueda pasar impedirá que puedas descansar plenamente. Utilizar una cuna contigua a la cama puede ser una buena alternativa para solucionarlo, a la vez que se fortalecen los vínculos emocionales entre los padres y el recién nacido.

Lo que no podrá evitar es la falta de intimidad en la pareja.

Un nuevo niño en el hogar es una alegría para cualquier familia, pero puede trastocarlo todo. Mantener los momentos de intimidad en pareja es un elemento esencial para que toda la estructura familiar se mantenga unida. Y por tanto, buscar estrategias y reservar tiempo y energía para estar a solas también se convierte en algo esencial (aunque nadie dijo que las relaciones sexuales tuvieran que tener lugar en la misma habitación y a la misma hora).

Consulta a tu pediatra

Los pediatras son los que mejor pueden asesorarte sobre cómo hacer que tu bebé duerma mejor. Es una pregunta muy habitual y a la que están más que acostumbrados. Quizás sea necesario hacer un diagnóstico para corroborar que tu bebé no sufre ningún trastorno de sueño puntual, o alguna patología que le impida conciliar el sueño.