Sociedad

Controversia

¿El ayuno intermitente mejora el pronóstico de los pacientes con cáncer?

La restricción de alimentos durante horas es una de las herramientas que se estudia para frenar el avance de neoplasias

Ayuno intermitente
Ayuno intermitenteTania Nietofreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@43bec68d

Cada vez es más frecuente escuchar a nuestro alrededor la palabra ayuno, una alternativa de alimentación que gana adeptos por sus supuestos beneficios, pero que, sin embargo, también cuenta con numerosos detractores cargados de escepticismo. Y cuando ese ayuno intermitente se combina con la palabra cáncer, las dudas se multiplican, a pesar de que se trata de un campo que cada vez ocupa más tiempo a los científicos.

En concreto, son varios los grupos de investigación que trabajan a nivel internacional bajo la hipótesis de que la restricción calórica provocada por el ayuno intermitente podría ser una alternativa oncológica capaz de mejorar los tratamientos y la supervivencia de los pacientes. El último en alzar la voz en esta línea ha sido Valter Longo, bioquímico italiano que lleva 30 años investigando sobre los beneficios de la alimentación para lograr una longevidad saludable, de los cuales 15 han estado dedicados al estudio de las neoplasias, tal y como recoge en su último libro «El ayuno contra el cáncer», publicado hace apenas unas semanas.

Células sanas y tumorales

La teoría que maneja Longo se basa en la «diferencia entre el uso de los nutrientes que hacen las células tumorales y las células sanas, ya que ambas se alimentan distinta manera. Así como las sanas, cuando hay escasez de nutrientes (practicando el ayuno, por ejemplo) se protegen y se quedan en una especie de pausa, las tumorales no se detienen, ya que siguen multiplicándose descontroladamente y no se protegen».

Así, lo que el profesor Longo y su equipo han descubierto es que resulta indispensable separar unas células de otras para que la toxicidad de los tratamientos oncológicos no elimine todas las células por igual. En este sentido, una primera fase de experimentación tuvo como resultado que un ciclo de ayuno antes de la quimioterapia protegía a los animales de laboratorio de los efectos tóxicos del tratamiento. E incluso, sin la quimioterapia, vieron que los ciclos de ayuno de dos días detenían la progresión de los tumores en varios tipos de cáncer.

Sin embargo, todavía hay una gran controversia en este terreno, ya que «hoy por hoy no existe evidencia científica basada en estudios rigurosos randomizados que permita recomendar el ayuno en los pacientes oncológicos. Hay algunos estudios, sobre todo preclínicos, con resultados controvertidos que encuentran mejoras de algunos datos clínicos, pero no han podido demostrar beneficios terapéuticos para recomendarlo en pacientes oncológicos. Se necesitaría seguir investigando para generar la evidencia científica rigurosa y de calidad antes de poder hacer recomendaciones», advierte la doctora Marta Blanco, responsable de Asuntos Médicos de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Mientras tanto, Blanco insiste en que «una adecuada alimentación es muy importante para conseguir un buen estado nutricional. Esto es especialmente determinante en los pacientes en tratamiento por su enfermedad, ya que la malnutrición puede facilitar la aparición de efectos secundarios y riesgos, empeorando la situación de la persona durante el proceso de enfermedad».

Prevención

Uno de los mayores factores de riesgo de padecer cáncer es el envejecimiento. Por ello, Longo apuesta por la denominada dieta de la longevidad como principal arma preventiva frente a los tumores. Este tipo de alimentación «no supone un cambio radical en los hábitos alimenticios y puede adoptarse como una práctica de vida que combina nutrición, efecto antitumoral y antienvejecimiento», detalla en su libro. En concreto, la dieta de la longevidad está basada en una alimentación principalmente vegetal a la que se le añade pescado, es alta en fibra y omega 3 y tiene pocas, aunque suficientes, proteínas, además de ser baja en azúcares y almidones.

Bajo la hipótesis de que el ayuno protege a las células sanas y contribuye al aumento de la toxicidad de las terapias sobre las células tumorales, Longo propone un ayuno que consiste en no comer durante un intervalo de doce horas, es decir, si se desayuna a las ocho de la mañana se debe cenar antes de las ocho de la tarde. Así, Longo sugiere combinarlo con la dieta que imita el ayuno de cuatro o cinco días, es decir, una nueva versión de la dieta de la longevidad con menos calorías, proteínas y azúcares, además de más grasas de origen vegetal, sumado a un programa de ejercicio personalizado que garantice que se preserva el nivel de masa muscular. «Todo ello bajo la supervisión de un equipo de especialistas liderado por el oncólogo, tomando como referencia las necesidades individuales de cada paciente según su tipo de tumor», asegura Longo.