Coronavirus

Niñez solidaria: Cuando Aila «donó» un pulmón a Sahara

«Nunca hay que perder la esperanza, siempre hay una salida», dice la pequeña de 10 años, que relata en un cuento la experiencia de los trasplantes

Aila, de 10 años, con la portada de su cuento solidario
Aila, de 10 años, con la portada de su cuento solidarioLa RazónLa Razón

Lo primero que hizo Aila fue marcar las líneas rectas con lápiz en su cuaderno para no torcerse. La parte de arriba estaría dedicada a los dibujos y la inferior, al texto. Pero antes de ponerse a dibujar tenía que articular una buena historia. Su profesora les propuso como ejercicio en casa durante el confinamiento escribir un cuento, algo que, para esta pequeña de diez años que reside en Fuensaldaña, un pueblo de Valladolid de poco más de 1.600 habitantes, supuso todo un reto. Le encanta imaginar historias, pintar y redactar así que se puso manos a la obra para dar con el argumento perfecto.

«En el cole nos habían hablado de la gente buena que dona órganos así que me puse a ver vídeos por internet sobre ello porque no sabía que eso existía. Pensé en una niña de ocho años que estaba malita porque no le funcionaban los pulmones. Quería que fuera algo con lo que puedas vivir para el resto de tu vida. Encontré un vídeo sobre un riñón pero no quería copiar, así que pensé en los pulmones», dice con una pasmosa soltura en la materia. Añade que, aunque lo del coronavirus la tiene muy preocupada, no tuvo nada que ver con la elección de los pulmones como órgano a trasplantar, «aunque la gente que se pone mala ahora tengan este órgano afectado, fue coincidencia».

El caso de Aila es uno de los miles que ahora recorre cada casa, una creatividad desbordante entre los menores que con motivo del covid-19 no han tenido más remedio que romper con su rutina, sus clases, sus amigos y sus múltiples actividades. Esto ha derivado en un sinfín de iniciativas sorprendentes y solidarias de los más pequeños. Lo que tuvo claro esta vallisoletana es que la protagonista se llamaría Sahara, que es un nombre que en una ocasión, su hermana Kelsi, de 8 años, le dijo que le encantaba. «Creo que lo sacó de una película que vio hace tiempo, sobre una serpiente de dibujos animados que se llamaba así», apunta.

Aila reconoce que, al principio, no sabía bien por dónde tirar, «no se me ocurría nada, pero luego me entusiasmé y salió rápido». Estuvo tres días con lápiz y pinturas de colores sin parar, tanto es así que sus padres estaban sorprendidos de la dedicación de la pequeña al tema. Para dar forma a su protagonista volvió a recurrir a su hermana Kelsi, ella tiene un libro que se llama «La sonrisa de Pam» y la chica se parece mucho a la que ella tenía en la cabeza, «así que la cogí como referencia».

La niña «más suertuda»

Explica que Sahara, pese a no poder respirar bien y tener muchas dificultades, vive feliz con su familia, y que en cierto modo le recuerda mucho a su hermana, «aunque Kelsi tiene pelo largo». Para dar mas fuerza a su historia se puso en internet «El cuento de Greta», un documental para los más pequeños que explica de manera adaptada a su edad la importancia de la donación de órganos. «Yo lo que quería transmitir sobre todo es que la gente nunca debe perder la esperanza, que siempre hay una posibilidad para salir adelante. Luego también leí un artículo muy largo que encontré en internet y la verdad es que no pensé que niños como yo podrían estar así de malitos por esto. No sabía que se podían donar órganos», reconoce. Su madre Jessica la escucha atenta y orgullosa: «Es una niña muy creativa, pero nos sorprendió mucho que hiciera un cuento sobre esta temática, en la familia no hay nadie que haya tenido que someterse a un trasplante.

Una de las páginas del cuento escrito por Aila
Una de las páginas del cuento escrito por AilaLa RazónLa Razón

Lo hizo todo sola, sin ayuda, yo solo le di al principio unas pequeñas pautas sobre cómo se escribe un cuento. Le dije que hay que plantear un argumento, un desarrollo de la historia un nudo y un desenlace. Luego se puso sola a dibujar y escribir», dice esta estadounidense afincada en este pueblo vallisoletano rodeado de naturaleza. Es más, Aila nos dice que ella de mayor no quiere ser escritora pese a su destreza en la materia, sino zoóloga o veterinaria. De hecho, cuando la llamamos para que nos relatase su historia se encontraba cuidando de los caballos. «Creo que con mi cuento puedo ayudar a mucha gente cuando lo lean. Estamos en un momento muy triste con todo lo del coronavirus y, sobre todo me dan pena los ancianos porque he oído que muchos mueren y yo quiero mucho a mis abuelos, que viven conmigo. La gente no se merece morir por un virus», reflexiona.

Y así, de la creatividad de esta pequeña de 10 años nació la historia de Sahara, que un día, mientras tocaba el clarinete en compañía de su perro Melocotón, se dio cuenta de que no podía respirar bien. «Sus padres la llevaron al doctor y le dijo que tenía que conseguir un pulmón. A los siete meses, sonó el teléfono, ya tenían uno para ella. La metieron rápidamente en el quirófano y todo salió de maravilla. Además, la madre de Sahara estaba embarazada y el nuevo hermanito nació cuando ella estaba en el hospital recuperándose. Todos les visitaban y hacían fiestas para celebrar que había salido bien. El cuento termina con Nicolás, el nuevo hermano de Sahara, que grita que su hermana es la niña más suertuda del mundo y no le falta razón», nos cuenta a modo de resumen el argumento de su historia.

Cuando la profesora lo leyó se quedó alucinada. «Aila tiene una sensibilidad especial, es capaz de apreciar el lado bueno de las cosas», les comentó la «profe» Gloria. Es más, les recomendó que lo enviaran a la Organización Nacional de Trasplantes para que esta idea pudiera inspirar y concienciar a otros menores. «Algo bueno tiene que tener el confinamiento, los pequeños sacan lo mejor de ellos. Es cierto que mis hijos –además de Aila y Keila, Jessica tiene otra de 6 años, Lilou– están un poco obsesionados con lo que está pasando, todo gira entorno al coronavirus, pero actividades como la de escribir les ayuda a evadirse y a tratar de llevar esto de la mejor manera posible», concluye la madre de familia.

Beatriz Ballesteros, en uno de sus vídeos del canal de Youtube "Cuentos en familia"
Beatriz Ballesteros, en uno de sus vídeos del canal de Youtube "Cuentos en familia"La RazónLa Razón

De manuales covid-19 a relatos de Ana Frank

El caso de Beatriz Ballesteros (en la imagen) es otro que pone en relieve la capacidad creativa de los pequeños durante el confinamiento. Ella tiene 9 años y lo primero que hizo fue un cuento explicativo para los niños de su edad donde relataba qué es y de dónde viene el virus. El éxito fue brutal: el vídeo ya suma más de 5.000 visualizaciones. Así que esta pequeña onubense optó por abrirse un canal «Cuentos en familia», donde ella misma lee los libros que previamente selecciona. «Me gusta mucho el de Ana Frank, porque me recuerda a la situación que vivimos ahora, encerrados en casa. Estoy ahora preparando otro cuento mío que se llamara “Villalimpio”, y será un país en el que no habrá virus porque la gente será muy limpia y el bicho no podrá atacar a nadie», asegura.