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Opinión

La preocupante escasez de enfermeras en todo el mundo

La radiografía internacional de la profesión refleja importantes retos pendientes de solucionar

Enfermería internacional T. GallardoLa Razón

Los retos en América Latina son resumidos por la doctora salvadoreña Eloísa Barahona, miembro de la junta directiva del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE). Como detalla, los diferentes países «poseen sistemas de salud fragmentados y segmentados, lo que repercute en la disposición equitativa de presupuestos para el sector salud. Esto, a su vez, influye en la poca inversión en enfermería para la creación de empleos y para reforzar la masa laboral sanitaria, lo que deriva en la existencia de un bajo nivel de reconocimiento, aunque este es auténtico y genuino por parte de los pacientes».

Esta falta de inversión en salud, desde su punto de vista, limita las oportunidades de desarrollo profesional, de formación en postgrado y especialidades y de práctica avanzada. «La legislación en la profesión de Enfermería es débil en muchos países, que no poseen leyes que aseguren una gobernanza sólida y robusta con plena autonomía, lo que implica infravaloración a su función esencial».

Otra clave que considera la doctora Barahona que debe impulsarse es «el liderazgo transformacional como competencia y habilidad para ser voz y liderar procesos y participación en las políticas públicas: necesita fortalecerse para que Enfermería sea una profesión más resiliente y visible en la sociedad». Por último, recuerda que las mejoras en las condiciones laborales y el bienestar son dilemas «todavía no resueltos en muchos países de la región».

En cuanto a la situación en los países de la UE y Escandinavia, Sineva Ribeiro, presidenta de la Asociación de Enfermeras de Suecia, subraya la falta tanto de enfermeras como de comadronas. Como ejemplo cita el informe de la Federación de Salud de Suecia «Trabajos a tiempo completo que no duran», que muestra que hasta un 34% de las enfermeras trabaja a tiempo parcial, porcentaje que, en el caso de las comadronas, llega hasta un 50%.

«Las razones mencionadas en el informe son la falta de descanso y la alta carga de trabajo. Pero no se puede ignorar la falta de igualdad de género, ya que las mujeres (además de trabajar como enfermeras y comadronas) también tienen que realizar trabajos domésticos no remunerados y cuidar de los hijos», recuerda.

Entre las soluciones, Ribeiro cita el derecho a la educación continua dentro del empleo, un primer año centrado en la clínica para las recién graduadas, la oportunidad de formación de especialista regulada dentro del empleo e introducir tanto enfermeras especialistas avanzadas como formación especializada regulada. «No debe olvidarse que la OMS destaca el entorno laboral como crucial para la retención del talento. En el citado informe de la Asociación Sueca de Salud se advierte que el 69% de los trabajadores sanitarios del país son contactados durante su tiempo libre y el 60% ve cómo sus horarios habituales son modificados. Otro estudio de la Asociación Sueca de Salud, centrado en jóvenes y enfermeras recién graduadas, denunció que el 53% de las encuestadas sienten que la dotación de personal es suficiente rara vez o nunca. Además, el 85% consideró que la carga de trabajo es alta, muy alta o demasiado alta. Otro dato destacado, para el 21%, es que la carga de trabajo es tan alta que es imposible de manejar. Y un 41% respondió que es «poco probable» que permanezcan en el sector de la salud durante el resto de su vida laboral.

Enfermería internacionalT. GallardoLa Razón

¿Qué hacer para atajar estos problemas? Ribeiro propone reducir las horas de trabajo semanales para así atraer a más personas a trabajar a tiempo completo, aumentando el número de horas trabajadas en el sector sanitario. En segundo término, crear horarios sostenibles para lograr una mejor salud y ambiente laboral, con normas claras que permitan tomarse cuatro semanas seguidas de vacaciones en verano, el derecho a un descanso para comer a mediodía y la posibilidad de tiempo para la formación de habilidades.

Por último, propone reducir las horas extra y el tiempo adicional, contratando a más enfermeras con las habilidades adecuadas, distribuyendo las horas extra y tiempo adicional necesarios de manera equitativa entre los profesionales sanitarios para evitar la sobrecarga.

«No se trata de que tengamos que trabajar más, sino de que podamos trabajar de manera sostenible. Las enfermeras y las comadronas que descansan proporcionan la atención sanitaria adecuada. Estamos hablando de la seguridad de los pacientes», resume.

Finalmente, en cuanto a las iniciativas para potenciar el liderazgo e influencia de las enfermeras, Ribeiro recuerda que la OMS «subraya la importancia de contar con directivas tanto de enfermería como comadronas con capacidad para influir en las políticas sanitarias. Ambos puestos ya existen en Suecia, pero se necesita a más enfermeras en puestos más estratégicos y de liderazgo. Para lograrlo es preciso invertir en el desarrollo de ese liderazgo, asegurando que el conocimiento y habilidades de las enfermeras estén donde se toman las decisiones, y no solo en la consulta».

En cuanto a la situación en África, Perpetual Ofori-Ampofo, representante del continente en la junta directiva del Consejo Internacional de Enfermeras, asegura que «las enfermeras y las comadronas afrontan desafíos con muchas facetas, que afectan significativamente a la prestación de servicios de salud y los resultados. Una preocupación importante es la escasez de personal en el continente, impulsada por la migración, una capacidad insuficiente de formación y la distribución desigual de los profesionales, especialmente en las zonas rurales».

Otros aspectos que recalca son las malas condiciones de trabajo, «incluyendo la baja remuneración, la falta de suministros esenciales y los entornos inseguros, que disminuyen la moral y la retención de profesionales. Las oportunidades limitadas para el desarrollo profesional obstaculizan el crecimiento de enfermeras capacitadas y empoderadas, capaces de responder a las necesidades emergentes de salud. Además, los sistemas de salud y de gobernanza son débiles, lo que limita la capacidad de las enfermeras y comadronas para ejercer liderazgo e influir en políticas sanitarias».

Pero no debe olvidarse que, en el continente africano, la carga de la enfermedad (incluida la mortalidad materna e infantil, las enfermedades infecciosas y el aumento de las enfermedades no transmisibles) sobrecarga unos servicios ya tensionados. Además, la desigualdad de género y la subvaloración social de las enfermeras «continúan socavando el reconocimiento y el empoderamiento», añade Ofori-Ampofo. Por último, la integración insuficiente de la tecnología y la innovación tanto en la práctica clínica como en la formación sanitaria «limitan la eficiencia y la modernización. Abordar estos desafíos requiere una inversión estratégica en la educación de Enfermería, unas buenas condiciones de trabajo, entornos laborales adecuados, empoderamiento del liderazgo y políticas de apoyo que reconozcan a las enfermeras y comadronas como claves para lograr la cobertura sanitaria universal y el desarrollo sostenible en África».

Finalmente, en cuanto a la situación en Asia, la doctora Megumi Thesima, de la Asociación Japonesa de Enfermería y miembro de la junta directiva del CIE, recuerda que la Covid-19 expuso las vulnerabilidades en los sistemas de salud en toda la región del Pacífico Occidental y una falta de inversión amplia, generalizada y a largo plazo en profesionales de salud. «Aunque se han logrado avances, persisten brechas significativas en el número total de trabajadores de salud que se requieren, en su despliegue y en la calidad y medidas de protección para garantizar entornos laborales seguros».

Otro aspecto que destaca son las disparidades regionales en la dotación de enfermeras dentro de cada país, con servicios concentrados en los hospitales, «lo que provoca que la promoción de la atención primaria de salud no pueda considerarse suficiente. Para afrontarlo, es esencial mejorar la educación, revisar el ámbito de la práctica y la autoridad, mejorar el entorno laboral y establecer planes estratégicos de enfermería y gestión para apoyar estos esfuerzos. Además, son indispensables la participación y el liderazgo de las profesionales de enfermería en la elaboración de políticas y en la toma de decisiones».

A todo ello se suman nuevos retos derivados del aumento de las enfermedades no transmisibles como el cáncer, la diabetes, las patologías del corazón y las enfermedades respiratorias crónicas. «Esto está suponiendo una carga significativa en la economía en general. Por eso, es urgente desarrollar y optimizar el personal sanitario para cubrir las necesidades sanitarias cambiantes y en aumento, impulsadas por el cambio climático –que impacta significativamente en las regiones insulares– y una población envejecida», propone la doctora Megumi Thesima.