Entrevista

Lola Álvarez: «Los adolescentes usan la salud mental con una frivolidad muy peligrosa»

Entrevista a Lola Álvarez, autora del libro «¿Qué me he perdido? Cómo afrontar los problemas de salud mental en la adolescencia» (Editorial Planeta)

Lola Álvarez
Lola ÁlvarezJavier OcañaJavier Ocaña

Lleva más de 30 años dedicada profesionalmente a entender y ayudar a los adolescentes, una etapa evolutiva que causa tanto desconocimiento como miedo a los padres. Tras publicar en 2021 «Pero, ¿qué te pasa? Diez claves para entender la adolescencia en positivo» (Editorial Planeta), acaba de lanzar «¿Qué me he perdido? Cómo afrontar los problemas de salud mental en la adolescencia» (Editorial Planeta), un libro práctico que se convierte en una lectura obligada a tenor del alarmante incremento de los trastornos mentales infantojuveniles.

¿La adolescencia es una etapa mal entendida por la sociedad?

Sin duda, porque tiene muy mala fama de forma inmerecida. Se trata de una época de cambios importantes, que a nivel físico son evidentes, pero también interiormente, pues hay una transformación cerebral grande. El lóbulo frontal, encargado de controlar la función ejecutiva, lo que entenderíamos como la sensatez, no termina de desarrollarse hasta los 23 o 25 años, mientras que el sistema límbico, encargado de los impulsos, está funcionando a pleno rendimiento.

¿Cómo deberían actuar las familias?

En esta etapa los jóvenes siguen necesitando a sus padres, pero de otro modo. Hay que dejarles salir del cascarón, confiar en ellos y mantener la comunicación, pero respetando que tienen otras necesidades.

¿Hay más problemas de salud mental en jóvenes o es que antes no se conocían?

Han existido siempre, pero ahora hay muchos más. Sin embargo, los adolescentes emplean el término de salud mental con una frivolidad muy peligrosa y ellos mismos se autodiagnostican. Pasar una mala racha o tener un disgusto no tiene por qué significar tener una mala salud mental.

¿Y cuáles son los más frecuentes?

La ansiedad y la depresión, porque suelen formar parte de otros trastornos. La ansiedad suele venir marcada por la autoexigencia de la imagen o por trastornos originados en la infancia. Y la depresión se puede manifestar con reacciones como la cólera, que es un intento torpe de luchar contra ella, o por la práctica de conductas de riesgo, que son una forma de autolesión.

Precisamente la autolesión y las ideas suicidas también han crecido exponencialmente. ¿Qué estamos haciendo mal?

Hace 30 años ver a algún joven autolesionado era una excepción y ahora está a la orden del día. Estoy convencida de que la tecnología y las redes sociales no ayudan. La pregunta que le hago a los padres es que si dejarían a sus hijos, con 10 o 12 años, solos en medio de una plaza pública repleta de gente en una ciudad europea en la que desconocen el idioma. Seguro que responden que no, porque los peligros son muchos. Pues es lo mismo que darle a esos menores un teléfono móvil sin supervisión.

Los adultos también presentan cada vez más problemas de salud mental. ¿Cómo impacta eso en sus hijos adolescentes?

Muchísimo, porque aprenden de las conductas de sus padres. Si los papás hacen una mala gestión de su ansiedad o tienen depresión actuarán de una manera que cala en sus hijos de forma negativa.

¿Qué camino hay que tomar ante los primeros síntomas en los menores?

Estos problemas tienen solución si se pone en manos de un especialista, pero no hay remedios mágicos. Es un proceso que suele ser largo. Lo bueno es que, como la adolescencia es una época de cambios en sí misma, es más fácil lograr esa dinámica positiva.

¿Es posible prevenirlos?

Sí, la clave está en fomentar la comunicación y la confianza desde la infancia.

¿Confía en que la situación mejore?

Cada vez hay más concienciación, pero en España el abordaje psicológico infantojuvenil es muy escaso. Esto es un error, porque una buena salud mental en los jóvenes permitirá tener adultos sanos mentalmente.