Amos García

“No se puede elegir qué vacuna nos vamos a poner, no es como ir al supermercado”

El presidente de la Asociación Española de Vacunología asegura que “la alternativa a la vacuna es el dolor, la crisis económica y la muerte”

Amós García Rojas (Las Palmas de Gran Canaria, 1954) contesta exhausto al teléfono. Desde que el presidente del Gobierno anunciara el pasado domingo un plan de vacunación “único” para toda España sin dar detalles, este epidemiólogo no ha parado de hablar con los medios. En realidad, asegura que lleva meses durmiendo lo mínimo, pero que aguanta porque es un “viejo rockero” al pie del cañón.

-¿Cómo se ha logrado una vacuna tan rápido? Llevamos todo el año oyendo que hasta finales de 2021 sería imposible.

-Yo decía en marzo que era posible que en un año tuviéramos vacuna, así que solo he fallado por un par de meses. La explicación es que ya había unas bases sentadas del SARS-Cov-1 y eso ha posibilitado que se haya ido más rápido, nos ha permitido avanzar mucho en la fase preclínica. También hay que tener en cuenta que prácticamente todo proceso investigador ha estado centrado en lo mismo. No es que se haya obviado ninguna de las fases necesarias, se han superpuesto unas con otras. La situación es extraordinaria y hacía falta disponer rápido de un instrumento válido.

-¿Comprende que haya dudas entre la población?

-Me parece razonable porque no hemos sabido explicar bien el por qué de esa rapidez. Es comprensible en el contexto de dudas e incertidumbre en el que hemos vivido toda la pandemia. Hace falta tener un discurso racional y llevar a la ciudadanía la siguiente reflexión: o nos vacunamos o la alternativa es seguir como estamos, dolor, sufrimiento, crisis económica y la muerte para los que caigan. Los fallecimientos, los ingresos en UCI y todo ese escenario tan tremendo que ha acompañado a la pandemia.

-¿Podremos elegir vacuna? ¿Usted cuál cree que es mejor?

-Esto no va a ser un supermercado, son vacunas excepcionales para una situación excepcional que requiere que nos pongamos la primera que llegue. Cualquiera de ellas va a tener un nivel de eficacia razonable para lograr lo que queremos, que es decir adiós a la pandemia. Se trata de disponer de un producto que nos permita llegar a una inmunidad comunitaria. Tampoco elegimos entre las vacunas incluidas en el calendario ordinario, ponemos la que ha ganado el concurso público correspondiente. Cada Comunidad Autónoma puede poner una distinta.

-¿Habrá que vacunarse cada año como con la gripe común porque surgirán otras cepas?

-En principio parece que el comportamiento es bastante estable, pero eso no nos permite predecir cuánto tiempo va a durar la respuesta protectora de la vacuna que vamos a empezar a administrar ahora. ¿Nos tendremos que revacunar dentro de un año? A lo mejor, no lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es que este virus ha venido para quedarse y hay que aspirar a convivir con él igual que hacemos con el resto de microorganismos que no nos producen un daño importante. Y eso se consigue con las vacunas.

-¿Los que ya lo han pasado tendrán que vacunarse?

-Los que lo han pasado se van a vacunar, sí, aunque quizá no sean los prioritarios. Más vale vacunar a alguien de 80 que no lo ha tenido que a uno de 40 que sí.

.¿Usted convertiría la vacuna en obligatoria?

-De entrada, no. Mi opinión es que somos un país razonablemente vacunador y establecer una medida obligatoria puede rearmar los movimientos que tengan dudas o desconfianza. Podría ser un caldo de cultivo para los negacionistas. Para mí deben ser voluntarias, pero si el tiempo avanza y avanza y las coberturas son bajas y la pandemia sigue dando la lata, igual habría que replantearse esto que le estoy diciendo.

-¿Cree que habrá para todos en la primera fase?

-De entrada, no, eso es imposible, pero sí terminará habiendo para todos según avance el tiempo. Nos irán llegando poco a poco y conforme lo vayan haciendo iremos priorizando.

-¿Por quién habría que empezar en su opinión?

-Tal y como dijo el presidente del Gobierno, los grupos que están más expuestos, como los sanitarios o los que trabajan en residencias y los viejitos. Como el plan todavía no es público, no puedo decir nada de él.

-¿Tendría sentido que sean los primeros aquellos que tengan más interacción con otros?

-Mi reflexión al respecto es la siguiente, ¿está contrastado científicamente que esos grupos actúen como difusores del problema? Francamente, para proteger a una persona prefiero ir directamente a ella que pasar por un obstáculo intermedio.

-¿Qué efectos secundarios podemos esperar de la vacuna?

-Los mismos que los que pueden aparecer en otra vacuna, muy pocos. Algo de dolor en el lugar de la aplicación, inflamación, algo de fiebre. Los habituales de cualquier otra vacuna.

-¿A qué se parece esta situación de planes anteriores de vacunación masiva en los que haya participado?

-De esta intensidad, a ninguno. Hubo una buena movida en 2009, durante la vacunación frente a la gripe A, pero no tuvo parangón con esta.

-Seguro que aprendieron algo que van a poder aplicar ahora.

-Aprendemos continuamente. Ahora en tres semanas hemos vacunado a casi 14 millones de ciudadanos frente a la gripe.

-¿Cuánto tiempo cree que tardaremos en lograr esa inmunidad colectiva?

-No se lo puedo decir porque va a depender de los flujos de entrada de las vacunas y de cómo vayan funcionando las coberturas.

-Parece que la mascarilla no nos la vamos a quitar en un tiempo.

-No, ni el lavado de manos. Esto tiene que haber venido para quedarse, igual que el uso de la mascarilla como elemento solidario frente a otros si estoy enfermo. Ya forma parte de la cultura de otros países. Todas esas medidas, incluida la ventilación de los espacios cerrados, también van a influir para que haya menos gripe.