Opinión

Competitividad y sostenibilidad: un binomio indispensable en el sector farmacéutico

La industria del medicamento ejemplifica cómo la integración de prácticas sostenibles puede impulsar la competitividad empresarial

Imagen del reciclaje en el punto SIGRE situado en las farmacias
Imagen del reciclaje en el punto SIGRE situado en las farmaciasalba garciaLa Razón

Durante años, la sostenibilidad se ha percibido como una cuestión de gestión de riesgos, centrada en mitigar daños ambientales y sociales, cumplir con regulaciones y evitar sanciones. Sin embargo, en el contexto actual, se entiende como un imperativo tanto ético como económico.

Muchas empresas han descubierto que la sostenibilidad, lejos de ser un obstáculo, puede ser un motor de crecimiento y generación de valor. Se ha pasado de minimizar impactos negativos a maximizar impactos positivos, es decir, de ver la sostenibilidad como un riesgo a considerarla como una oportunidad.

Y es que los beneficios de invertir en medioambiente resultan muy variados y van desde la reducción de costes operativos hasta el acceso a nuevos mercados, pasando por la construcción de una reputación positiva entre consumidores y la comunidad en general. Sus efectos positivos se extienden también al ámbito de la innovación, ya que, a menudo, las compañías necesitan desarrollar tecnologías para reducir su huella ambiental. Además, ofrece oportunidades para la colaboración con diversas partes interesadas, incluidos proveedores, clientes y gobiernos.

El sector farmacéutico, comprometido tanto con la salud humana como con la sostenibilidad ambiental, ejemplifica cómo la integración de prácticas sostenibles puede impulsar la competitividad empresarial. La intersección entre sostenibilidad y competitividad adquiere una relevancia especial en esta industria, donde la responsabilidad social y la rentabilidad están estrechamente vinculadas.

Iniciativas como Sigre, que gestiona de manera eficiente los residuos de medicamentos y envases generados en los hogares, demuestran esta interconexión.

Nacida hace 22 años de la colaboración de todo el sector farmacéutico (tanto la industria como la distribución y la farmacia), Sigre no solo protege el medio ambiente al evitar que los residuos contaminen suelos y ríos, sino que también permite fortalecer las relaciones entre los socios de la entidad, mejorar su reputación y aumentar su capacidad para atraer a los ciudadanos preocupados por la responsabilidad ambiental.

Pero además de Sigre, la incorporación de tecnologías y la adopción de prácticas sostenibles en las actividades de producción de las compañías farmacéuticas reducen el impacto ambiental y generan, a su vez, ahorros significativos en los diferentes costes operativos. De hecho, la industria farmacéutica, con un total de 103 plantas de producción en España, es uno de los sectores más avanzados en sostenibilidad ambiental, según un reciente estudio sobre la implantación industrial del sector farmacéutico en nuestro país.

Tres ejemplos que certifican esta afirmación son: en primer lugar, la ratio de consumo de energía por empleado, que se ha reducido más de un 8% en tres años. En segundo lugar, que el 70% de la energía que consumen estas plantas es ya de origen renovable y el 10% resulta de autogeneración. Y en tercer lugar, que también en los últimos tres años se han reducido los residuos que generan en un 10%.

En definitiva, el compromiso del sector farmacéutico con la sostenibilidad no solo es una cuestión de responsabilidad social, sino también una estrategia inteligente para mantener la competitividad en un mercado en constante evolución.

Las compañías farmacéuticas han integrado la sostenibilidad en su ADN para enfrentar los desafíos futuros y aprovechar las oportunidades que surgen en un mundo cada vez más consciente del impacto ambiental de las actividades humanas.