Opinión
El MIR como moneda de cambio
Mario Mingo es médico y político
Por si la aberración de exigir la amnistía a los responsables del 1-O, la autodeterminación y la condonación de la milmillonaria deuda autonómica por parte de los independentistas catalanes a cambio de su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno pudiese parecer poco pedir, hace algunos días leí que los mismos independentistas catalanes reclamarán también la transferencia de las competencias en formación sanitaria especializada (FSE) como condición sine qua non para decir sí en noviembre al propio Sánchez.
No es esta última ocurrencia una pretensión nueva en tanto que el PSOE ya la asumió en el programa de Gobierno suscrito con Podemos en diciembre de 2019 y la incluyó en la «Agenda del Reencuentro» que formalizó desde La Moncloa en 2021. De hecho, esta reincidencia acrecienta aún más la gravedad de la idea, que representa un ataque frontal a uno de los mayores activos, si no el principal, del Sistema Nacional de Salud (SNS): los recursos humanos.
Referirse al modelo de FSE español es hacerlo a un caso de éxito desde sus inicios en la década de 1960 y tanto la voluntad de apropiársela por parte de ERC –y de otros socios de Sánchez como PNV y BNG– como la candidez socialista al no rechazar con rotundidad esta aspiración, ponen en serio peligro una de las pocas cosas que siguen funcionando en un SNS cada vez más necesitado de una reforma integral.
Nada en el ámbito sanitario puede ni debe ser usado como moneda da cambio en términos políticos y espero que el mercadeo con la FSE acabe ya, aunque en estos tiempos que corren lo que acontece suele ser cada vez más enemigo de lo cabal y lo necesario.
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