Homenaje a la enfermería

La enfermería oncológica: pilar del modelo asistencial basado en valor

La contribución de estos profesionales sanitarios es determinante en salud, experiencia del paciente y eficiencia

Tratar la enfermedad exige competencia técnica, pero cuidar a la persona requiere empatía, escucha y acompañamiento
Tratar la enfermedad exige competencia técnica, pero cuidar a la persona requiere empatía, escucha y acompañamientoFREEPIKLA RAZÓN

La transformación del sistema sanitario avanza hacia un modelo donde el valor no se mide solo en resultados clínicos, sino en la experiencia, la seguridad y el bienestar que logramos para cada paciente. La medicina basada en valor propone precisamente eso: evaluar el éxito de la asistencia en función de lo que verdaderamente importa a las personas. Para que este modelo sea real, debe apoyarse en quienes mejor entienden el equilibrio entre ciencia y humanidad: la enfermería.

En Quirónsalud, esta visión se concreta en nuestra cultura del trato y tratamiento, dos dimensiones inseparables que definen la calidad asistencial. Tratar la enfermedad exige competencia técnica, pero cuidar a la persona requiere empatía, escucha y acompañamiento. La enfermería oncológica representa mejor que nadie esa integración. Es el corazón de un modelo que busca no solo curar, sino cuidar con propósito.

El paciente oncológico vive un proceso largo, incierto y emocionalmente exigente. A su lado, la enfermería es guía y apoyo constante. Está presente en el diagnóstico, durante el tratamiento y en cada transición de su recorrido asistencial. Informa, contiene, coordina, detecta precozmente complicaciones y vela por la adherencia terapéutica. Pero, sobre todo, ofrece confianza. En un entorno donde la tecnología y los fármacos evolucionan vertiginosamente, la enfermería mantiene vivo el vínculo humano que da sentido al sistema sanitario.

Desde la perspectiva del valor, la contribución enfermera es determinante en tres ejes fundamentales: resultados en salud, experiencia del paciente y eficiencia. Los resultados, porque su acompañamiento mejora la adherencia, la seguridad y la detección temprana de eventos adversos.

La experiencia, porque su presencia reduce la ansiedad, refuerza la comprensión del proceso y da al paciente una sensación de control. Y la eficiencia, porque su intervención proactiva previene complicaciones, evita ingresos innecesarios y optimiza los recursos disponibles.

En Quirónsalud, esta visión se ha hecho tangible a través de proyectos que sitúan a la enfermería en el centro del modelo asistencial basado en valor. Dos de ellos, HOPE y CARE, reflejan la evolución hacia un hospital más personalizado, coordinado y humano.

HOPE (Hospital Oncológico Personalizado) es una iniciativa que busca transformar la atención en el hospital de día oncológico bajo un modelo de unidad de práctica integrada, donde los profesionales trabajan de forma coordinada en torno al paciente. El objetivo es ofrecer tratamientos sin esperas, con circuitos ágiles y eficientes que reduzcan el impacto emocional y físico de cada sesión. Además, el proyecto HOPE incorpora herramientas de salud digital que permiten monitorizar al paciente 24/7, anticiparse a incidencias y garantizar una atención continua más allá del hospital.

En este contexto, la enfermería no solo administra tratamientos: lidera la relación asistencial. Es quien traduce los datos digitales en acciones reales, quien escucha, explica y actúa con la inmediatez que solo la cercanía humana permite. Su papel es clave para que la tecnología no sustituya el contacto, sino que lo potencie.

Por su parte, el proyecto CARE (Comunicación y Adecuación Terapéutica) nace con el propósito de responder a las necesidades de cada persona más allá de la enfermedad, conectando al paciente con todo el hospital y con los recursos que pueden mejorar su bienestar global. CARE refuerza el acompañamiento y la coordinación transversal entre servicios, favoreciendo decisiones clínicas compartidas, adecuadas y coherentes con la situación vital de cada paciente.

En CARE, la enfermería actúa como nexo entre el paciente y la institución, asegurando que la atención sea continua, comprensible y verdaderamente centrada en la persona. Es el punto de unión entre la dimensión clínica y la emocional, entre la comunicación y la adecuación terapéutica.

Ambos proyectos comparten una misma filosofía: entender el valor no solo como resultado clínico, sino como experiencia humana. Y en ambos, la enfermería tiene un papel protagonista, impulsando la innovación desde la cercanía. Gracias a su conocimiento del paciente y su visión integral del proceso, las enfermeras se convierten en verdaderas gestoras del valor en salud.

El futuro de la oncología pasa, sin duda, por fortalecer este liderazgo enfermero. Su mirada holística permite integrar dimensiones clínicas, emocionales y sociales; su capacidad de coordinación favorece la continuidad asistencial, y su compromiso con el trato humano asegura que el paciente no sea un caso, sino una persona.

La enfermería oncológica aporta algo que ninguna tecnología puede sustituir: esperanza. Es la que toma la mano del paciente cuando llegan las dudas, la que traduce los términos médicos en palabras comprensibles, la que escucha cuando los tratamientos se vuelven duros. Representa la esencia del trato y tratamiento y encarna el propósito más profundo de la medicina basada en valor: ofrecer cuidado con sentido.

Porque sin enfermería no hay valor posible. Sin enfermería no hay confianza, ni continuidad, ni humanidad. Y sin humanidad, la medicina pierde su propósito.

Cristina Caramés Sánchez es directora Asistencial y de Investigación Corporativa de Quirónsalud

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