
Sociedad
Los servicios sociales frenan el vaciado de la España rural
Son la única forma de fijar la población mayor en los pueblos y, en ocasiones, de dinamizar la economías locales

Podrían ser las 10 de la mañana, o las 3 de la tarde, de un domingo cualquiera de cualquier mes de diciembre. O de enero. La escena se repite a lo largo y ancho de esa España rural que se vacía a ritmos acelerados. Calles prácticamente desiertas en las que antes jugueteaban los niños y ahora corretean los gatos en busca de algo que llevarse a la boca.
La despoblación afecta a más de media España. De hecho, en torno a 4.000 de los más de 8.000 municipios españoles están condenados a desaparecer, ya que sólo el 5% de las personas viven en la mitad del territorio mientras que el 95% restante se aglomera en la otra mitad. Sea como fuese, suenan las alarmas, nuestro país es el más despoblado de todo el sur de Europa.
Problema de Estado
Se trata de un problema de Estado. Hasta el punto de que la reversión de la despoblación y el apoyo decidido a la denominada España vaciada fue una de las 10 medidas del preacuerdo que alcanzaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para formar un Gobierno de coalición si logran los apoyos necesarios en la investidura. Y es que, en las dos últimas décadas, la población de los municipios de 1.000 o menos habitantes ha caído casi un 9%.
Y a la “sangría” de la población rural hay que sumarle el grave problema que supone el envejecimiento de la población española, que lo hace a un paso desenfrenado. No sólo es que la natalidad se haya desplomado en España, con la cifra más baja desde 1941. Es que, según las previsiones, en apenas 30 años nuestro país será el más envejecido del mundo, puesto que más de un 40% de los españoles tendrán más de 60 años. Para más inri, este envejecimiento será más acusado en las zonas rurales, dado que los mayores de 80 años representan más del 10% de la población en los pueblos de menos de 1.000 habitantes, mientras que los valores totales para España no llegan al 6%.
En el caso de Andalucía, por ejemplo, siete de cada diez municipios están perdiendo población, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la que también se asegura que el éxodo se ha ensañado con los municipios de montaña y los dependientes de la agricultura de secano, que los pueblos han perdido 168.000 habitantes en la última década y que hoy en día más de 500 municipios andaluces tienen menos vecinos que hace 10 años.
Es una tendencia generalizada, contra la que, por ejemplo, el presidente en funciones de la Red Castellano Manchega de Desarrollo Rural (Recamder), Jesús Ortega, ha pedido que “se tenga en cuenta a las personas mayores, porque ellas son el sostén de los pueblos y quienes los mantienen en pie, por lo que hay que evitar que se marchen”.
En este contexto, no faltan quienes aseguran que los servicios sociales a los mayores en el entorno rural son la única forma no ya de llenar la España vacía, pero sí -al menos- de evitar que termine de deshabitarse. Los expertos indican que es muy importante permitir a las personas mayores seguir viviendo en sus domicilios. Un deseo que en esos pueblos, aldeas y lugares recónditos tiene un significado especialmente importante, ya que contribuye a mantener el valor simbólico para sus habitantes de mantener una identidad común, compartida; un sentimiento de arraigo tanto desde el punto de vista individual, para el bienestar de cada persona mayor, como desde el social y colectivo. Porque la permanencia en los entornos rurales está contribuyendo a la supervivencia de estas zonas.
Sin embargo, en ocasiones el grado de dependencia impide a estas personas continuar en sus casas por la imposibilidad de recibir ayuda de los familiares. De ahí que los servicios sociales en las zonas rurales contribuyan en gran medida a que los mayores que residen allí puedan permanecer viviendo en sus lugares de origen.
Residencias y ayudas a domicilio
Dentro de la cartera de servicios sociales destaca la ayuda a domicilio, cuyo objetivo es atender las actividades básicas de la vida diaria que necesite la persona en situación de dependencia. Para los casos de mayor dependencia se utilizan los servicios de atención residencial , servicios de carácter permanente que ofrecen una atención integral y continuada de carácter personal, social y sanitario. Ambos servicios permiten fijar a la población mayor en sus lugares de origen.
Éste es el caso de Faraján, un pueblo de Málaga situado en la serranía de Ronda que, en estos momentos, cuenta con 248 habitantes. Su alcalde, Fernando Fernández, relata que en la última década el municipio ha perdido un 20% de población, que sufre una alta tasa de mortalidad y una natalidad muy baja, y que la limitada oferta de empleo ha obligado a los jóvenes de la localidad a buscarse un futuro fuera del pueblo.
La creación de la Residencia Valle del Genal, ubicada en el municipio, ha supuesto un alivio a esta situación. La residencia, gestionada por Clece, da trabajo directo a 21 personas. Su directora, Estefanía Ortega, destaca que “el centro contribuye favorablemente a dinamizar la economía de la zona y a fijar la población porque, además de permitir a los residentes continuar viviendo en su pueblo, todos los trabajadores son de la serranía de Ronda y su trabajo en la residencia les ha permitido permanecer en su lugar natal".
Finalmente, el alcalde Fernández puntualiza que todo lo que genera empleo directo crea igualmente puestos de trabajo indirectos, pues los familiares que acuden a visitar a sus mayores son potenciales clientes de los bares, restaurantes y tiendas que aún sobreviven en la zona y combaten para que ésta no haya sido la crónica de una muerte anunciada.
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