A vueltas con el origen de la pandemia

En plena época de tripledemia, adquiere relieve la polémica desatada en Francia a propósito del libro «Los aprendices de brujo», de Alexandra Henrion Caude, genetista franco-británica doctorada por la Universidad París-Diderot y directora de la Unidad de Genética y Epigenética de enfermedades neurometabólicas del Instituto Francés de la Salud.

Henrion sostiene en su obra, éxito de ventas en el país vecino, que gracias a España, ella y su equipo de investigadores se dieron cuenta de que el virus de la covid ya circulaba en 2019, pues fue en Barcelona donde se comprobó la acumulación del SARS-CoV-2 en las aguas residuales de la capital catalana, ya en marzo del citado 2019. Sostiene, además, que gracias a diversas publicaciones en Estados Unidos, Francia, Italia, España y Brasil, se han aportado pruebas de su presencia, ese mismo año, unas veces en aguas residuales y otras en los anticuerpos encontrados a determinados pacientes.

La genetista francesa fue una de los pocos científicos que se atrevió a hablar del origen humano del SARS-CoV-2, mientras que la mayoría de la comunidad sostenía que decir que el virus no tenía un origen natural era algo conspiranóico. Henrion sostiene que la realidad es que, como se publicó en «Science» en noviembre de 2022, el consenso entre los virólogos ahora es que el origen natural del virus es «casi nulo», y que de ninguna manera ha sido demostrado que hubiera salido del mercado de Wuham, teniendo por origen un murciélago, una civeta o el famoso pangolín. Y añade que, cuestionado el evento zoonótico, la comunidad científica ha dado un giro y buena parte de ella está de acuerdo en que lo más probable es que el origen esté en un laboratorio, donde se hacen modificaciones genéticas o ganancias de función dentro de la actividad experimental que desarrollan.