Opinión
La enfermera oncológica: el rostro humano del cuidado en cáncer
Ángeles Peñuelas es presidenta de la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO)
El diagnóstico de cáncer marca un punto de inflexión en la vida de cualquier persona. A partir de ese momento, se inicia un proceso clínico complejo que implica no solo decisiones médicas y tratamientos exigentes, sino también una profunda reorganización de la vida cotidiana. En este contexto, la figura de la enfermera oncológica se convierte en un pilar fundamental en el abordaje de las personas con cáncer.
Desde la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO), trabajamos para visibilizar la labor de las enfermeras en las diferentes fases del proceso oncológico. Su rol no se limita a realizar técnicas y administrar tratamientos, sino que también aborda otras dimensiones de la persona.
La enfermera oncológica forma parte activa del equipo multidisciplinar, participando en la planificación terapéutica, manejando síntomas y toxicidades, acompañando en la toma de decisiones y facilitando la adaptación del paciente y su entorno en cada etapa del proceso.
Su presencia es constante, ya sea en la consulta, en los hospitales de día, en hospitalización o, incluso, en su domicilio. Detecta necesidades clínicas, psicosociales y emocionales, previene y detecta precozmente complicaciones, fomenta la autonomía del paciente y favorece la continuidad asistencial. Su conocimiento especializado permite abordar situaciones complejas con eficacia, integrando ciencia y humanización de los cuidados.
Más allá de los procedimientos clínicos, técnicos y organizativos, la enfermera oncológica ofrece cuidados que a menudo pasan desapercibidos. Estos cuidados invisibles –como el apoyo emocional, la escucha activa, el acompañamiento y la defensa de los intereses del paciente– marcan profundamente la experiencia de la persona que los recibe. La enfermera oncológica no es una figura secundaria ni complementaria, sino un eje central que garantiza una atención digna, holística y de calidad a lo largo de todo el proceso oncológico.
El cáncer continúa siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad a nivel mundial, lo que hace imprescindible estar a la altura de los requerimientos de estos pacientes en todos los niveles de atención del sistema sanitario. En esta realidad, se presenta la figura de la enfermera oncológica para dar una respuesta integral a las necesidades de las personas con cáncer.
Además, su labor va más allá de atender al paciente. La enfermera también acompaña a su familia y cuidadores principales, ofreciéndoles herramientas para afrontar el proceso, educándoles en aspectos prácticos del cuidado y orientándoles en momentos de incertidumbre. Esta labor de acompañamiento se basa en la capacidad de generar confianza desde la competencia profesional y la empatía.
No se limita a realizar técnicas y administrar tratamientos, aborda otras dimensiones
La enfermería oncológica evoluciona de manera paralela a los avances científicos y tecnológicos en el ámbito de la investigación, adaptándose a las nuevas terapias, participando activamente en ensayos clínicos y contribuyendo a la generación de conocimiento. Su papel en la innovación asistencial adquiere cada vez más reconocimiento, y su capacidad para integrar ciencia y cuidado la convierte en una pieza clave en la transformación del modelo sanitario.
Sin embargo, a pesar de esta complejidad, en España no existe una especialidad oficial de enfermería oncológica. Esta carencia limita la formación estructurada, dificulta el desarrollo profesional y repercute en la calidad de la atención que reciben los pacientes. La especialización no es una aspiración corporativa, es una necesidad asistencial. El cáncer es una enfermedad que requiere respuestas específicas, y la enfermera debe estar formada para ofrecerlas con las máximas garantías.
Desde la SEEO, reclamamos la creación de esta especialidad como parte de una estrategia nacional de mejora de los cuidados oncológicos. La formación reglada permitiría establecer criterios homogéneos, reconocer competencias avanzadas y garantizar que todos los profesionales que atienden a personas con cáncer cuentan con la formación adecuada. De esta forma, se consolidaría un marco profesional que reconociese la especificidad de los cuidados oncológicos, impulsase la investigación en enfermería y promoviera la mejora continua de la práctica clínica. También facilitaría la coordinación entre niveles asistenciales, la implementación de modelos de atención centrados en la persona y la integración de la enfermera en la toma de decisiones estratégicas.
Asimismo, defendemos que las enfermeras oncológicas sean clasificadas en el grupo A1, en coherencia con su nivel académico, sus responsabilidades y su aportación al sistema sanitario. Esta medida contribuiría a dignificar la profesión, a retener talento y a fomentar la excelencia en los cuidados.
Porque cada paciente oncológico merece una enfermera especializada, desde la Sociedad Española de Enfermería Oncológica seguiremos trabajando para que estas realidades sean reconocidas institucionalmente.