Pandemia

Los españoles dudan de la eficacia de la vacunación antiCovid

Los médicos la apoyan aunque no la ven como un remedio definitivo

Manifestantes antivacunas rodean a la Policía Nacional en la Plaza del Callao de Madrid
Manifestantes antivacunas rodean a la Policía Nacional en la Plaza del Callao de MadridLa Razón

La vacuna frente a la Covid-19, fabricada por Pfizer, que es la más adelantada y de próxima comercialización de todas cuantas están en proceso de investigación más o menos avanzado (las de Moderna y Astra-Zeneca, respectivamente), estará disponible en España a comienzos de 2021, según anunció primero el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Es posible que con posterioridad varíen los plazos, pues ya había adelantado que la vacunación empezaría a finales de año. En cualquier caso, todos los españoles consultados, ya sean expertos o ciudadanos, consideran demasiado precoces esas fechas. Está previsto que lleguen 300 millones de dosis a Europa, de las que el 10% (30 millones) irán destinados a España. Tendrá prioridad la población más vulnerable, como los ancianos. Ahora el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que está previsto que la vacuna estará disponible en todo el primer trimestre de 2021 en unos 13.000 puntos de vacunación, fundamentalmente centros de salud.

Numerosos españoles no se fían de la vacuna y afirman abiertamente que no se someterán a este proceso de inmunización. Dudan de su eficacia y, peor aún, temen los efectos secundarios, ya que se ha conseguido en un periodo demasiado corto y podrían aparecen posteriormente, en la llamada etapa de farmacovigilancia, que nunca acaba, y en la que se observa, se anota y hasta se puede retirar el producto del mercado si apareciesen efectos secundarios graves atribuibles a él.

Como representante de este grupo de ciudadanos destaca M.P.J., profesor de Física y un ardiente antiglobalista de 68 años, que prefiere ocultar su identidad y niega categóricamente la existencia de esta pandemia arguyendo que “el virus, fabricado en un laboratorio de Wuham, es un invento chino para reducir drásticamente la población mundial”. Y, consecuentemente, se niega a vacunarse. Se atreve además a aseverar que el propio Luc Montaigner, virólogo y Premio Nobel de Medicina en 2008 por su descubrimiento del virus del sida, ha afirmado que “este coronavirus ha sido diseñado con la precisión de un reloj suizo para infectar a propósito la célula de la población mundial”.

Cuando se le replica con las muertes que ha originado en el mundo y las plantas y las UCIS de los hospitales que ocupan los enfermos por Covid-19, sigue con su ferviente negativa: “Los hospitales y las UCIS están vacías de pacientes con este virus. Y los sanitarios que se atreven a dar cifras son pagados con unos 400 euros por semejantes afirmaciones por el magnate Soros y su séquito, que están creando y alimentando esta especie de apocalipsis. Las muertes que se han producido se deben a una malpraxis médica en general; al maltrato a los ancianos, a los que se les retiraba su medicación; al recurso exagerado e inadecuado de intubaciones… Cuando alguien moría, por ejemplo, por una patología renal o cardiaca o articular, se decía que era por coronavirus. La vacuna es una pantomima más, que no servirá para nada, porque va dirigida a una situación inexistente, como ya he dicho”.

No es el mismo caso, pero desde 1998 empezaron a aparecer con gran virulencia en su activismo los llamados movimientos antivacunas, a partir de un artículo publicado en The Lancet, que asociaba la triple vírica (sarampión, rubéola y parotiditis o paperas) con el autismo. Estos grupos, aunque afortunadamente minoritarios, tienen el potencial de ejercer más influencia en algunas redes sociales, como Facebook, que las teorías científicas, lo que puede representar consecuencias fatales, máxime ahora con la vacunación anti-Covid-19. Así lo demuestra un reciente estudio publicado en la revista Nature . “Hay una nueva guerra mundial virtual en torno a las materias en salud pública errónea, especialmente con información errónea sobre Covid-19 y también en torno a las farmacéuticas y los gobiernos”, afirmó en un comunicado Neil F. Jonhson, físico de la Universidad George Washington (EE UU) y principal autor del artículo de Nature.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vacunación pediátrica masiva y la potabilización de las aguas son las dos medidas de salud pública que más vidas han salvado en el mundo. En España la vacunación infantil es un derecho y no un deber, pero cuando el pequeño va a ser escolarizado se le pide la cartilla de vacunación y, si carece de ella, el centro educativo tiene la potestad de aceptarle o no para proteger a los otros niños. Cuando se pensaba que el sarampión iba a erradicarse en el llamado primer mundo, debido a los grupos antivacunas se ha generado una reactivación preocupante. En 2017 se produjeron en Europa 14.451 casos de sarampión. Solo Italia está sufriendo una epidemia, que obliga a hospitalizar a cuatro de cada 10 niños afectados, con graves consecuencia de encefalitis, neumonía e incluso muerte.

A tenor de lo que advierte el doctor Adolfo García Sastre, virólogo del hospital Mount Sinai de Nueva York (EE UU), que sí cree en la vacuna anticoronavirus, uno de los grandes problemas para su conservación, distribución y disponibilidad reposa en que solo es termoestable a -80ºC, por lo que se requiere una infraestructura de cadena del frío muy compleja y costosa.

“Hemos adelantado muchas semanas con esta vacuna en datos de eficacia y, naturalmente, de seguridad, esto es, que no produce efectos secundarios severos. Ahora hay que dar plazos de distribución, para su administración en dos dosis, que estarán muy condicionados por lo que ya hemos mencionado en lo que concierne a su termoestabilidad a -80ºC y pensamos que, en gran medida, dificultarán su aplicación y habrá que estudiar estrategias muy específicas”, explica el virólogo español afincado en Nueva York.

Los ultracongeladores, según su capacidad, ocupan mucho espacio y su precio oscila aproximadamente de 7.000 a 10.000 euros. Normalmente, van destinados a grandes centros hospitalarios y, aunque también existen para centros de salud, su capacidad es muy reducida, de ahí que en este caso contendrían muy pocos lotes de vacunas.

Para el doctor Víctor Cid, catedrático de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense, de Madrid, de los cuatro grandes grupos, grosso modo, de microorganismos que pueden resultar patógenos –bacterias, virus, hongos y parásitos- o susceptibles de causan enfermedad infecciosa, “los virus presentan la particularidad de que siempre necesitan una célula para replicarse, es decir, son patógenos intracelulares, con un mecanismo de transmisión muy sofisticado y además poseen la capacidad de mutar con suma facilidad, lo que supone un gran retro para combatirlos. De ahí que hasta ahora haya pocos medicamentos antivirales, como para el sida, la hepatitis o el herpes zóster, por ejemplo”.

En palabras del catedrático de la Complutense, las vacunas frente a los virus es un método preventivo y una de las formas más eficaces de combatirlos: “Básicamente, crean antígenos que estimulan nuestro sistema inmunológico, potencian una especie de memoria de defensas ante el agente que nos agrede y luchan contra él para vencerlo o para evitar que no invada la célula que precisa parasitar. Normalmente, la investigación de una vacuna exige un periodo de unos 15 años”.

Pero con el coronavirus ha habido que hacer una excepción por primera vez en toda la historia de la biomedicina, a tenor de sus palabras, por tratarse de trasmisión por vía aérea y causar una alta mortalidad. Las farmacéuticas que están trabajando en esta línea han hecho grandes inversiones para reducir ese tiempo notablemente y estudiarla en un mismo número de personas. Además, tendrán que pasar por la aprobación de instituciones tan rigurosas que dan luz verde a los fármacos, como la FDA (Food and Drug Administration ) de Estados Unidos o la EMA (European Medicines Agency), de Europa. Piensa que no habrá vacuna disponible para las fechas que el ministro avanza.

No obstante, insiste el doctor Cid en que “una adecuada educación sanitaria y una actitud responsable por parte de toda la población en cuanto a llevar la mascarilla, respetar ciertas distancias y otras normas que todos conocemos sería una respuesta que haría bajar significativamente la incidencia de esta infección e incluso pienso que sin dañar tanto nuestra economía, si los empresarios también son responsables, en especial los del sector hotelero y la restauración, que están siendo los más perjudicados”.

Tecla Bertotti, una fotógrafa italiana de 24 años, que trabaja entre Roma y Madrid y viaja con frecuencia a la Lombardía, sobre todo a su capital, Milán, y estuvo en esta ciudad del norte de Italia en los peores momentos de la pandemia en ese país, admite sin dilación la existencia de esta pandemia y ha vivido con profunda tristeza el confinamiento en el país vecino. “Jamás en toda mi vida había contemplado Milano totalmente vacío. Era deprimente ver la plaza del Duomo sin un alma. Y mucho más ciudades tan turísticas, como Roma o Venezia, que siempre están abarrotadas de visitantes. Yo no podía creerme ver la plaza del Vaticano sin absolutamente nadie y, según la canción de Charles Aznavour, la romántica Venezia vacía, salvo a ciertas horas del día, que había cuatro gatos. Lo cierto es que he tenido una oportunidad única para hacer fotografías así. Me han dicho que Madrid tuvo el mismo aspecto, pero no lo viví entonces”, sostiene esta italiana.

Su postura ante la vacuna es totalmente abierta y dice que se la pondría en cuanto pudiera. Primero por ella misma, al sentirse mucho más segura, y luego por los demás, porque también es un modo de protegerles. “Además, como por mi trabajo yo viajo mucho entre Italia y España, estoy más expuesta al coronavirus, pese a que adopto todas las medidas de protección que están en mi poder. Pero, claro, con la vacuna estaría más tranquila”, añade.

Nunca un patógeno como este ha generado una pandemia y ha revolucionado el mundo entero, cuando más avanzada está la biomedicina en toda su historia. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno? El doctor Juan González del Castillo, jefe de la Unidad de Urgencias del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, y coordinador del Grupo de Infecciones de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), indica que se trata de un virus de transmisión por vía aérea y, para su facilidad y aumento de propagación, aparece en un momento en el que hay una gran movilidad geográfica gracias a los enormes avances en los transportes de pasajeros y al tipo de vida moderna.

Es preciso aclarar, sin embargo, que hay personas que presentan más vulnerabilidad, según el doctor González del Castillo, de ahí que algunas pasan la enfermedad, otras sufren secuelas y otras llegan a morir. “Factores como la hipertensión o la diabetes –mantiene- y lo que denominamos en general comorbilidad, es decir, que el paciente tenga otras enfermedades de base, no necesariamente solo de tipo respiratorio del tracto inferior, son favorecedoras para el agravamiento, incluso a veces con independencia de la edad. Un anciano con un buen estado general, si no se le complica el coronavirus, lo más probable es que salga bien parado. Es cierto que la alta edad es un factor de riesgo, ya que estas personas suelen tener comorbilidad y se incrementa sensiblemente ese riesgo. Por ejemplo, aumentan los fenómenos trombóticos pulmonares”.

“Tras la vacuna no hay que abandonar las medidas de seguridad”

Este experto también opina sin ningún género de dudas que sí se pondría la vacuna, aunque advierte que tal vez el ministro Salvador Illa se adelanta en las fechas de llegada a España. “Una vez vacunados no significa que nos relajemos y podamos abandonar las medidas de seguridad que respetamos ahora. Somos conscientes de que se requieren ordinariamente de 10 a 15 años para fabricar una vacuna y con esta pandemia el tiempo ha tenido que reducirse prácticamente a meses. Pero los distintos fabricantes que están trabajando en ella han invertido muchísimo y la muestra de personas en la que se está probando debe ser igual de numerosa que la que se desarrolla en años, con el objeto de demostrar su seguridad y su eficacia. De lo contrario, nunca se aplicaría al ser humano ni la aprobarían las instituciones internacionales competentes”, dice el especialista del Clínico San Carlos.

Una hipótesis curiosa que apunta el doctor González del Castillo es que algunas teorías postulan que “la dispersión del coronavirus podría llegar a lo que llamaríamos un grado de saturación y a partir de ese momento él mismo se iría extinguiendo”. No deja de ser una tesis muy interesante, aunque no está confirmada y además se ignora cuándo llegaría ese momento.

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