Pamplona

2014 El año de la eterna juventud

2014 El año de la eterna juventud
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No están «supermineralizados» y «supervitaminados», como aquel célebre «Superratón». Es más: los roedores protagonistas del experimento llevado a cabo por la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y la Facultad de Medicina de Harvard (EE UU) no sólo se han hecho más fuertes, sino también más jóvenes. Así lo evidencia el estudio publicado recientemente en «Cell» y que echa más leña al fuego en lo que se refiere a la controversia sobre los procesos de envejecimiento celular. No en vano, al frente del estudio se encuentra el biólogo molecular y genetista David Sinclair, cuyas publicaciones –como la que concierne a los efectos rejuvenecedores del vino– han puesto más de una vez patas arriba a la comunidad científica. Y esta vez no es una excepción: ya ha dejado caer que a finales de 2014 pretende realizar ensayos clínicos en humanos utilizando el mismo proceso que con los ratones.

Ahora bien: ¿qué es lo que ha logrado Sinclair? Su trabajo se ha centrado en las mitocondrias, consideradas las «baterías» de nuestras células: se trata de orgánulos celulares que se encargan de aportar la energía suficiente a las células para llevar a cabo funciones biológicas importantes. Sinclair y su equipo identificaron en los roedores una serie de eventos moleculares que permiten la comunicación, dentro de cada célula, entre la mitocondria y su núcleo. Así, cuando esta comunicación se rompe, el envejecimiento se aceleraba. «El proceso es como un matrimonio: cuando son jóvenes, se comunican bien; pero con el tiempo, viviendo en lugares cerrados durante muchos años, la comunicación se rompe», afirma Sinclair. ¿Y cómo se solucionan estos problemas «de pareja»? Restableciendo la comunicación. Así, los científicos lo contrarrestaron con una molécula que elevó los niveles de nicotinamida adenina dinucleótido (NAD), una coenzima que se mantiene a niveles altos durante la juventud gracias a la dieta y el ejercicio y que disminuye con el envejecimiento. Tras ver indicadores como la resistencia a la insulina, la inflamación y la pérdida de masa muscular, los ratones de 2 años de edad que recibieron el compuesto productor de NAD pasaron a mostrar tejidos similares a los de los roedores de seis meses. «Traducido» a la edad humana, sería como pasar de 60 años a 20. «He estudiado el envejecimiento a nivel molecular durante casi 20 años y nunca pensé que el envejecimiento pudiera revertirse. Sólo con que se hubiera desacelerado un poco ya me habría sentido afortunado», dijo Sinclair en declaraciones a la cadena australiana ABC, subrayando además que revertir el proceso en una semana supone un resultado «abrumador». En todo caso, además de la posibilidad de que estemos un poco más cerca del «elixir» de la eterna juventud, el estudio también puede allanar el camino para tratar enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer y la diabetes tipo 2.

Un resultado como el mostrado por Sinclair y su equipo no ha dejado indiferente a nadie. Manuel Collado, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS), se muestra escéptico. «Los experimentos de Sinclair siempre son polémicos y terminan siendo poco creíbles. Ya ha publicado en anteriores ocasiones en ''Cell'', salió en la revista ''Time''... Hay que analizar sus resultados con cuidado», explica a LA RAZÓN. En todo caso, el investigador coincide en señalar que sí se han identificado procesos del envejecimiento que tienen que ver con la mitocondria. «La mayoría de las evidencias señalan que durante el envejecimiento se produce un declive de la capacidad mitocondrial, que se mantiene sin embargo en organismos jóvenes», afirma. Pero los resultados «son demasiado bonitos para creerlos».

Experimentos españoles

El equipo de Reinald Pamplona, catedrático de Fisiología de la Universidad de Lérida, consiguió también unos resultados prometedores con sus estudios sobre la mosca de la fruta en 2010: consiguieron retrasar el envejecimiento y aumentar la esperanza de vida de estos insectos un 40% introduciendo un gen de una levadura. «El trabajo de Sinclair está en la línea de muchísimas investigaciones actuales que convergen en la mitocondria como centro clave del proceso de envejecimiento», afirma a este diario. Y es que «todos los fármacos sobre este particular interfieren en las vías metabólicas de las células, que nos conducen a la mitocondria». En este sentido, destaca los fenómenos de oxidación como la clave, a pesar de la polémica protagonizada este año por el Nobel James D. Watson, que arremetió contra el papel de los antioxidantes en la lucha contra el cáncer. «La única forma de que podamos vivir más no se centra en la potenciación de antioxidantes, sino reduciendo nuestra capacidad de oxidación. Pero es un debate abierto», indica.

Ahora bien, como asegura Pamplona, «el envejecimiento se va a producir; lo único que podemos hacer es ralentizar el proceso». Y actualmente sólo hay dos «terapias» para retrasar la longevidad: la reducción de la ingesta calórica y el ejercicio físico. Y ni siquiera en estos casos se ha demostrado su efectividad al 100%. Como dice Collado, si bien el primer supuesto dio resultados en insectos como las moscas, cuando se ha probado en organismos más similares a nosotros como los primates las conclusiones no fueron determinantes; en lo que respecta al segundo, sí que se ha demostrado que el ejercicio recupera las mitocondrias dañadas. En todo caso, la eterna juventud «es el sueño que todo el mundo persigue», pero sigue siendo «un tema polémico y difícil».

El científico del vino tinto

Los «papers» de Sinclair siempre son objeto de controversia entre el mundillo científico. Hasta la fecha, su «éxito» más sonado se produjo con los estudios que demostraban el poder del vino tinto como agente rejuvenecedor. Concretamente de uno de sus componentes, el resveratrol. De hecho, hoy ya se comercializan las cápsulas. Y cada una de las unidades tiene una concentración del principio activo equivalente a 45 botellas. Sinclair afirmó que el resveratrol incrementa la actividad de un gen específico denominado Sirtuina SIRT1, el cual –y como sucede en el estudio presentado esta semana– renueva las mitocondrias, encargadas de la energía celular.