
Coronavirus
Así se “baila” en las discotecas de la nueva normalidad
Las pistas de baile se han reconvertido en zonas VIP repletas de mesas con un camarero asignado a cada grupo. Hay que pedir permiso para ir al baño y no se pueden utilizar las barras. LA RAZÓN visita una de las primeras salas que ya operan a pleno rendimiento

Ángel Nieto Lorasque- Madrid
Un camarero recibe a los clientes en la puerta de la discoteca Tropical Fusión de Salou, en Tarragona. Nos encontramos en uno de los primeros clubs nocturnos de España que han abierto tras el cierre total obligado por la pandemia. Ataviado con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad, los dirige a la pista de baile. Están ansiosos de fiesta y diversión, pero la realidad es muy diferente. Al menos, el tipo de ocio desenfrenado al que estábamos acostumbrados antes del coronavirus ya no existe como tal. En el Tropical Fusión, la zona que estaba destinada al baile y al roce interesado de la desinhibición nocturna es ahora una especie de mini reservados donde cada grupo de personas se sienta en una mesa y escucha al dj que trata de revivir el ambiente pre-Covid, ante un público entregado pese a las circunstancias.

«Una vez sentados, a los clientes se les explican las normas de uso de la nueva discoteca. Tienen asignado un camarero y un dispensador de gel hidroalcohólico en cada mesa. No se pueden mover del lugar asignado salvo para ir al baño, que también deben comunicarlo para evitar colas en los sanitarios. Las bebidas se piden en la mesa y no se puede utilizar la barra. Si alguno quiere bailar solo puede hacerlo desde su sitio. No se permite en ningún caso el movimiento de la clientela por la sala, lo primero es la salud, luego la diversión», explica Max, el responsable de este exitoso local que espera mantener, pese a la coyuntura, el éxito de antaño. Una vez ubicados, los asistentes pueden optar por mantener la mascarilla colocada en su rostro o dejarla a un lado, «eso sí, nosotros les ofrecemos a todos una en caso de que no la traigan, porque para ir al aseo y al entrar y salir todos deben llevarla», apunta el gerente.
Sin contacto físico
Ésta es la nueva realidad de las discotecas, reconvertidas en espacios de música en la que los asistentes estarán divididos y se prohibirá cualquier contacto entre mesas. «Abrimos hace una semana y nuestro horario de cierre es las 6:45 de la mañana los fines de semana y hasta las 6:00 de lunes a viernes. La verdad que ha venido mucha gente todos los días. Para los clientes es confuso y les cuesta comprobar que la pista en la que antes lo daban todo ahora está llena de mesas. Al principio se quedan un poco cortados y desconcertados», reconoce.
Este popular local nocturno daba trabajo a 120 personas antes de la crisis sanitaria, ahora están empleados 12 entre semana y 23 los sábados y los domingos. También, ajustándose a las nueva normativas, solo pueden completar un aforo de 420 personas como máximo, que es un tercio de su capacidad. «En una discoteca es complicado controlar a la gente, decirles que estén sentados es una tarea dura y más cuando llevan unas cuantas copas encima. Muchos no entienden que no pueden mezclarse ni bailar. Por eso estamos haciendo mucho hincapié en el ‘‘briefing’’ inicial que les ofrecemos. Hay algunos que no hacen caso, pero si incumplen se van fuera. Hay que aprender a convivir con las nuevas reglas», aclara Max.
Una estricta normativa que ha puesto ante el abismo a decenas de empresarios nocturnos, muchos de ellos cabreados por las pérdidas que esto puede ocasionar en sus negocios. Uno de los principales promotores de la noche madrileña asegura a LA RAZÓN que «abrir una discoteca sin pista de baile es como hacerlo con un restaurante al que se le prohíbe servir comida. Es una situación anómala». De hecho, en el caso de este conocido empresario que prefiere permanecer en el anonimato, no van a abrir sus salas hasta que tengan un respaldo jurídico que no les haga perder más dinero abiertos que cerrados: «Arriesgar una apertura con la mitad de empleados y un tercio del aforo. Una sala con una capacidad para 1.000 personas se convertirá en una ruina si solo se permite la entrada a 400», asevera. Reconoce que no queda otra «que reinventarnos», pero claro está que «ir de copas a una zona VIP no es el tipo de ocio que la gente tiene en mente cuando piensa en una discoteca, si nos quitan el baile nos arrebatan nuestra esencia. Para tomar una copa y charlar la gente preferirá ir a un bar».
Las pérdidas por estos tres meses de cierre y el incierto futuro ya ha creado un agujero que desde la asociación España de Noche sitúan en los 8.000 millones de euros, un 40% de la facturación anual. Vicente Pizcueta, portavoz de esta agrupación nacional subraya que el ocio nocturno supone el 1,8% del PIB, unos 20.000 millones de euros. «Nos encontramos al borde del precipicio. El 31% de las empresas ya han destruido empleo y el 58% están en un ERTE. La noche da alrededor de 200.000 empleos directos, es un sector fundamental. Durante la crisis de 2008 ya se cerraron 600 locales, sin un plan de choque, las consecuencias de esta pandemia serán mucho peores», vaticina Pizcueta. Desde España de Noche han establecido un protocolo que ya han presentado ante Sanidad para garantizar todas las medidas de prevención y seguridad posibles. Desde controles de distancia en puerta, como dispositivos de limpieza.
«Mejor aquí que de botellón»
«Creo que la imagen de preocupación que genera una pista de baile con 200 personas no es real. Se pauta el uso de mascarilla para acceder a los baños, a la barra o al guardarropa. No entiendo por qué es posible ir en tren de con una persona al lado y no estar en una mesa en un club con otro grupo a una distancia prudente. Nuestra propuesta ha sido siempre convertir las discotecas en formato espectáculo, con personas sentadas y controladas. Pero parece que eso también genera reticencias entre las autoridades», dice Pizcueta que conoce bien el mundo de la noche. La creación de las zonas VIP desata las dudas sobre si esto supondría también un sobrecoste en la entrada. «Es algo que no está cerrado, pero es posible», apunta el portavoz.
Desde Barcelona, Joaquim Boadas, secretario general de la asociación Spain Nightlife, subraya la ausencia de incidencias en las discotecas que ya han abierto las puertas en la región, que junto a Aragón, La Rioja y Cantabria han impulsado los primeros proyectos piloto. «El formato de zonas VIP es el correcto y el que se acabará imponiendo en la nueva normalidad para que sobrevivan estos negocios. Además nos comprometemos a un seguimiento para que ningún local incumpla las normas y evitar cualquier incidencia que pueda producir un rebrote de la enfermedad. Tengo compañeros que ya tienen deudas de 150.000 euros solo en concepto de alquiler, muchos deberían comenzar a facturar un 170% para recuperarse, algo imposible si se abren los negocios con un tercio del aforo».
Mientras los dueños de los clubes siguen en reuniones con los responsables autonómicos, en el Tropical Fusión continúa la fiesta. El dj pincha los éxitos del momento mientras los camareros sirven copas sin parar entre las mesas de la pista de baile. Las luces y el ánimo no brillan con la misma intensidad, pero como dice Max «es mucho mejor tener a la gente controlada en una discoteca, aunque sea con estas medias, que dejarles haciendo botellón en la calle».
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