Opinión
Dos años de reformas pendientes
Mario Mingo es médico y político
La ministra de Sanidad cumplió dos años en el cargo la semana pasada. A pesar de hitos como la aprobación de la ley por la que ha de crearse y ponerse en marcha la Agencia Estatal de Salud Pública o el incremento de las plazas de formación sanitaria especializada, la situación presente de nuestra Sanidad no es ni de lejos la comprometida en noviembre de 2023.
En este tiempo ha disminuido la satisfacción de los ciudadanos con el Sistema Nacional de Salud (SNS), ha aumentado la demora para acceder a las innovaciones terapéuticas, el descontento de los profesionales sanitarios y de la iniciativa privada no ha dejado de crecer, seguimos sin un modelo de financiación adecuado para las necesidades asistenciales y económicas actuales… Además, normas comprometidas como las relativas al medicamento, al tabaco, al Estatuto Marco o al alcohol y los menores de edad, entre otras muchas, tienen muy complicada su aprobación y aplicación tanto por la disconformidad que las propuestas realizadas desde el Ministerio de Sanidad generan en todo el sector, como por la progresiva pérdida de apoyo parlamentario por parte del Gobierno.
Y tampoco ayudan la ausencia de Presupuestos Generales del Estado actualizados desde 2023, la fijación partidista contra la Comunidad de Madrid del actual gabinete ministerial y la falta de liderazgo y cogobernanza del propio ministerio en el Consejo Interterritorial, que forzaron el plante de doce consejeros en la sesión plenaria celebrada a finales del pasado octubre. En conclusión, prácticamente todo lo vital para el futuro del SNS sigue sin hacerse y el creciente contexto de incertidumbre política invita a pensar que cuanto antes se produzca el cambio en La Moncloa, mejor será para nuestra Sanidad.