Sociedad

Supercontagiadores: levantar dos hospitales en 10 días para aislar a los pacientes sin síntomas

La presencia de personas que portan el virus pero que no muestran ningún síntoma son la clave para frenar esta epidemia transfronteriza. Esto supone aislar nada menos que a 53 millones de ciudadanos

HOSPITALES DESBORDADOS. Ante la avalancha de pacientes infectados, China construirá un segundo hospital para los afectados. En la imagen, una sala de urgencias en Taipei, Taiwán
HOSPITALES DESBORDADOS. Ante la avalancha de pacientes infectados, China construirá un segundo hospital para los afectados. En la imagen, una sala de urgencias en Taipei, TaiwánDAVID CHANGEFE

Las docenas de excavadoras trabajando al unísono con milimétrica precisión en la explanada de Wuhan ejemplifican una de estas dos cosas. Que China es el único país del planeta capaz de proponerse construir un hospital en 10 días y lograrlo o que la crisis del coronavirus es más grave de lo que parece. Posiblemente las dos sean ciertas.De la eficacia de los ingenieros chinos para levantar un edificio hospitalario en una semana da cuenta que incluso se han llegado a plantear levantar dos. Del estado de incertidumbre que, al cierre de esta edición, rodeaba la crisis dan cuenta dos noticias de última hora de la tarde. Por un lado, el propio presidente Xi Jinping aparecía ante los medios de comunicación para advertir que la expansión del virus se está acelerando y que «nos enfrentamos a una situación grave». Por otro, Estados Unidos anunciaba con rotundidad planes para evacuar a los diplomáticos y ciudadanos estadounidenses de la localidad de Wuhan, epicentro del terremoto vírico.

Aún falta información

Mientras tanto, las autoridades sanitarias y los expertos se sentían impotentes para determinar el alcance real de la epidemia (la OMS tarda en decidirse a declarar la emergencia sanitaria internacional). Hay demasiadas lagunas en el conocimiento del agente infeccioso y en la cuantificación real del número de contagiados. Aspectos relacionados con el ADN del microorganismo y su capacidad de saltar de un ser humano a otro seguían debatiéndose anoche. Entre ellos, posiblemente el más preocupante fuera el desconcierto sobre la auténtica infectividad del virus. Como muestra, dos botones: ayer mismo el doctor Wang Guang Fa, experto que participó en el equipo de gestión de la epidemia de SARS en 2003, advertía que las mascarillas utilizadas para protegerse de la infección podrían ser inútiles. Lo dijo tras contraer él mismo la enfermedad en su última visita a Wuhan. Según su testimonio (imposible de contrastar mediante estudios clínicos), el virus puede transmitirse no solo a través de las vías respiratorias, sino también de las mucosas oculares. Una máscara protegiendo la nariz y la boca no son suficiente barrera.

Que el comentario de Wang recorriera medio mundo sin encontrar pronta respuesta indica que la crisis se halla en un momento de desconocimiento global. Casi cualquier teoría es susceptible de ser considerada. Otro de los ejemplos de hasta qué punto seguimos sin entender bien la naturaleza del agente infeccioso es la pregunta que todo el mundo se hacía durante los primeros días de la crisis. Al parecer, en un mismo centro sanitario se han contagiado 15 profesionales de la salud supuestamente infectados por un solo paciente. ¿Cómo es posible? La capacidad de contagio de una sola persona dentro de un hospital suele ser reducidísima. De ser ciertos los relatos sobre casos como este podríamos estar ante la presencia de agentes supercontagiadores, personas capaces de transmitir el virus a una velocidad caso inédita en crisis similares.

Los supercontagiadores son una clave en el estudio así como la contención de los brotes virales. Su presencia en las epidemias suele quedar recogida en los anales. En la crisis de la fiebre tifoidea de Nueva York, en el año 1900, se detectó por ejemplo la figura de una mujer de origen irlandés portadora asintomática del mal que en su entorno había contagiado a 51 personas, tres de las cuatro murieron. Pasó tristemente a la historia como María Tifoidea (su nombre era María Mallon) y murió a los 69 años tras haber sido sometida a permanentes cuarentenas durante casi tres décadas. Fue la primera persona catalogada como supercontagiadora en Estados Unidos.

Durante la crisis del SARS en 2003, un investigador chino dispersó la enfermedad por cuatro países distintos él solo. Y en un hospital de Corea del Sur un único paciente contagió el MERS a 82 personas en 2015. Los supercontagiadores no muestran ningún síntoma, pero portan el virus. De esa guisa, entran en contacto con infinidad de individuos antes de que se les pueda aislar.

A finales de esta semana se informó en algunos medios del hallazgo del primer supercontagiador en la ciudad china. Precisamente, el paciente que había contagiado a 15 miembros del personal sanitario del mismo centro. El alcalde de Wuhan fue el encargado de dar la noticia: un paciente ingresado para someterse a una cirugía ordinaria era portador del virus y entró al hospital sin síntoma alguno. Tras la operación desarrolló la enfermedad, pero ya había infectado a todo aquel que tuvo contacto con él.

La «familia cero»

Poco después del anuncio oficia, Gao fu, director del Centro Chino de Control y Prevención de Enfermedades, aclaraba que «no existe evidencia de que haya habido supercontagiadores hasta el momento». Aunque insinuaba que se están aplicando protocolos para responder ante esa eventualidad. La revista «The Lancet» ha publicado el artículo científico que demostró la transmisibilidad entre humanos de este nuevo coronavirus. Del texto, que se basa en el estudio de una «familia cero», la primera donde se pudo certificar el contagio entre dos miembros sin relación con la fuente original animal, se desprende un dato que no ha pasado inadvertido a los más expertos.

El estudio se ha centrado en una familia de siete personas que se presentaron en un hospital con síntomas de neumonía. Los médicos identificaron al 2019-nCoV en cinco de ellos, que habían viajado a Wuhan. Los investigadores subrayaron además al caso de otro niño que resultó infectado con el nuevo coronavirus pero no llegó a mostrar síntomas clínicos.Es la primera prueba publicada de que, en este caso, como ocurrió con el SARS y el MERS, existen pacientes contagiados y asintomáticos que pueden convertirse en supercontagiadores. De hecho, algunos expertos han utilizado este artículo de «The Lancet» para mostrar ciertas dudas sobre la eficacia de los controles sanitarios en los aeropuertos. Si una persona puede transmitir el virus sin padecer fiebre, es prácticamente indetectable. Por ello la única estrategia eficaz es aislar a los pacientes sintomáticos y poner en cuarentena inmediatamente a todos sus contactos. Y eso es una tarea titánica en un país como China. Más titánica aún que tratar de construir un hospital en 10 días.

Aunque las autoridades han demostrado querer ir todo lo lejos que se pueda al aislar nada menos que a 53 millones de ciudadanos.Puede que China no esté dispuesta a repetir el caos que precedió a la crisis del SARS, incluso que esta vez quiera actuar con una celeridad y transparencia inusitadas. O puede que las autoridades sepan que tienen entre manos un virus mucho más peliagudo.Hasta ahora, existen demasiadas similitudes entre el 2019-nCov y los causantes del SARS y el MERS como para que se sospeche que estamos ante una catástrofe mayor. La tasa de mortalidad según el número de infectados no parece tan elevada como la del SARS. Pero todo ello son especulaciones basadas en los datos actuales, suponiendo que esos datos sean ciertos. Cualquier desviación estadística, incluyendo la posible presencia de supercontagiadores, puede dar un vuelco a las previsiones.

Veinte españoles, confinados en Wuhan

Veinte españoles han quedado atrapados en la ciudad de Wuhan y en su provincia de Hubei, epicentro del coronavirus que se extiende por China. Gran parte de ellos trabajan como preparadores en el equipo local de fútbol, el Wuhan FA, entre los que se encuentra el entrenador madrileño Oliver Cuadrado, quien, junto a otros compañeros, trabaja con la cantera del equipo, y que se disponían a iniciar sus vacaciones justo en el momento en que se decretó la clausura de la ciudad. Pese a la misma, Cuadrado se reunió ayer con cuatro compañeros de Sevilla, José Antonio Maldonado, Manuel Vela, Antonio Sevillano y Pedro Morilla, y celebraron en casa la entrada del Año de la rata, según marca el calendario chino. «De momento estamos bien, casi sin salir de casa e informados al minuto de las novedades que van saliendo sobre el virus», explicó el entrenador español, mientras China redobla sus esfuerzos en la lucha contra el coronavirus, que ya ha provocado al menos 41 muertes entre los 1.287 infectados. Por otra parte, en España, la vizcaína que había viajado recientemente a Wuhan ha dado negativo a la infección en las pruebas que le han realizado en el hospital Las Cruces.