Salud

Luis Royuela, nutricionista: “La salud no depende de un superalimento, sino del equilibrio”

Luis Royuela, nutricionista deportivo, atiende a LA RAZÓN para desmontar mitos sobre la alimentación, explicar la importancia de aprender a escuchar nuestro cuerpo y defender que una dieta debe ser sostenible en el tiempo y no un esfuerzo temporal

La alimentación se ha convertido en uno de los pilares fundamentales para alcanzar una vida plena y saludable. En un contexto donde proliferan las modas dietéticas, los retos virales y los llamados “superalimentos”, entender cómo nutrirnos de forma correcta es más importante que nunca. Para arrojar luz sobre este tema, hablamos con Luis Royuela, nutricionista deportivo y profesional en centros de Valencia y Sagunto, además de colaborar con instituciones como el Circuito Ricardo Tormo de Cheste y la Federación de Triatlón.

Con una visión práctica y alejada de extremismos, Luis insiste en recuperar la escucha interna y el equilibrio: “Si solo fuera un consejo sería: come con hambre”, afirma durante la entrevista. Una reflexión sencilla pero profunda, que resume su filosofía: volver a conectar con las señales de nuestro cuerpo y huir de las imposiciones rígidas que muchas veces nos alejan de una relación sana con la comida.

Luis Royuela, nutricionista
Luis Royuela, nutricionista Luis Royuela

Entrevista a Luis Royuela, nutricionista

¿Existen los alimentos milagro o esto es un mito?

No, para nada. Existen alimentos con propiedades nutricionales muy interesantes, eso no lo vamos a negar. Pero los superalimentos parten de la idea de que el protagonismo está en un alimento concreto y no en el balance de la dieta. Entonces no tiene sentido hablar de superalimentos cuando no hablamos ni de frecuencia, ni de dosis ni de balance general.

La salud se tiene que ver como un conjunto de cosas, de actos tanto positivos como menos positivos —ni siquiera los tildaría de negativos—. Cuando hablamos de superalimentos estamos pensando que un acto concreto va a hacer un balance definitivo en mi salud, y eso no tiene mucho sentido realmente.

Y si pudieras dar un solo consejo sobre alimentación, ¿cuál sería?

Buena pregunta, si se puede resumir en uno. Si solo fuera uno, sería: come con hambre. Hemos perdido la conexión con el hambre real. Primero, hemos empezado a tener miedo al hambre. El hambre no es mala; la hambruna sí. El hambre es una emoción fisiológica hecha para entender cuándo tengo más o menos necesidad. Si a las tres menos cuarto tengo hambre, ¿será que es la hora de comer? El hambre está ahí para avisarnos.

Segundo, tenemos un vínculo con la alimentación que no parte solo de nutrirnos. Comemos para celebrar, para reunirnos, para socializar. Eso a veces distorsiona la sensación de hambre y la convierte en hambre emocional. Por ejemplo, si estoy muy estresado y voy a por galletas, las galletas no me quitan el estrés. Ahí pierdo la conexión con mi hambre real y acabo comiendo más de lo que necesito.

¿Qué hábito actual dirías que nos perjudica y la gente no se da cuenta?

Dormimos poco, nos movemos poco y comemos de más. Y, además, estamos polarizando mucho la nutrición. Parece fútbol: equipos de ayuno intermitente, equipos de dieta vegana, equipos de comida real... El error es casarse con algo y detestar lo demás. La nutrición y la salud no funcionan así. Te da salud la suma de muchos actos. Puede haber actos concretos muy interesantes, pero no pasa nada si no haces ayuno intermitente y tienes una buena alimentación. Tenemos que entender el contexto general de salud.

Hablemos del ayuno intermitente, ¿lo recomiendas?

El ayuno intermitente no es para todo el mundo, pero se hace de manera natural. ¿Lo recomiendo? Sí, tiene efectos positivos. Pero no es una herramienta definitiva. Una persona que desayune todos los días no tiene por qué ser insana.

Lo importante es aprender a conectar con el hambre. Si me fui de cena y no tengo hambre al despertar, ¿por qué voy a desayunar un bocadillo entero? Yo a veces me levanto muy temprano y no tengo hambre. Tomo un café y desayuno más tarde, a las 12 o incluso a las 3. Escucho a mi cuerpo.

Un mito nutricional muy extendido

Muchos. Pero uno muy curioso es el de las frutas que “más engordan”. La gente dice “uva no puedo, plátano no puedo, que engordan”. No. El que engorda soy yo, no el plátano. No puede definirse la fruta por calorías por gramo. Tú no pesas la fruta, comes una ración. A lo mejor un plátano tiene más calorías que una mandarina por 100 gramos, pero donde te comes un plátano te comes tres mandarinas y el aporte final es similar. Otra cosa es comer cuatro plátanos seguidos; ahí el problema es el exceso de energía, no la fruta.

¿Recomiendas suplementación?

Sí, tiene cosas positivas. Yo me suplemento y lo recomiendo cuando corresponde. Pero entre el 80 y 90% de los suplementos que se toman no tienen base científica o no hacen falta. Hay suplementos interesantes, como la creatina, pero si me suplemento y luego no como suficiente proteína, no tomo frutas y verduras, y voy al gimnasio sin energía, no sirve de nada. La suplementación puede ser efectiva, pero cuando la base está bien puesta. Si no, es construir la casa por el tejado.

Tres alimentos que todos deberíamos tener

Más que alimentos concretos, diría grupos. Porque no hay un alimento “ganador”: es el conjunto. Diría:

  • Verduras (vitaminas, minerales, fibra)
  • Proteínas (legumbres o huevo, por ejemplo)
  • Fruta

Sobre el azúcar: ¿es el nuevo tabaco?

No. No tiene el mismo nivel de adicción, ni la misma liberación de dopamina. Pero las conductas adictivas con la comida sí generan adicción. El azúcar con grasa genera hiperpalatabilidad, muchísimo placer, y quieres más.

El problema no es el azúcar en sí, es la exposición constante. Nuestros abuelos comían turrón en Navidad y no había tanta obesidad. Hoy tenemos azúcar disponible a cinco minutos y nos movemos mucho menos. Ahí está el problema: frecuencia y dosis.

¿Existen las dietas milagrosas?

No. Y tampoco diría que son un “mito”, porque sí hacen perder peso. Pero si no aprendes a comer, cuando la dejas vuelves a lo mismo y recuperas el peso.

Las dietas milagro implican esfuerzo y compromiso muy alto. Pierdes peso rápido, pero no todo es grasa: es glucógeno, agua, músculo y algo de grasa. Luego estás cansado, harto, y abandonas. Y recuperas todo con más compulsividad.

Una dieta debe durar 50 años, no un mes. No es sufrir, es aprender a comer y disfrutar. Yo no sigo un papel; sé qué comer: hidratos, verduras, fruta, proteína. Igual que para conducir no eres piloto de F1, pero necesitas carnet; para comer bien no necesitas un título, pero sí conocimientos básicos.

Con una visión basada en el equilibrio, la escucha interna y la educación nutricional, Luis Royuela recuerda que la salud no se construye con atajos ni modas pasajeras, sino con hábitos sostenidos y realistas. Su mensaje es claro: no existen milagros, sino constancia y conocimiento. Aprender a comer —y a entender nuestras señales internas— es el verdadero camino para mantener resultados a largo plazo y disfrutar de una relación sana con la comida.

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