Homenaje a la enfermería
Una amenaza para los cuidados que necesitas
El Gobierno mira a otro lado cuando ha de resolver problemas que afectan al SNS
La atención sanitaria oncológica exige cuidados altamente especializados. Para ello es crucial no solo contar con excelentes enfermeras, sino también con un entorno de trabajo que permita ser eficaz, personalizar, y ofrecer la máxima seguridad para responder a las necesidades de cada persona en las diferentes fases de su enfermedad.
El entorno de trabajo ha de reunir unos mínimos que se han de garantizar. Y eso corresponde a quienes gestionan los centros sanitarios, que deben tener la misma prioridad que nosotras, y no es otra que el bienestar integral de las personas a las que atendemos. Ocurre en cualquier ámbito de la asistencia sanitaria, pero especialmente cuando prestamos cuidados oncológicos. Esos mínimos tienen mucho que ver con contar con enfermeras suficientes y con unas condiciones de trabajo adaptadas a la asistencia sanitaria que prestamos.
Porque quienes presentan una patología oncológica necesitan cuidados continuos, en el hospital y también en casa, desde la esfera física y la emocional. Y lo necesitan desde el minuto uno en el que conocen su diagnóstico hasta su curación, una recaída, o cualquiera de las consecuencias de su proceso de enfermedad, y no solo lo necesitan los pacientes, sino también sus familias y entorno más próximo.
Son las enfermeras quienes prestan estos cuidados y persiguen al máximo su bienestar y la mejor calidad de vida. Entregan conocimiento, técnica, humanidad y precisión, les ayudan a fomentar su autonomía y el manejo de las emociones. Lo hacen siendo flexibles, comunicando asertivamente y respetando cada una de sus decisiones, por difíciles que sean.
De todo ello se ocupan y preocupan las enfermeras, pero no nuestro Gobierno, que mira hacia otro lado cuando ha de resolver los problemas que afectan a nuestro SNS, a sus profesionales y las personas que atendemos. Y hay que decir, que la situación de las enfermeras españolas es de otra época. Tienen contrataciones precarias, condiciones retributivas más bajas que otros trabajadores con la misma formación de Grado, recortes derivados de políticas de hace más de diez años, falta de reconocimiento a sus competencias y falta de autonomía profesional. No son siempre tenidas en cuenta en la toma de decisiones, eliminando por completo la visión de quienes conviven con el paciente.
El camino para paliar esos déficits comienza con dar al sistema sanitario un Estatuto Marco de este siglo, un marco de condiciones de trabajo realistas que no nos hagan perder profesionales, algo que parece quiere evitar la ministra de Sanidad, Mónica García.
Hemos escuchado a Pedro Sánchez reivindicar que los «cinco pilares del Estado del bienestar» en España tienen «sello» del PSOE. Realmente, la Sanidad tiene hoy en día el sello de la precariedad, de la falta de equidad, una deficitaria cartera de prestaciones, largas listas de espera, y una auténtica vía de agua en el camino de la igualdad en salud. De todo ello ha de estar orgulloso porque a todo ello está contribuyendo. Nos encontramos con una creciente desigualdad entre regiones, servicios de salud que tienen grandes recursos, y otros, que son castigados con inyecciones económicas de otra época.
Así no podemos seguir. El futuro tiene que escribirse en colaboración con los distintos actores, y con el protagonismo creciente de los pacientes. No olvidemos que la protección de la salud es un derecho fundamental que no puede verse obstaculizado por las desigualdades territoriales. La sanidad es nuestro bien más preciado, y está entre los pilares que contribuyen a hacernos iguales.
Otros países, sin embargo, ya han ganado terreno a España y están enfocados en atraer a más profesionales sanitarios, con estabilidad, impulsando su desarrollo profesional y su reconocimiento. Esto es vital para favorecer el crecimiento y la calidad de los cuidados.
Y ese camino que otros están recorriendo va en nuestra contra, porque nos están, muy poco a poco, pero con ritmo y sin pausa, quitando esas enfermeras excelentes, con altas competencias y formación. Y en el futuro será peor, porque estamos ante una crisis mundial de enfermeras que nos va a poner las cosas muy difíciles en el futuro si no actuamos.
Porque las enfermeras cuidamos, investigamos y prevenimos, porque si algo deseamos es reducir la enfermedad oncológica, y evitar estadios avanzados. El papel de las enfermeras en este plano es vital, inculcando claves de educación para la salud que impidan malos hábitos que comprometan nuestro futuro y calidad de vida. Y para eso hace falta tiempo, tiempo que no tienen porque se centran en lo urgente ante unas plantillas que están a años luz de otros países europeos.
Y nuestro sistema de salud tendría mucho que ganar con el impulso de políticas de prevención y salud pública que eviten enfermedades, que, no olvidemos, generan mucho sufrimiento y un enorme gasto al sistema, muchas veces completamente evitables.
Nos merecemos una Sanidad que apueste por la investigación, por los mejores tratamientos; una Sanidad apegada a la innovación tecnológica, con profesionales de excelencia, justamente tratados; una Sanidad comprometida con las personas, con quienes están en el peor momento de su vida; una Sanidad con suficiencia financiera, alejada de las urnas y la rivalidad política, con un modelo que refuerce la unidad y priorice los resultados en salud.
Y nada de eso está siendo garantizado por este Gobierno. Negar todo esto es una amenaza para los cuidados que necesitas.
Laura Villaseñor es presidenta de Satse