
Opinión
La profesión enfermera exige su pleno reconocimiento
Jorge Andrada es presidente del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid

Las enfermeras y los enfermeros trabajamos en un sistema de salud cada vez más tensionado, y lo hacemos en un momento en el que, debido al envejecimiento de la población, la cronicidad, la polimedicación y la dependencia, la sociedad necesita cuidados altamente cualificados y sostenidos en la evidencia científica.
La ciudadanía confía su bienestar a las enfermeras, profesionales que educamos, planificamos, prevenimos, gestionamos y acompañamos, y, sin embargo, pese a ser quienes más cerca estamos del paciente, seguimos siendo las más invisibilizadas. Esto tiene que cambiar. Es hora de reivindicar con firmeza y sin complejos el papel de la Enfermería en el sistema sanitario. Ha llegado el momento de reivindicar nuestro papel en el contexto sanitario de manera firme y contundente.
Durante décadas, la profesión se ha identificado casi exclusivamente con la vocación, la entrega y el acompañamiento. Esa dimensión humana –que sigue siendo la esencia del cuidado– fue también el marco que limitó nuestro desarrollo, al reducirlo a un gesto altruista e invisibilizar el conocimiento técnico y científico que lo sustenta.
Hoy la Enfermería es una profesión universitaria, con un sólido cuerpo de conocimiento propio, sustentado en la evidencia, la investigación y la práctica clínica avanzada. El paso de los antiguos estudios de ATS a los grados universitarios, la creación de especialidades y el desarrollo de programas de máster y doctorado nos han situado al mismo nivel académico que otras disciplinas sanitarias.
Esta transformación ha permitido pasar del cuidar por vocación al cuidar con ciencia. Las enfermeras planificamos, evaluamos y lideramos intervenciones complejas en todos los ámbitos del sistema: desde la atención hospitalaria hasta la salud pública, la gestión o la docencia. Nuestro papel en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad es esencial para la sostenibilidad del sistema sanitario.
La evolución de la Enfermería no solo refleja un cambio formativo, sino también un cambio cultural profundo: los cuidados profesionalizados son ya un pilar de los sistemas de salud modernos. Cada decisión enfermera se apoya en la evidencia, en la ética del cuidado y en la responsabilidad de mejorar la calidad de vida de las personas.
Defendemos una Enfermería autónoma, empoderada y con capacidad de decisión
El reto ahora es que esta evolución se traduzca también en un reconocimiento social, laboral y competencial, situando a la Enfermería en el lugar que le corresponde: como una profesión autónoma, científica y decisiva para el bienestar de la sociedad.
Trabajamos en un entorno de sobrecarga asistencial y déficit estructural de plantillas, con una ratio de seis enfermeras por cada 1.000 habitantes, frente a las 8,4 de media en Europa. En Madrid, aunque la cifra mejora ligeramente (6,32), sigue siendo insuficiente. Sin recursos humanos adecuados, la calidad y la seguridad de los cuidados se ven comprometidas.
Es necesario el reconocimiento real de las especialidades, así como más desarrollo profesional y competencial. También reclamamos la clasificación profesional que nos corresponde por titulación y responsabilidad, al igual que reivindicaciones históricas de la profesión como la adecuación retributiva, la jubilación parcial y anticipada, y la recuperación de las 35 horas semanales.
El nuevo Estatuto Marco debe garantizar condiciones laborales dignas para que podamos ofrecer cuidados verdaderamente profesionalizados a toda la población. Aunque se han producido avances, el modelo actual no nos permite desarrollar todo nuestro potencial. Y ya no podemos seguir esperando.
Los cuidados profesionalizados necesitan estructuras que los sostengan y políticas que los impulsen. Desde el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid defendemos una Enfermería autónoma, empoderada y con capacidad de decisión, esencial en la toma de decisiones sanitarias.
Situar a la profesión en el lugar que le corresponde no es un acto corporativo, sino una apuesta por la calidad asistencial, la seguridad del paciente y la sostenibilidad del sistema. Reivindicar nuestra profesión es defender una sanidad más humana, más justa y más sostenible.
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