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Cardiología
Palpitaciones, ahogo, mareo, dolor torácico, síncope o pérdida de conocimiento son algunos de los síntomas de las arritmias. En algunos casos estas alteraciones del ritmo cardíaco pueden pasar inadvertidas. Pero, ¿cuáles son las más peligrosas?
Las arritmias son una amplia gama de alteraciones que van desde las extrasístoles, el tipo más benigno y más frecuente también denominado latidos prematuros, hasta situaciones muy poco habituales pero potencialmente peligrosas, como algunas taquicardias o arritmias rápidas. También existen alteraciones cardíacas lentas o bradiarritmias y por su repetición, se pueden dividir en crónicas (permanentes) o paroxísticas (ocasionales).
«Se trata de trastornos del ritmo del corazón que pueden originar frecuencias cardíacas altas (taquicardias) asociadas a síntomas como palpitaciones, ahogo, mareo... pero que en otros muchos casos pueden existir con frecuencias cardíacas normales y ser mínimamente sintomáticas o incluso no dar síntomas», explica el doctor Juan Benezet Mazuecos, responsable de la Unidad de Arritmias y Electrofisiología de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario La Luz y los hospitales Quirónsalud Sur y Ciudad Real.
Aunque la incidencia de las arritmias «va aumentado con la edad», «pueden surgir en cualquier momento de la vida», incide el doctor, que explica que en niños o adolescentes se suelen asociar a circuitos y alteraciones en relación con el proceso madurativo del corazón con los que el paciente nace.
Su diagnóstico resulta crucial. La arritmia más frecuente en la población general es, según precisa el doctor, la «fibrilación auricular. Su prevalencia estimada es del 2-4% en la población general, y del 15-20% en los mayores de 70 años» y «su presencia se asocia con importantes eventos cardiovasculares adversos», incide.
«Cada arritmia tiene un tratamiento de elección y por ello es realmente importante llegar siempre a un correcto diagnóstico documentando las crisis mediante electrocardiogramas, lo que en ocasiones es un reto debido a su comportamiento intermitente o recortado», reconoce.
Las más benignas y que producen pocos síntomas, como las extrasístoles, inicialmente se dan pautas no farmacológicas. En estos casos se recomienda evitar el consumo excesivo de café y otros estimulantes,evitar bebidas con gas, comer lentamente, etc. En cambio, en los casos de arritmias más complejas o aquellas cuyos síntomas empobrecen la calidad de vida se suele iniciar tratamiento farmacológico, que será individualizado según el paciente, su edad, la presencia o no de enfermedad cardíaca asociada y la arritmia en cuestión.
«Los medicamentos antiarrítmicos son un tratamiento de primera línea en los pacientes con fibrilación auricular. Estos fármacos son eficaces en estadios iniciales de esta arritmia, especialmente en pacientes sin cardiopatía. Sin embargo, es frecuente que con los años fallen en el control del ritmo y haya recurrencias que nos lleven a escalar a fármacos antiarrítmicos más potentes pero también asociados a más efectos secundarios. En general, la tasa de éxito en el control de ritmo de los fármacos a largo plazo se sitúa alrededor del 60%», detalla.
«En determinadas ocasiones se podrán plantear procedimientos intervencionistas (ablaciones) para tratar las arritmias, en muchas ocasiones de manera curativa», precisa el director de la Unidad de Arritmias de Ciudad Real que en el pasado mes de diciembre inició la actividad intervencionista para el tratamiento de las arritmias en sus instalaciones.
Se trata de un tratamiento bien establecido «para prevenir las recurrencias de fibrilación auricular y es una alternativa superior en eficacia al tratamiento farmacológico para el mantenimiento del ritmo sinusal», asegura el doctor Benezet.
De hecho, la ablación, como indica el experto, «está indicada por las Guías de la Sociedad Europea de Cardiología 2024 en diversos escenarios y debe individualizarse en cada paciente. En general, la guía aboga por la ablación cuando ha fracasado al menos un fármaco antiarrítmico pero también como tratamiento de primera línea en la fibrilación auricular paroxística».
Las expectativas de éxito tras una ablación de fibrilación auricular varían según las características de cada paciente y el tipo de fibrilación auricular. Pero «las tasas de éxito a largo plazo pueden ir del 60% en casos menos favorables a más del 90%», asegura.
Ante la presencia de fibrilación auricular después de un procedimiento de ablación, «hay que individualizar cada caso. En una primera recurrencia siempre es importante identificar factores desencadenantes corregibles que hayan podido influir (proceso infeccioso, alteración hormonas tiroideas, ejercicio, alcohol...)», explica el doctor. En caso de «recurrencias repetitivas –prosigue– podemos plantear la posibilidad de una reconexión del substrato ablacionado en el primer procedimiento, es decir, que las lesiones que causamos en la ablación previa no hayan sido suficientemente efectivas».
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