Entrevista
Carlos Ibares: «Madrid tiene una Sanidad entre las mejores del mundo»
Carlos Ibares nos propone un viaje por la capital a través de su obra «Madrid: Reseña histórica»
Madrileño por los cuatro costados, Carlos Ibares nos propone en su obra «Madrid: Reseña histórica» un viaje apasionante de dos mil años.
¿Cómo surgió este libro?
La idea inicial aparece la primera semana de confinamiento por covid, cuando decido dedicar parte del tiempo disponible a conseguir documentación y estudiar la historia de la ciudad. La segunda fase se enfocó en poner todo el material en orden, buscar o hacer las fotografías y dar un formato que fuera atractivo. Mi decisión sobre la publicación tuvo que ver con la gran cantidad de libros temáticos sobre Madrid, pero la escasez de aquellos que reunieran toda su historia.
¿Qué ha sido lo más difícil?
Creo que la historia de Madrid es la de las personas que han vivido a lo largo de los siglos y por ello intenté plasmar cómo eran las viviendas de las distintas clases sociales, cómo cubrían sus necesidades, cómo se asociaban, cuáles eran sus fiestas o cómo funcionaba la Justicia por poner sólo algunos ejemplos y en muchos casos hubo que investigar en sentencias judiciales o documentos de los antiguos alcaldes de casa y corte hasta que llegó la prensa, momento en que todo se hizo más fácil.
¿Qué es lo mejor y lo peor de una ciudad como Madrid?
Lo mejor han sido siempre sus vecinos, abiertos a quien venía en busca de oportunidades y se han adaptado a todas las situaciones difíciles con ese sentido del humor que nos caracteriza. Lo peor ha sido el crecimiento tan rápido que la ciudad ha vivido y que en ocasiones se ha afrontado de manera desordenada, con una cerca obsoleta que se mantuvo 300 años. Esto se consiguió paliar en el siglo XIX con medidas como el ensanche o algunas desamortizaciones.
¿Cómo evolucionó la Sanidad?
Las primeras instituciones sólo servían para acompañar a los pacientes en sus últimos momentos o para tratar enfermedades básicas. La creación del Colegio de Medicina en el siglo XVIII y la aparición de grandes figuras al final del siglo XIX como Santiago Ramón y Cajal supusieron una atracción de grandes profesionales, algo que puso a Madrid con una Sanidad que está entre las mejores del mundo. Hoy hablamos de hospitales públicos punteros, equipos multidisciplinares, tecnología diagnóstica de vanguardia y una red de atención que, con sus retos, sigue siendo envidiable.
¿Ha sido referente en salubridad?
No lo fue en un principio, cuando las inmundicias se arrojaban al grito de ¡Agua va!, los cerdos deambulaban por sus calles y las basuras se acumulaban en lo que se llamaba la «marea». Incluso se justificaba esta situación cuando se decía que la impureza del aire de Madrid protegía a sus habitantes. El siglo XIX supuso la llegada del agua a las casas, el alcantarillado moderno y unas medidas higienizantes propugnadas por muchos arquitectos que permitieron recuperar el retraso acumulado. En el siglo siguiente se impulsaron nuevas medidas y actualmente contamos con unos servicios modélicos de recogida de basuras, sistemas de tratamiento de aguas y protección medio ambiental que hacen de Madrid una de las mejores ciudades en las que vivir.
¿También una de las mejores ciudades para envejecer?
Madrid ha sido capaz de conjugar un mapa de grandes hospitales de asistencia especializada pública en los que se practican las técnicas más novedosas y de mayor complejidad junto a una red de hospitales periféricos que han proporcionado soluciones a todas las zonas de la Comunidad, todo ello complementado con una excelente red asistencial privada. Madrid ha conseguido generar un ecosistema con centros de investigación, startups de salud digital, alianzas público-privadas, y sanitarios excepcionales junto a nuevos laboratorios farmacéuticos, centros logísticos o centros de producción de dispositivos médicos creando empleo e industrias limpias que mejoran la calidad de vida de los pacientes y ofrecen soluciones a la comunidad médica.
¿Qué hay que mejorar?
Deben establecerse incentivos que permitan a nuevas industrias nacionales establecerse aquí y reducir la dependencia de fabricantes de otros países, al mismo tiempo que deben reducirse las barreras y agilizar los procesos que aumenten el número de ensayos clínicos. También debemos invertir en personas. Podemos tener la mejor tecnología, pero si no cuidamos al personal sanitario, la máquina no arranca. Hace falta estabilidad laboral, reconocimiento real, conciliación. Y, por supuesto, seguir apostando por la digitalización bien hecha: historias clínicas conectadas, IA que ayude a diagnosticar, logística hospitalaria más eficiente. Todo acompañado de una mirada más humana, porque la innovación no puede deshumanizar la medicina.
¿Con qué etapa de Madrid se quedaría?
Creo que la segunda parte de la centuria de 1700 fue excelente, ya que en esos años se finalizó la construcción del Palacio Real, se creó y ornamentó el Paseo del Prado, la actual Puerta de Alcalá o la Casa de Correos. Pero también se fomentó el desarrollo de las ciencias con el jardín botánico, el observatorio astronómico o el gabinete de Historia Natural que posteriormente sería el Museo del Prado. Eran los años de la Ilustración y el desarrollo fue impresionante.
A día de hoy, ¿cuál es su rincón favorito?
Me encanta hacer una parada en la plazuela de San Javier, la más pequeña de la ciudad, que contó con un mesón que parece que era frecuentado por Luis Candelas, y que se llama así porque en otros tiempos tenía una casa la Compañía de Jesús con una imagen del santo. Es asombrosa la tranquilidad que se respira en este pequeño espacio situado en el corazón del Madrid de los Austrias.