Cirugía

La nueva normalidad de Norman Blanco: «El covid nos pone a operar con un estrés que antes no teníamos»

Así lo afirma este cirujano en una entrevista para LA RAZÓN. Muchas famosas han pasado por sus manos. La discreción es parte de su éxito, pero la clientela no para de crecer

Norman Blanco (Barranquilla, Colombia) llegó a España huyendo de la guerrilla a finales del siglo pasado. Le pidieron el impuesto revolucionario un miércoles y el viernes estaba en Barcelona. Allí estudió y en ellos sigue, nunca ha dejado de hacerlo. Hace tres años su ayudante, Sol Gómez, se empeñó en que operara en España.

Comenzó con una paciente y al mes ya tenía treinta. No hace publicidad, no dice a quién ha operado, la discreción es parte de su éxito, pero la clientela no para de crecer. Famosas y superfamosas han pasado por sus manos. Ahora vive entre Colombia y España, pasa quince días al mes en nuestro país, pero la pandemia le ha cambiado el ritmo.

¿Cómo ha cambiado la pandemia su trabajo?

La pandemia cambió todo. Nosotros teníamos una tranquilidad quirúrgica, hacíamos unos prequirúrgicos, radiografías de tórax, algún electrocardiograma y entrábamos muy seguros a operar. Hoy por hoy primero de todo la historia clínica cambió porque tenemos que preguntar si ha tenido cualquiera de los síntomas. Segundo, saber si en su entorno familiar alguien ha padecido Covid. Tercero, si en su comunidad, en su edificio, alguien lo ha tenido. Y de esa forma vamos descartando. Luego hay que hacerse las pruebas Covid, que tienen que ser recientes para operar, máximo cinco días. ¿Te imaginas un paciente ante la agresión quirúrgica de una liposucción, una rinoplastia, que hay una respuesta inflamatoria y se bajan un poco las defensas y que se haya infectado de Covid? Todo esto nos pone a operar con un cierto grado de estrés que antes no teníamos. .

¿Ha sufrido algún caso?

Gracias a Dios, no. En eso soy bastante incisivo. Los exámenes se los tiene que hacer 48 horas antes, que yo sepa que está negativo. Entras al quirófano y tiene que estar reciente, 48 horas. No me voy a arriesgar yo y mucho menos el paciente. Porque con el paciente una vez infectado no sabemos lo que puede suceder. Y aparte que me contamine a mí y a mi equipo quirúrgico. Eso tiene que ser así.

Habrá cambiado también su verano.

Es una cuestión atípica. Normalmente nosotros operamos hasta principios de julio. En julio y agosto todo el mundo está de verano. Pero como se metió la pandemia y desde marzo no se operaba muchas de mis pacientes prefirieron operarse porque el verano no se va a ir, pero la cirugía sí. Con el miedo que tienen del nuevo confinamiento, dicen «prefiero operarme ahora y si hay un confinamiento me pilla operada en casa».

¿Crea adicción la cirugía?

Bastante. Una cuestión es la inconformidad y otra cosa es el problema psiquiátrico en que tú ves a la persona guapísima desde todo punto de vista, pero ella se siente inconforme. En ese momento hay que saber identificar a la persona y hacerle saber que necesita ayuda profesional desde el punto de vista psicológico porque si no te metes en un follón de cuidado.

¿Es porque no queremos envejecer?

Tú tienes que envejecer y llegar lo más digno posible, pero tú no puedes tener 65 años con cuerpo de 22 y con cara de 22. Es cuando entramos en esos errores, cuando queremos llevar a esa paciente de 65 a 22 y es cuando vienen los desastres quirúrgicos. Hay que tener muy clara la situación psicológica de cada persona.

¿Hace falta mucha preparación psicológica para una operación de este tipo?

En la clínica que tengo allí en Colombia desde que entras hasta que sales tienes equipo de psicología, psiquiatría, nutrición. Todo. Normalmente el paciente que viene a operarse no lo pensó ayer. Lo viene estudiando desde hace tiempo. Ahora, me viene una chica con un sobrepeso de un 30 o un 35 por ciento, que es inoperable, por lo menos para nosotros, con la foto de la Kardashian y me dice «quiero quedar así, doctor”. Desde ahí comienza el problema si la operan. Vienen las reclamaciones, los problemas y entra la depresión post-quirúrgica porque ella tenía una expectativas tan altas que no se cumplen.

A nivel económico, ¿se ha democratizado la cirugía?

Cuando éramos niños y veías una nariz operada decía todo el mundo «esa mujer es una disparada». Hoy los bancos financian las operaciones y hay clínicas que tienen sus propios créditos y lo pagas a un año, a dos años, como si fuera un coche y creo que hoy todo el mundo puede permitirse operarse

¿Qué es lo que más le piden hombres y mujeres?

El procedimiento más practicado en el mundo por los cirujanos plásticos es la liposucción, en hombres y en mujeres. Hoy por hoy, en hombres lo que más quieren hacerse son lipodefiniciones, abdominales, pectorales y transferencia de grasa al glúteo. Y a las mujeres también se le hace lo mismo, se le hace lipoescultura, abdominoplastia, marcación de músculos oblicuos y rectos y la transferencia de grasa a la región glútea. Hace 22 años el hacer injerto de grasa en los glúteos era algo aberrante, hoy el 99 por ciento, todas, quieren que le transfieras la grasa.

¿Se operan muchos hombres?

Esta especialidad la comencé yo hace 22 años y solamente operábamos mujeres. Hoy por hoy me atrevo a decir que estamos operando 70-30. 30 hombres por cada 70 mujeres. Está aumentando. Desde que diseñé la técnica de lipodeficiones musculares y lipodefiniciones en abdomen cada vez vienen más chicos. Y se puede hacer, pero no a todo el mundo. Viene uno gordito, con un panículo adiposo fofo, que le cuelga y te dice «yo quiero quedar como Cristiano». No. No vas a quedar así.