Pacientes
¿Hay que vacunarse antes del tratamiento inmunosupresor o esperar?
Es muy importante proteger al entorno familiar, máxime cuando no se puede inocular al paciente
El número de personas con inmunodepresión está aumentando en los últimos años debido a la mayor supervivencia de los pacientes y al empleo de nuevas terapias inmunosupresoras frente a diferentes patologías. Los pacientes que reciben una terapia de estas características, que padecen una afección que perjudica a su sistema inmune o los enfermos oncológicos, con hemopatías malignas o que hayan recibido una terapia CAR-T tienen su sistema inmune gravemente afectado. Por eso es muy importante vacunarles.
«Cuando inmunizas a cualquier persona, esta generar anticuerpos. En el caso de pacientes con un sistema inmune inmunocomprometido, su capacidad de responder es menor, pero es útil frente a la infección», tal y como explica la doctora Dolores Martín Ríos, jefa del Servicio de Medicina Preventiva de los hospitales universitarios Quirónsalud Madrid, Fundación Jiménez Díaz, General de Villalba y Rey Juan Carlos.
De hecho, en los casos antes citados «muchos creen que tienen la vacunación contraindicada, pero es al revés. La vacunación puede mejorar su protección y su estado de salud», asegura la doctora Martín Ríos. Esto se debe a que si adquieren una infección, su sistema de defensa está afectado por lo que podrían correr riesgos innecesarios. Por eso es importante vacunar al paciente «antes de empezar con el tratamiento inmunosupresor porque el sistema de defensa tiene mayor capacidad de respuesta», precisa.
Pero no siempre se puede. «Por ejemplo, en el caso del tratamiento del lupus por parte de los reumatólogos, podemos pedirles que inicien la terapia inmunosupresora unas semanas más tarde tras la vacunación. En otros casos, como los pacientes que se les ha extirpado el bazo por un accidente y que también tiene el sistema inmune comprometido, no se puede hacer y tenemos que vacunar a posteriori. Otros casos, como los pacientes hematológicos, puedes vacunarles cuando ya están diagnosticados y tienen el sistema inmune afectado. Pero a veces lo que ocurre, por ejemplo, en un paciente oncológico que está con quimioterapia, entonces valoramos la vacunación entre ciclos de medicación y buscamos el momento en el que su sistema inmune esté en mejor estado», pone como ejemplo la doctora Martín Ríos.
Es decir, buscan cuál es el momento óptimo para que esa inmunización que se haga tenga más beneficio para el enfermo. Y para ello, como incide la doctora, «es clave realizar un estudio individualizado» de cada paciente.
Casos más complejos
Los casos más complejos son los pacientes con neoplasias hematológicas malignas que hayan recibido más de dos líneas de tratamiento. «Estos pacientes tienen un sistema inmune exhausto. Realizamos analíticas sanguíneas en las que establecemos su estado de inmunosupresión a través de factores como el cociente entre linfocitos CD4 y CD8 y el nivel de linfocitos naive que posean. Con esta información decidimos qué terapias protectoras son las más adecuadas, que pueden ser inmunoglobulinas o vacunación», precisa la doctora Helena Moza Moriñigo, del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Pero en general hay que tener en cuenta que si un paciente está recibiendo un tratamiento que provoque un estado de inmunosupresión, «cualquier virus o bacteria puede provocarle un cuadro clínico muy grave, ya que el paciente no posee un buen sistema de defensa», precisa Martín Ríos.
Y es que la vacunación, como recuerda esta especialista, «genera anticuerpos.En una persona inmunodeprimida son menos que los que genera en una persona sana, pero la inmunización ofrece al paciente una capacidad de respuesta que antes de vacunarse no tenía».
Coincide con ella la doctora Moza, que recuerda que al recibir una vacuna, «nuestro sistema inmune desarrolla una respuesta frente al antígeno específico de esta. Pero, además de proteger sobre esa infección, entrenamos a su sistema inmune frente a otras patologías diferentes. Este proceso, que ha sido muy estudiado en pacientes con VIH, lo apreciamos diariamente al estudiar las analíticas de los pacientes tras ser vacunados. Vemos que tienen mayor número de linfocitos y mejor cociente entre linfocitos CD4 y CD8. Por eso recomendamos tanto la vacunación».
Los familiares o los convivientes, por cierto, también han de vacunarse, ya que como explica la doctora Martín Ríos, «un entorno inmunizado protege al enfermo». Y si por alguna causa no se pudiera vacunar al paciente, «es muy importante que el entorno este inmunizado para que no haya contagio», añade.